Se abre la sesión a las 10.10 horas.
El Presidente (habla en inglés): De conformidad con el artículo 37 del reglamento provisional del Consejo, invito al representante de Israel a participar en esta sesión.
Propongo que el Consejo invite al Observador Permanente del Estado Observador de Palestina ante las Naciones Unidas a participar en esta sesión, de conformidad con el reglamento provisional y la práctica anterior al respecto.
Al no haber objeciones, así queda acordado.
De conformidad con el artículo 39 del reglamento provisional del Consejo, invito a la Secretaria General Adjunta de Asuntos Humanitarios y Coordinadora del Socorro de Emergencia, Sra. Valerie Amos, a participar en esta sesión.
En nombre del Consejo, doy la bienvenida a la Sra. Amos, que se nos une hoy por videoconferencia desde Trinidad y Tabago.
De conformidad con el artículo 39 del reglamento provisional del Consejo, invito al Comisionado General del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente, Sr. Pierre Krähenbühl, a participar en esta sesión.
En nombre del Consejo, doy la bienvenida al Sr. Krähenbühl, quien se suma a la sesión de hoy por videoconferencia desde la ciudad de Gaza.
El Consejo de Seguridad comenzará ahora el examen del tema que figura en el orden del día.
Tiene ahora la palabra la Sra. Valerie Amos.
Sra. Amos, Secretaria General Adjunta de Asuntos Humanitarios y Coordinadora del Socorro de Emergencia (habla en inglés): Sr. Presidente: Le doy las gracias por la oportunidad que me brinda de informar al Consejo sobre la situación en Gaza.
La crisis actual en Gaza ocurre en el contexto de decenios de inestabilidad, pobreza y vulnerabilidad resultantes de estallidos reiterados de hostilidades y de un bloqueo por tierra, mar y aire. El bloqueo deja solo dos cruces libres para una limitada circulación de peatones y un cruce para la circulación de bienes. Como consecuencia, más del 80% de la población de Gaza, integrada por 1,8 millones de habitantes —más de la mitad de ellos constituida por niños menores de 18 años— dependía de la asistencia humanitaria antes de que estallaran las hostilidades. En la Franja de Gaza se han impuesto varias restricciones al uso de la tierra, y el 80% de sus zonas de pesca son total o parcialmente inaccesibles. Se estima que aproximadamente el 57% de los habitantes de Gaza padece de falta de seguridad alimentaria, y el desempleo sigue siendo alto, con un índice del 43%. Se registra un deterioro total de la economía.
Esta situación inestable se ha agravado debido a 24 días de conflicto. Más de 1.300 palestinos han resultado muertos y 6.000 heridos. Más del 80% de los muertos eran civiles, incluido 251 niños. Israel ha hecho frente a ataques con cohetes. Cincuenta y nueve personas han resultado muertas, de las cuales 3 eran civiles y 56 soldados, y varias decenas han resultado heridas. Hasta un total de 440.000 personas en la Franja de Gaza están desplazadas, cifra que constituye casi el 24% de la población, y se ha albergado a más de 240.000 personas en escuelas pertenecientes al Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (OOPS), mientras otras buscan refugio dondequiera que puedan, en edificios gubernamentales y en hospitales o con familiares y amigos. Huyen hacia las zonas en las que consideran que estarán resguardadas de los ataques, pero esas zonas son cada vez más difíciles de encontrar. Gaza tiene una longitud de solo 45 kilómetros y una anchura de entre 6 y 14 kilómetros, y los militares israelíes han informado de que el 44% de Gaza es una zona de separación. Con el bloqueo, la mayor parte de la población no puede salir de Gaza ni siquiera para recibir atención médica urgente.
Por lo tanto, recurren a las instalaciones de las Naciones Unidas en busca de protección cuando sus hogares y barrios son objeto de ataques; esas personas son más de 240.000. Sin embargo, más de 103 de dichas instalaciones han sido objeto de ataques, incluso una escuela del OOPS que ayer albergaba a más de 3.300 personas desplazadas. Un total de 19 personas resultaron muertas y más de 100 fueron lesionadas. Las Naciones Unidas han perdido a 7 miembros de su personal, y, desde que estallaran las hostilidades, otros trabajadores que prestaban asistencia humanitaria perdieron la vida. La realidad actual en Gaza es que no hay ningún lugar seguro.
El Secretario General y otros funcionarios superiores de las Naciones Unidas han condenado este ataque y otros en los términos más enérgicos posibles. Las partes en el conflicto tienen la obligación —la absoluta obligación— de proteger a los civiles de ataques directos o indiscriminados. De conformidad con el derecho internacional, las operaciones, el personal y las instalaciones de las Naciones Unidas deben seguir siendo inviolables, y las partes en el conflicto deben proteger a los trabajadores que prestan asistencia humanitaria. No hay justificación alguna para no hacerlo.
La violencia actual ha causado la destrucción generalizada de viviendas, servicios públicos e infraestructura en toda la Franja de Gaza. Según informes preliminares, más de 9.000 viviendas han sido destruidas o dañadas. Más de 130 escuelas y otras instalaciones educativas también han sufrido daños. Dos de los tres principales complejos de las Naciones Unidas, incluido el de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios en Gaza, han resultado dañados. Las instalaciones médicas no se han librado de los ataques, ya que 24 han quedado dañadas o destruidas y algunas fueron objeto de múltiples ataques. Entre ella, cabe citar el hospital de Al‐Aqsa, que fue atacado el 21 de julio, lo cual causó daños considerables en sus dos pisos superiores y la muerte de 4 personas. El 29 de julio, Shifa, el principal hospital de Gaza, donde también estaban refugiadas miles de personas desplazadas, fue dañado.
Además de escuelas, hospitales y otra infraestructura civil, la única central eléctrica de Gaza fue objeto de un ataque el martes pasado, y sus tanques de combustible quedaron destruidos. Partes de Gaza seguirán sin electricidad mientras que otras la recibirán durante solo dos horas por día. En las mejores circunstancias posibles, se espera que las reparaciones insuman meses. Nunca se insistirá lo suficiente en las consecuencias que sufrirán de inmediato, a mediano y a largo plazo el funcionamiento de las instalaciones de agua, saneamiento y atención de la salud, así como la producción de alimentos. Los sistemas de abastecimiento de agua y saneamiento también han resultado muy dañados, y me preocupa profundamente la posible contaminación de los sistemas hídricos. Centenares de miles de personas no tienen acceso al suministro cotidiano de agua, y la violencia actual impide que se efectúen reparaciones urgentes. Si la situación actual persiste, el número de personas sin agua registrará un aumento considerable.
Las Naciones Unidas y nuestros asociados sobre el terreno trabajan para atender las crecientes necesidades humanitarias. El OOPS suministra agua y alimentos a los albergues, además de llevar a cabo sus programas habituales. El Programa Mundial de Alimentos proporciona alimentos a las personas albergadas en los refugios del OOPS y a otras, así como a los pacientes y al personal de hospitales. La Organización Mundial de la Salud facilita el traslado a hospitales de suministros médicos, incluidos suero y equipos de instrumental quirúrgico, y coordina pedidos de equipos médicos, combustible y otros suministros procedentes de hospitales administrados por organizaciones no gubernamentales. El UNICEF distribuye medicamentos pediátricos a hospitales y centros de salud, proporciona apoyo psicológico a niños y familias y trabaja para restablecer el acceso al agua y al saneamiento. No obstante, los esfuerzos de socorro se ven desbordados. La lucha y la inseguridad constantes obstaculizan nuestra capacidad de circular y han dificultado la prestación sostenida de asistencia a las personas necesitadas.
Hasta que se acuerde un alto el fuego a largo plazo, necesitamos más pausas humanitarias para que podamos tener acceso a los necesitados. Las pausas deben ser diarias, previsibles y lo suficientemente largas como para que el personal humanitario pueda enviar socorro a los necesitados, rescatar a los lesionados, recuperar restos mortales y dar a los civiles un período de calma para que puedan reabastecerse y reaprovisionar sus hogares.
Es urgente que el Gobierno de Israel y Hamas, así como otros grupos militantes, cumplan sus obligaciones jurídicas internacionales, incluidas las disposiciones del derecho internacional humanitario y las normas internacionales relativas a los derechos humanos. Cada parte debe rendir cuentas de sus actos de conformidad con las normas internacionales y no con arreglo a las normas de la otra parte. Todos hemos presenciado horrorizados la desesperación de niños y civiles mientras eran atacados y no tenían ningún lugar seguro a dónde ir. En virtud del derecho internacional humanitario, el Gobierno de Israel, Hamas y otros grupos militantes deben distinguir entre objetivos militares y objetos civiles, y entre combatientes y civiles. Deben también evitar dañar a civiles o a objetos civiles y deben protegerlos de los efectos de operaciones militares. Como he dicho al Consejo anteriormente y en distintas circunstancias, incluso la guerra tiene reglas.
También se requiere financiación con urgencia. El sistema de las Naciones Unidas ha solicitado fondos adicionales, y pido a los Estados Miembros que respondan con rapidez y generosidad a esos llamamientos. No podemos prestar asistencia adecuada sin una inyección urgente de fondos.
Debe ponerse fin a la violencia y deben abordarse las causas originales del conflicto. La población de Gaza quiere vivir en condiciones de seguridad, protección y dignidad. La población de Israel anhela lo mismo. Espero que la comunidad internacional pueda ayudarlas a alcanzar ese objetivo.
El Presidente (habla en inglés): Agradezco a la Sra. Amos su exposición informativa.
Tiene ahora la palabra el Sr. Krähenbühl.
Sr. Krähenbühl, Comisionado General del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (habla en inglés): Permítaseme comenzar expresando mi sincero agradecimiento al Consejo de Seguridad por la invitación y el honor de poder presentar hoy información desde la Ciudad de Gaza.
En esta, la segunda de mis visitas a Gaza durante la crisis actual, me he dedicado los dos últimos días a evaluar la situación en el terreno, la magnitud del sufrimiento humano, y la marcha de nuestras operaciones, que se mantienen en muchas partes de la Franja de Gaza, en medio de las terribles condiciones generadas por el conflicto que estalló el 8 de julio.
Ante todo, deseo expresar mi profunda admiración por el personal del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (OOPS) que presta una asistencia humanitaria vital a la población de Gaza. Bajo el sobresaliente liderazgo de nuestro Director de Operaciones, Sr. Bob Turner, el personal del OOPS en Gaza — con más de 12.000 integrantes— ayuda al pueblo de Gaza en su momento de mayor necesidad, y lo hacen corriendo graves peligros en el contexto actual. Desde el inicio de las hostilidades, ocho de mis colegas han perdido la vida. Al reconocer su sacrificio, hago llegar nuestras condolencias a sus familias. No quiero dejar de dar las gracias, también, a los demás componentes del sistema de las Naciones Unidas que tanto hacen para responder a las dimensiones humanitarias y políticas de la situación.
Desde mi llegada aquí ayer, he sido testigo de la trágica situación que se ha creado y que tan vívidamente presentan las pantallas de televisión en todo el mundo. He visto los graves daños que se han causado a vecindarios completos y a infraestructura esencial. En particular, esta mañana he visto el catastrófico costo humano de esta guerra en la sala de pediatría del hospital más importante de Gaza, donde vi cuerpos destrozados que son la consecuencia real —e inaceptable— de un conflicto armado en que se hace un uso excesivo —y a veces desproporcionado— de la fuerza en zonas urbanas densamente pobladas. Entre los numerosos niños que yacían en salas y pasillos se encontraba Yussuf, de cinco meses, que, a duras penas, y aún no definitivamente, sobrevivió ayer el bombardeo contra el edificio de la escuela del OOPS en Jabalya.
Al igual que muchos miembros del Consejo, tengo hijos, y lo que vi hoy —las heridas terribles— me ha devastado. Hablo del pequeño Yussuf porque siempre he rechazado el concepto del anonimato de los muertos y los heridos. Con demasiada frecuencia, los informes sobre las zonas de guerra se refieren a cifras. Los niños palestinos que hoy vi no son estadísticas. Detrás de cada muerte y cada herida hay una historia y un destino que merece respeto.
Ayer, una escuela primaria de niñas en Jabalya designada para servir como refugio de emergencia para personas desplazadas fue impactada por disparos de artillería, disparos que pensamos fueron hechos por el ejército israelí. La posición y las coordinadas exactas de la escuela fueron notificadas en 17 ocasiones al ejército israelí, al que se le informó incluso de que la escuela servía de refugio a personas desplazadas. Los militares israelíes habían instruido a los desplazados que evacuaran sus hogares y buscaran refugio en nuestras instalaciones. Reitero, mi condena al ataque en los términos más enérgicos, reitero también que se trata de una grave violación del derecho internacional, e insto a encontrar a los responsables, incluso mediante el inicio inmediato y por Israel de una investigación imparcial cuyos resultados debe dar a conocer. Mantenemos un diálogo constante con Israel sobre esta cuestión.
En mis conversaciones de ayer y hoy con muchos habitantes de Gaza, les escuché decir una y otra vez: “si no estamos seguros en una escuela del OOPS, no estamos seguros en ninguna parte de Gaza”, y agregar, “el mundo nos ha dejado solos, no nos ha protegido”. Muchos dijeron: “no queremos oír hablar más de protección de los civiles”.
También exhorto a todas las partes a respetar la inviolabilidad de las instalaciones de las Naciones Unidas y a tomar precauciones extremas en la conducción de las operaciones militares que afectan a los civiles en la región. El hecho de que el ataque contra el refugio en Jabalya haya ocurrido solo seis días después del ataque contra las instalaciones del OOPS designadas como refugio de socorro, en Beit Hanoun, y de que ese ataque haya causado numerosos heridos y muertos entre las personas internamente desplazadas allí refugiadas, hace aún más urgente nuestro llamamiento.
Hay otro desafío en nuestro ámbito de operaciones sobre el que deseo llamar la atención. En tres ocasiones hemos encontrado en las instalaciones vacías del OOPS cohetes que pertenecen a grupos armados en Gaza. De inmediato alertamos a todas las partes pertinentes sobre su existencia y condenamos enérgicamente el despliegue de esas armas en nuestras escuelas. Ahora el OOPS trabaja en cooperación con los asociados de las Naciones Unidas a fin de mejorar los procedimientos para hacer frente a esas violaciones de una manera que no comprometa la seguridad del personal o de los civiles, incluida la seguridad de los beneficiarios de las actividades del OOPS. También es preciso decir que esos descubrimientos no justifican de manera alguna los ataques contra las instalaciones del OOPS y en particular contra esos refugios de personas internamente desplazadas. El OOPS adopta medidas rigurosas para vigilar estrechamente todas sus instalaciones a las que tiene acceso, con miras a evitar su mala utilización por los combatientes y otras partes.
Permítaseme ahora referirme al reto más difícil que hoy enfrenta el OOPS en Gaza. En estos momentos estamos atendiendo a más de 220.000 personas internamente desplazadas, una cantidad que ha aumentado con cada día de conflicto y a un ritmo más intenso a partir de la semana pasada. Ello representa una cantidad que cuadruplica el número mayor de personas desplazadas registradas en el conflicto de 2008 y 2009. No estoy hablando aquí de las decenas de miles de desplazados en Gaza que han encontrado refugio temporal con familias que les han acogido, sino solo de aquellos que están registrados en las escuelas del OOPS.
Estamos haciendo todo lo posible por proveer a los desplazados de artículos que satisfagan sus necesidades básicas —alimentos, colchones y mantas— pero ahora nos encontramos en la cuarta semana de un desplazamiento en masa hacia instalaciones que no están preparadas para dar refugio a tantos y por tanto tiempo. Las condiciones son cada vez más extremas en los refugios. No hay agua para garantizar la higiene, hay pocas duchas y las letrinas son totalmente inadecuadas. Están comenzando a aparecer enfermedades, como infecciones en la piel y sarna, entre otras. Hay miles de mujeres embarazadas en nuestras escuelas, y en esas horribles condiciones estamos dando refugio a recién nacidos. Por supuesto, nuestra capacidad para aliviar la situación está severamente limitada por las hostilidades en curso.
Nos preocupa profundamente la situación, así como cualquier posible desplazamiento adicional que haga aumentar el número de refugiados en nuestras instalaciones. Con 2.500 personas desplazadas viviendo en las escuelas, y un promedio de 80 personas por aula, hemos excedido el límite tolerable de personas que podemos albergar. Es por ello que nos alarma escuchar sobre las nuevas instrucciones que ha dado el ejército israelí a los palestinos para que evacuen la zona de Zeitoun en la Ciudad de Gaza y zonas aledañas a Khan Younis.
Tomando en cuenta los datos anteriores y el hecho de que los bombardeos ya han alcanzado a las escuelas del OOPS en seis ocasiones, considero que la población está al borde de un precipicio y llamo a la comunidad internacional a adoptar las medidas necesarias para hacer frente a esta situación extrema. Si realmente ocurrieran nuevos desplazamientos en gran escala, la Potencia ocupante, en virtud del derecho internacional humanitario, tendrá que asumir la responsabilidad directa de asistir a esas personas.
La nueva realidad que se conforma ante nuestros ojos en el territorio palestino ocupado y en Israel no es sostenible en ninguna circunstancia. Los costos humanitarios y políticos crecen día a día con cada muerte y cada herida, con la continuada destrucción de infraestructura que es vital para la vida del pueblo palestino en Gaza, y con la constante violación del derecho internacional. Como dije en mi visita anterior a Gaza, los lanzamientos de cohetes contra ciudades israelíes y las acciones que ponen en peligro a la población civil de Israel son inaceptables y deben cesar.
Todos aspiramos a ver un Oriente Medio en el que sus pueblos compartan intereses comunes, un interés en el bienestar de los demás, y un compromiso —como recientemente dijo el Secretario General— con la paz, la justicia y la seguridad de todos en la región. Ello es imposible en condiciones de ocupación militar y de un conflicto despiadado como el que tiene lugar en estos momentos. Ya es tiempo de que las partes acuerden un alto el fuego inmediato e incondicional como el que reclama el Consejo en su reciente declaración (S/PRST/2014/13).
Permítaseme también sumar mi voz a la de quienes piden resolver aquellas cuestiones subyacentes que alimentan el conflicto y la violencia que se reproduce a sí misma ante los ojos del mundo. En otras palabras, si bien un alto el fuego salva vidas, no es suficiente. No es concebible simplemente volver a la situación que existía antes de que comenzara el conflicto. A pesar de las legítimas preocupaciones de Israel respecto de la seguridad, el bloqueo ilícito de Gaza debe cesar. Este pequeño territorio es hogar para 1,8 millones de personas, que enfrentan la perspectiva de que se vuelva inhabitable en cuestión de solo unos cuantos años, a menos que la comunidad internacional tome medidas urgentes para permitir el desarrollo de Gaza y garantizar la seguridad para todos en la región.
El OOPS, fiel a su mandato, permanecerá firme en su compromiso y sus operaciones, ya sea durante esta terrible emergencia o durante la fase de recuperación una vez que haya cesado la lucha. No obstante, se necesita mucho más para garantizar una paz y una estabilidad duraderas en la región.
El Presidente (habla en inglés): Agradezco al Sr. Krähenbühl su exposición informativa.
Invito ahora a los miembros del Consejo a celebrar consultas oficiosas para proseguir con el examen del tema.
Se levanta la sesión a las 10.30 horas.
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