135 años han pasado de la invasión e infausta guerra que no ventilaremos y que no hemos olvidado con el solo propósito de que la historia que empezamos a escribir a partir de este jubiloso 27 de enero no se repita jamás.
135 años hemos esperado sin odios ni revancha con la humana intención de ser capaces de zurcir las heridas y vivir en paz para construir el mañana; tanto así, que el Fallo de La Haya y la ilusión de un nuevo Mapa Marítimo que zanje las diferencias, ha llenado a nuestro pueblo de esperanza y sincera alegría, como para esperar en el camino la burda patraña y la artera emboscada, tal y como sucediera con Tacna, Arica y Tarapacá.
Ahora bien y no sin antes reconocer el sigilo y dedicación del presidente Ollanta Humala, la indiscutida sagacidad del presidente Alan García desde el génesis de la demanda y el encomiable y profesional trabajo de nuestro equipo diplomático, consideramos un deber ineludible y moral hacer las siguientes precisiones:
Que el leit motiv de la guerra de 1879 fue el guano y el salitre, cuyas inmensas riquezas sirvieron para afirmar a una burguesía criolla parasitaria en desmedro del naciente ESTADO PERUANO, el dispendio y la corrupción de más de 12 mil millones de soles de la época y provenientes de los contratos del guano, fueron los detonantes que despertaron la codicia del enemigo, se expuso la integridad del territorio y la seguridad de la República con consecuencias por todos conocidas.
Que, hasta el día de hoy, los rezagos de esa nefasta burguesía antinacional asociados con malos políticos y algunos empresarios de nuevo cuño e inclusive algunos seudo dirigentes sindicales, han propiciado lobbies y aún lo hacen con poderosos intereses empresariales pesqueros chilenos, confundiendo a nuestra población en el sentido de que el “acatamiento del fallo”; tiene que pasar por una necesaria reforma constitucional y la adhesión de Perú a la Convención del Mar.
Que, la peruanidad toda, en las escuelas, las fábricas, el campo y las universidades tienen que asimilar el legado de la doctrina de las 200 millas hasta la posteridad de los tiempos. La llamada tesis peruana es en realidad la DOCTRINA PERUANA DEL MAR TERRITORIAL que desde 1947 dejó establecida claramente la soberanía y jurisdicción del Perú hasta la distancia de 200 millas. La Convención del Mar NO recoge un ápice de esa doctrina desde el momento que no reconoce la soberanía y jurisdicción del Perú en las 200 millas. Mucho menos la Constitución, cuyo Art. 54 establece que el dominio marítimo de 200 millas ES PARTE DEL TERRITORIO NACIONAL y goza de soberanía y jurisdicción, que no reconoce la Convención del Mar, al punto de limitar la soberanía (supuesta) a sólo 12 millas de ancho. Es por esta razón, que el Fallo de CIJ de La Haya tiene imperiosamente que ser visto como una, o tal vez, la más grande victoria moral, política y diplomática de toda la historia de la Patria.
Qué, el momento actual demanda la renuncia de una “doble moral” de parte de nuestra clase dirigente y empresarial y de una actitud racional y nacionalista de nuestra “academia científica” con respecto a la extracción depredatoria a la que ha sido sometida “la anchoveta" por 60 años, sin considerar que ésta constituye “el anillo fundamental y nutricional de la sostenibilidad de la maravillosa biodiversidad que atesora el ecosistema de Humboldt”. Sin la anchoveta no hay vida en el Mar de Grau y no puede seguir siendo pasto de acumulación de riqueza fácil y rápida por parte de una industria que beneficia a muy pocos y que perjudica y atenta contra la seguridad nutricional y alimentaria, no solo de la nación peruana, sino de gran parte de la humanidad, el respeto a su ciclo natural y biológico potencia la existencia de muchas otras pesquerías altamente cotizadas por su valor comercial y que servirán de base para el desarrollo del “boom gastronómico” que empieza a vivir el Perú, el mismo que ya empieza a ser reconocido mundialmente; finalmente podríamos decir que junto al turismo habrán de convertir al Perú en el país pesquero más grande del mundo y así lo reivindica el Fallo de La Haya.
Que, siendo El Fallo per se marítimo y por ende pesquero, las autoridades de PRODUCE deberían entender que su ámbito administrativo, regulatorio, facilitador y promotor tienen que ser las 200 Millas y que su misión y visión, es el ordenamiento de todas las pesquerías. Que para el caso del ordenamiento de la pesquería de la anchoveta, el D. S. N° 005-2012-PRODUCE y normas subsecuentes, son solo el inicio, que no se puede ordenar sobre el caos y el sobredimensionamiento de la flota en un 300%, en este sentido, de las 3 mil E/P que se dedican a extraer anchoveta solo deben quedar mil, tal vez menos, a las sobrantes habría que mutarles los permisos de pesca para que se dediquen a otras pesquerías.
Que, en cuanto a PRODUCE por su inoperancia demostrada habría que reemplazarlo por un Nuevo y especializado Ministerio de Pesca y Acuicultura, no es posible que el Perú, con el mar más rico del planeta se debata en la confrontación el caos y el desorden. En este sentido el Fallo de La Haya, nos da la razón, poco o casi nada hemos hecho en la explotación y ocupación de nuestras 200 millas, en cambio hemos optado por ser un país “monoproductor” ¿Para qué?, simplemente para reducir una especie rica en proteínas y omega 3 y convertirla en harina para alimento de cerdos extranjeros. También es imprescindible una Nueva Ley General de Pesca simplificada y concreta en sus objetivos y finalidad; que contemple además la creación imperativa de un Sector Industrial de Pesca de Consumo Humano y que prescinda del círculo vicioso de un solo interlocutor que más parece un club empresarial y dueños del mar peruano.
Que, con el propósito de evitar la “politización”de la pesca de anchoveta en la zona sur del país –frontera con Chile y por razones geopolíticas- se establezca un corredor permanente de pesca de anchoveta entre Ilo y Tacna, a efectos de impedir la migración de la especie a mares del norte del país vecino, al no existir convenios bilaterales de pesca.
Que, finalmente y en cuanto al Sector Industrial de Pesca de Consumo Humano, se debe en alianzas público privadas, con la participación de los Gobiernos Regionales concesionar todas las infraestructuras de los Desembarcaderos Pesqueros Artesanales – DPA; para cancelar toda forma de asistencialismo populista que tanto daño y ha mantenido postrado hasta hoy a la Pesca Artesanal y a FONDEPES convertirlo en una Agencia Crediticia para el apoyo a la modernización de los pequeños pescadores artesanales.
A manera de Conclusión
Ante el Fallo de la CIJ de La Haya, el mejor tributo que podemos ofrecer al Mar de Grau y de todos los peruanos, es no depredarlo, es respetar el ciclo natural y biológico de la anchoveta fuente inagotable de la cadena de vida y sustento de muchas especies comerciales que se esparcen en nuestras 200 millas e inclusive sirve de alimento a otras especies migratorias que estacionalmente concurren a nuestras aguas dando lugar a la presencia de importantes pesquerías.
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