El caos reinante en Ucrania es el resultado de una deliberada desestabilización del país, caos planificado por fuerzas de inteligencia principalmente anglo-sajonas operando secretamente desde hace tiempo. Este plan ha venido apoyando financieramente y activando a grupos extremistas, neonazis y políticos corruptos vendidos a Washington desde la caída de Muro de Berlín, tal como la Red Voltaire lo denunció hace ya diez años. El plan de la OTAN es de utilizar Ucrania para acorralar militarmente Rusia, cansarla, satanizarla mediante la propaganda de prensa comercial que Occidente controla globalmente.
Cuando leas esto Rusia habrá invadido Ucrania. Bueno, es lo que anda diciendo el supremo comandante aliado de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el general de la Fuerza Aérea de EE.UU. Philip Breedlove. El supremo Breedlove dice que los rusos están “listos para entrar en acción” y que podrían fácilmente apoderarse de Ucrania oriental. Los medios corporativos occidentales ya han sacado el polvo a sus chalecos antibalas.
Compara al supremo Breedlove con un diplomático adulto, el ministro de Exteriores ruso Sergei Lavrov, quien ha llamado a la OTAN a que haga el favor de rebajar la “irracional” retórica belicista, que también incluye el final oficial de toda cooperación civil y militar con Rusia y la planificación de más acciones militares en Europa Oriental.
Mientras la OTAN –abreviatura de "división europea del Pentágono"– enloquece, como demuestran las declaraciones de su secretario general, el mentecato danés Anders Fogh Rasmussen, veamos donde nos encontramos realmente en el terreno, basándonos en filtraciones de los campos de Lavrov y del Secretario de Estado de EE.UU. John Kerry.
El punto principal –oscurecido por un arcoíris de histeria– es que ni Washington ni Moscú quieren que Ucrania se convierta en una herida supurante. Moscú dijo a Washington, oficialmente, que no tiene la menor intención de “invadir” Ucrania. Y Washington dijo a Moscú que, a pesar de toda la retórica demencial, no quiere expandir la OTAN a Ucrania ni a Georgia.
Sean cuales sean las acciones de Washington, no convencerán al Kremlin de que el golpe en Kiev no fue orquestado en gran parte por matones aliados del kaghanato de Nuland, también conocida como secretaria adjunta de Estado de EE.UU., Victoria Nuland. Al mismo tiempo, el Kremlin sabe que el tiempo está de su parte y por lo tanto sería incluso totalmente contraproducente considerar una “invasión” de Ucrania oriental.
Si se combina la lucha encarnizada entre facciones sospechosas en Kiev, de fascistas de santa Julia –“matad a todos los rusos”– Timoschenko; el aumento del precio de gas natural en un 80% por parte de Gazprom y el Fondo Monetario Internacional a punto de desencadenar algún repugnante reajuste estructural que hará que Grecia parezca Cenicienta jugando en un jardín de rosas, todo lo que Moscú necesita hacer es sentarse, descansar y contemplar la carnicería (interna).
Lo mismo se aplica a los países bálticos que, como le gustaría a la histeria de la OTAN, podrían ser invadidos la próxima semana. Como los países bálticos forman parte de la OTAN, entonces, los "robocops" de Bruselas reaccionarían realmente de modo violento. Sin embargo solo los neoconservadores arrogantes-ignorantes reconocidos creen que Moscú romperá sus complejas relaciones políticas y comerciales con Europa –especialmente con Alemania– arriesgándose a una guerra caliente por los países bálticos. Los alemanes tampoco quieren una guerra caliente o fría. Incluso en el caso extremadamente improbable de que sucediera, ¿qué haría el macho, macho OTAN bajo órdenes del Pentágono? ¿Invadiría territorio ruso? Eso ni siquiera se puede calificar de chiste malo.
A propósito, hablando de chistes malos, es difícil superar a Olli Rehn, vicepresidente de la kafkiana Comisión Europa, que subraya que “en los intereses de mantener la paz y la estabilidad en nuestro continente” la Unión Europea forma parte del paquete del 11.000 millones de dólares del FMI-capitalismo de desastre para saquear, perdón, “ayudar” a Ucrania, y esto mientras los ciudadanos de la UE carecen de empleo y millones de ellos se ven arrojados a la pobreza.
En cuanto a la máxima prioridad de Berlín, es como mínimo alejar a la UE de un choque tremendo, lo que implica mantener a bordo los igualmente devastados Club Med y Europa Central mientras combate el continuo ascenso del repugnante neofascismo “normalizado”. “Una empresa masiva” ni siquiera comienza a describirlo. ¿Por qué agregar una confrontación con Moscú a esa sopa de pescado indigerible?
Nuevo eje en casa
Epifanías de autoridad moral como el editorial del Guardian (“ganó una península pero perdió un país”) carecen de sentido. Lo mismo vale para la subalterna Polonia enloqueciendo y pidiendo más “protección” a la mafia de Bruselas.
Predeciblemente, los medios corporativos occidentales propagan que Putin “parpadeó” cuando telefoneó al Presidente de EE.UU. Barack Obama para establecer un paquete de solución que incluye, crucialmente, una federalización de Ucrania. El Gobierno de Obama –a pesar de estar dotado de personal de una mediocridad sorprendente– sabe que es el único camino racional. Y ninguna cantidad de “presión” doblegará a Moscú. Aquellos días en los que se imponía cualquier capricho al borrachín Boris Yeltsin han terminado hace tiempo. Al mismo tiempo, Moscú es un jugador realista perfectamente consciente de que la única solución posible en el caso de Ucrania se tiene que encontrar con Washington.
Por lo tanto Ucrania es esencialmente un detalle y “Europa” no es más que un espectador impotente. ¿A quién se puede llamar en “Europa”? ¿Al cero a la izquierda al estilo Magritte que es el Presidente del Consejo Europeo? Cualquiera que haya estado en Bruselas sabe que “Europa” sigue siendo una colección glorificada de principados riñendo por tonterías en un chapurreo de lenguajes. Maquiavelo lo comprendería fácilmente.
Para rematar, el Gobierno de Obama no tiene la menor idea de lo que quiere en Ucrania. ¿Una “democracia constitucional”? Moscú podría incluso estar de acuerdo, a pesar de saber, sobre la base de montones de razones históricas y culturales, que va a ser un fracaso. La línea roja, sin embargo, se ha señalado una y otra vez: ninguna base de la OTAN en Ucrania.
Los protagonistas racionales de Washington –una minoría certificada– ciertamente se han dado cuenta de que si no se cooperan con Moscú, Rusia jugará con toda la fuerza dentro del marco de las negociaciones del P5+1 (los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania) sobre el expediente nuclear iraní.
Solo los ciegos no verán que Moscú y Teherán van hacia una cooperación estratégica más estrecha, así como Moscú y Pekín. Existe un verdadero eje geopolítico estratégico –Moscú-Pekín-Teherán– y todo el mundo en desarrollo ya se ha dado cuenta de que ahí se encuentra la verdadera acción. Pero en lo que concierne a Ucrania, la cruda realidad es que todo tiene que ver con EE.UU. y Rusia.
Fuente: Asia Times Online, 4 de abril de 2014.
Traducido del inglés por Germán Leyens.
Este artículo apareció originalmente bajo el título de: “The US-Russia Ukrainian deal”.
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