Por Ghaleb Kandil

La firmeza de Rusia en cuanto a la necesidad de celebrar la conferencia Ginebra 2 en la fecha prevista suscita gran confusión y profunda inquietud entre los estadounidenses, quienes han perdido muchas cartas en la ecuación siria.

  Primeramente, con la desaparición del Ejército Sirio Libre (ELS), Estados Unidos ha perdido su apuesta de conservar en el terreno una fuerza militar que llevaría la etiqueta de oposición. Los miembros de esa milicia se han unido a los grupos terroristas extremistas o han vuelto –por miles– a las filas del Ejército Árabe Sirio para beneficiarse de la amnistía presidencial concedida a los desertores. El regreso de esos desertores es resultado del cambio de actitud del pueblo, ahora más favorable que nunca a la dirección del presidente Bachar al-Assad, al Estado y al ejército nacional.

Por consiguiente, con la desaparición del llamado ESL, la llamada Coalición Nacional Siria (o más exactamente la Coalición de Doha), que es la pantalla política creada y respaldada por las fuerzas de la agresión, pierde todo su valor precisamente en vísperas de la conferencia Ginebra 2 (que tendrá lugar en Montreux). Para remediar esa pérdida, Estados Unidos –en contubernio con el príncipe saudita Bandar Ben Sultán y con Qatar– anunció el inicio de un diálogo entre el embajador [estadounidense] Robert Ford y el Frente Islámico y aprobó varios intentos del canal Al-Jazeera por mejorar la imagen de Abou Mohammad al-Joulani, jefe del Frente al-Nusra, vinculado a al-Qaeda.

  En segundo lugar, todos los datos y toda la información disponible sobre la composición del Frente Islámico, encabezado por Zahrane Allouche, muestran que se trata de un grupo takfirista que vehicula la misma ideología que al-Qaeda. Su columna vertebral son las Brigadas Ahrar al-Cham, también vinculadas a al-Qaeda.

Además, el programa y el discurso político del Frente Islámico son de carácter takfirista y no plantean el diálogo con los adversarios sino su eliminación. Ese frente es una copia al carbón del Emirato Islámico en Irak y el Levante (EIIL) y de al-Nusra. Los intentos de Estados Unidos de presentar al-Nusra y el Frente Islámico como interlocutores potenciales en una solución política de la crisis siria son totalmente absurdos y ridículos y demuestran la bancarrota moral, intelectual y política de los propios Estados Unidos. Ese bando se presenta a la conferencia de Ginebra con una vitrina política carente de brazo militar en el terreno mientras que los rebeldes armados takfiristas no son presentables en la mesa de negociaciones.

Los grupos armados en Siria no son más que fachadas de una mescolanza de terroristas y takfiristas en cuyas filas se cuentan miles de sauditas, de takfiristas extranjeros y de mercenarios de numerosas nacionalidades. Esa mescolanza no puede vincularse al futuro político de Siria como Estado laico, civil y multiconfesional.

  En tercer lugar, el rechazo de Estados Unidos a ver a Irán entre los participantes de Ginebra y las dudas que ha expresado Francia sobre la realización de la conferencia en la fecha prevista, con el pretexto de que la oposición no está lista, ilustran el fracaso de Occidente.

Dentro y fuera de Siria existe una oposición patriótica que respalda la lucha del ejército contra el terrorismo y que está dispuesta a dialogar con el Estado nacional encabezado por el presidente Bachar al-Assad. Esa oposición está dispuesta a llegar a un entendimiento sobre un proceso político partiendo del principio de la lucha contra los takfiristas y del rechazo de toda intervención extranjera. Pero esa oposición, invitada a Ginebra 2, está hoy más cerca de Rusia que de Occidente mientras que este último, espantado al ver que está perdiendo sus peones uno tras otro, se encuentra ahora carente de iniciativas.

La fecha de inicio de la conferencia está confirmada pero el emisario internacional Lakhdar Brahimi ha dicho que las negociaciones serán largas. De aquí allá, estadounidenses, franceses, sauditas, turcos y qataríes verán desaparecer de su panoplia de herramientas de trabajo otras vitrinas políticas y grupos armados. El mundo se verá entonces ante la siguiente alternativa: el Estado sirio –dirigido por su presidente y combatiente de la resistencia Bachar al-Assad– o los grupos terroristas-takfiristas y los mercenarios de Bandar Ben Sultán.

Hassan Nasrallah quiere salvar el Líbano de las ambiciones sauditas

Por Ghaleb Kandil

Los importantes mensajes del discurso que pronunció el secretario general del Hezbollah el viernes 20 de diciembre son un escudo disuasivo ante las fuerzas regionales y libanesas cuyas posiciones y actos muestran la existencia de una decisión de hacer estallar el Líbano, después de la derrota que han sufrido en Siria. Esos mensajes se basan en las informaciones fidedignas que posee sayyed Hassan Nasrallah, dirigente a quien amigos y enemigos reconocen por la precisión de sus declaraciones y que siempre emite diagnósticos basados en datos sólidos.

Los ataques suicidas contra el Ejército Libanés, en Saida, son una peligrosa señal del rumbo que están tomando las acciones de los grupos terroristas takfiristas y sus padrinos regionales, fundamentalmente Arabia Saudita. Ese país está tratando por todos los medios de escapar al precio político de su derrota en Siria provocando una guerra interna en Líbano.

Como dijo sayyed Nasrallah, el Ejército Libanés está haciendo el papel de bombero de los incendios que aparecen en Líbano y se mantiene a la vez listo, junto a la Resistencia, a enfrentar cualquier agresión israelí contra el país. Los incidentes en las diferentes regiones libanesas lo obligan a mantener un amplio despliegue para impedir toda degradación de la situación en materia de seguridad o cualquier enfrentamiento interno, como en el caso de Trípoli o en la región de Ersal, cuyas alturas han sido invadidas por los grupos takfiristas líbano-sirios. La situación no es mejor en Saida, donde las células terroristas se han implantado en algunos barrios y en el campamento de Ain el-Heloué. Es evidente que el más reciente ataque contra el ejército marca un cambio en los objetivos y en el modo de operar de los takfiristas.

La campaña de escarnio sistemático que la Corriente del Futuro y sus socios han emprendido contra la institución militar hace más peligrosa la situación. Eso significa que los kamikazes que apuntan al ejército y los detractores de este último están al servicio del mismo objetivo: destruir la barrera de seguridad que impide que el incendio se propague a todo el territorio.

El elemento más peligroso del panorama que describió sayyed Nasrallah es la retórica del 14 de Marzo en Trípoli, [retórica] caracterizada por un tono guerrerista y agresivo que estimula el enfrentamiento interno. Las figuras de esa coalición han calificado al Hezbollah de apóstata, estimulando así un clima de odio y de intolerancia hacia uno de los componentes políticos y religiosos del Líbano. Es prácticamente un llamado a la eliminación del prójimo. También en ello se nota una clara voluntad de provocar una situación irreversible, de llevarnos a la explosión.

Esos actos belicosos se complementan con las intenciones que han expresado el presidente de la República, Michel Sleiman, y el primer ministro designado, Tamman Salam, de provocar una gran explosión política con la formación de un gobierno impuesto y supuestamente neutro en momentos en que se acerca la elección presidencial.

Así que el Líbano parece hallarse ante todo un plan que presagia un incendio total y un caos absoluto, sobre todo si los sauditas logran neutralizar al Ejército Libanés mediante atentados y campañas políticas destinadas a desacreditarlo.

En su discurso, el líder del Hezbollah reveló una fórmula disuasiva contra el plan tendiente a incendiar el Líbano, reafirmando al mismo tiempo que su prioridad es hacer frente a cualquier agresión israelí y continuar defendiendo el eje de la Resistencia y la tierra siria.

«Advertimos contra la formación de un gobierno impuesto. Punto.» Análisis y desmentido del embuste de la neutralidad, disponibilidad total ante todo intento de hacer estallar un conflicto. Son esos los principales mensajes de Hassan Nasrallah, quien mostró todavía más decisión de la que ya había expresado en vísperas de las disposiciones peligrosas y estúpidas que el gobierno de Fouad Siniora adoptó en mayo de 2008.

Con ese tono disuasivo y con sus advertencias, sayyed Nasrallah abre ampliamente el camino a un arreglo político sereno, cuyos elementos todos conocen: gobierno de unión nacional y elección presidencial en la fecha prevista, sin injerencias externas. Y para quienes no hayan entendido, una invitación a que vuelvan a escuchar atentamente sus alusiones a la injerencia de Francia en el proceso presidencial a través de su embajador en Beirut, Patrice Paoli, quien no ha excluido una prórroga del mandato de Sleiman.

El ejército, el pueblo y la resistencia se mantienen listos a enfrentar el terrorismo, las agresiones israelíes y también a quienes tratan de socavar la estabilidad y la seguridad del Líbano. Las líneas rojas y las advertencias están claras: «No nos provoquen… no jueguen con nosotros», dijo sayyed Hassan Nasrallah.

Declaraciones y posicionamientos

Hassan Nasrallah, secretario general del Hezbollah
«Todos los indicios apuntan a la responsabilidad del enemigo israelí en el asesinato de hajj Hassan Lakkis, quien ya había sido blanco de un intento frustrado de asesinato. Los medios israelíes casi reconocieron abiertamente el papel israelí en ese asesinato. La mayoría de los salafistas que reclamaron la autoría del ataque tenían como objetivo provocar tensiones en el país y sembrar la división confesional.
Para nosotros, nada de lo que se ha dicho tiene el menor valor. Nosotros no acusamos arbitrariamente a los israelíes. Tenemos pruebas. ¿Creen ustedes iban a aplaudirnos por la victoria de 2006, que hizo fracasar el proyecto del Gran Medio Oriente? ¡Claro que el enemigo va a perseguirnos y matarnos! Ahí están las familias de los mártires muertos en los combates contra el enemigo israelí o contra los grupos terroristas-takfiristas. Esas familias son favorables a la vía de la resistencia y son pacientes ante estas grandes pérdidas.
Sepan ustedes que el asesinato del hajj Hassan no quedará sin respuesta. La cuenta del enemigo israelí está abierta desde el asesinato del jeque Ragheb Harb. El castigo no tardará en llegar. Que el enemigo no se sienta seguro. Nos vengaremos de los verdaderos asesinos (…)
En su comunicado, las fuerzas del 14 de Marzo dijeron rechazar el extremismo de chiitas llegados de Teherán que perpetraron explosiones y asesinaron libaneses. ¿Qué quieren decir con eso? ¿Que ya no es posible dialogar y formar un gobierno de unión nacional? Ese comunicado es una declaración de guerra.
Sepan que no queremos la guerra con ustedes. Pero que nadie juegue con nosotros.
En cuanto a los atentados contra el ejército, se trata de una cuestión delicada que no debemos tomar a la ligera. Todos los libaneses deben pensar detenidamente sobre este atentado tan peligroso para el futuro del país. Llamamos a que se proteja la institución armada, única institución que goza de la unanimidad de todos los libaneses. Para nosotros, el ejército es lo que queda del Estado que es el Líbano. Si perdemos nuestro ejército todo el mundo pierde (…)
Seguimos queriendo la formación de un gobierno de unión nacional. El gobierno neutro es una estafa. No aconsejamos a nadie la formación de un gobierno impuesto. Eso es todo (…)
Parece que en la región hay quienes quieren hacer estallar el Líbano motivados por sus propios fracasos en Siria. Los que viven en sus castillos nunca se interesaron por los miles de desplazados sirios que están muriendo de frío. Expreso sinceramente mi inquietud ante los planes tendientes a desestabilizar el Líbano.
»

Walid Joumblatt, jefe del Partido Socialista Progresista del Líbano
«Todos los partidos políticos libaneses deben unirse alrededor del ejército para enfrentar el terrorismo, venga de donde venga, y facilitar su misión en Trípoli y en las regiones libanesas. Los responsables deben impedir la reanudación de enfrentamientos inútiles cuyo precio pagan los inocentes y los militares que están cumpliendo con su deber nacional. Rendimos homenaje a la lucha heroica del ejército contra el enemigo israelí. Hay partes que no deben olvidar las ambiciones y los crímenes enemigos. El ejército es de nuevo blanco [de agresiones] y está aportando mártires en la defensa de la estabilidad y la paz civil. Más que nunca reclamamos para él la solidaridad absoluta.»

Samir Geagea, jefe de las Fuerzas Libanesas
«Algunos utilizan la presencia cristiana en el Medio Oriente para prolongar la vida del régimen de Assad y demostrar que este último protege a las minorías en la región. Algunos responsables hacen de vez en cuando todo un drama por la muerte de una persona en Siria, como en Maalula, para convencer a la opinión pública de la existencia de un conflicto confesional. Esto nos concierne a todos. La mayoría de las ciudades sirias están enteramente destruidas, sin olvidar los cientos de miles de muertos. La situación en Maalula es similar a la de Homs, Alepo y Deraa. Las FL prefieren vivir libre en el infierno antes que humilladas y esclavas en el paraíso.»

Wael al-Halaqi, primer ministro de Siria
«El gobierno libanés es en parte responsable de la guerra contra Siria debido a su injerencia en los asuntos sirios desde hace más de 2 años. Parte de la crisis siria pudiera atribuirse a las políticas que adoptó ese gobierno. Las autoridades libanesas han fracasado en mantener su país al margen de los acontecimientos regionales. El gobierno libanés ha facilitado la infiltración de hombres armados en Siria desde el Líbano. Los terroristas estarían hoy mucho más activos si el Hezbollah no hubiese estado presente a ambos lados de la frontera líbano-siria, sobre todo en la ciudad [siria] de Qousseir.
No existe actualmente ningún contacto entre los gobiernos sirio y libanés. Los ministros de Relaciones Exteriores de los dos países siguen estando en contacto. Las relaciones entre los dos países no corresponden hoy a las relaciones que mantuvieron históricamente Siria y el Líbano.
»

Faysal al-Moqdad, viceministro sirio de Relaciones Exteriores
«Yo pregunto a la oposición: ¿Por qué un ciudadano no tiene derecho a ser candidato? ¿Quién puede impedírselo? Todo ciudadano sirio tiene derecho [a ser candidato].
Queremos que, al final de las conversaciones, se decida en las urnas quién va a dirigir el país. Y el presidente Assad goza de una gran mayoría, al contrario del presidente [francés] Francois Hollande que sólo cuenta con un 15% de respaldo en su país.
En mi opinión, el presidente Assad debería ser candidato. Pero es él quien decidirá eso cuando llegue el momento.
Nadie tiene derecho a interferir y decir si él tiene o no derecho a ser candidato.
Esa es una decisión que deber tomar el presidente mismo con el respaldo del pueblo sirio.
»

Ali Awad al-Assiri, embajador de Arabia Saudita en Líbano
«La seguridad se deteriora en Líbano pero nosotros no hemos recibido amenazas particulares. Sin embargo, tomamos todas las medidas de seguridad necesarias. La embajada ha establecido planes de seguridad capaces de enfrentar cualquier situación inesperada. Ya hemos exhortado a nuestros nacionales a no viajar al Líbano y seguimos la situación de los que ya se encuentran aquí.»

Fuente
New Orient News ">New Orient News