Grecia ha votado “no” a la Troika. “No” a la austeridad contra la crisis. Syriza ganó las elecciones griegas con el 35 por ciento de los votos, pero el “no” ha conseguido más del 61 por ciento. “Hemos visto a Grecia levantarse contra el acoso e intimidación para que aceptara las exigencias de los acreedores y se deshicieran de su gobierno”, escribe Paul Krugman y, según el Nobel de Economía, el gobierno de Syriza ha conseguido una gran victoria no sólo para griegos y griegas, sino por otra Europa.
Pero a pesar de esa victoria, la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Eurogrupo se empecinan intransigentes. Su respuesta a la clamorosa descalificación del “no” a sus erróneas políticas ha sido que el gobierno griego acepte su plan de “reformas” o salga del euro. Y Angela Merkel remacha que sin “reformas creíbles”, no habrá acuerdo.
“¿Reformas?” “¿Creíbles?” ¿Bajar las pensiones en un país en el que más de la mitad de éstas no alcanza el salario mínimo? Y uno se pregunta por qué los “acreedores” y sus gendarmes (el BCE, la Comisión y el Eurogrupo) pueden ser tan miserables. Tras la derrota democrática, los nuevos sátrapas de Europa persisten en querer acabar con el gobierno de Syriza. La deuda es el pretexto, por eso no citan el reciente informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) que propone una quita y reestructuración de la deuda griega.
Llegan rumores de que el gobierno griego cede en alguna cuestión; eliminar los complementos a pensiones más bajas, porque la Unión Europea pretende que el porcentaje de Grecia en pensiones es muy elevado (casi 18 por ciento de producto interno bruto). Pero olvida con mala fe la enorme caída de la actividad económica por la austeridad impuesta. En cualquier caso, no juzgaría esas decisiones, de confirmarse, porque la presión es enorme y lo necesario es la solidaridad ciudadana europea. Los mandatarios de esta Europa decadente no pueden aceptar que un gobierno de izquierdas se salga con la suya, porque muestra otro camino que nada tiene que ver con la inútil austeridad que llena los bolsillos de las elites. Pues lo que preocupa a esos mandatarios neoliberales es que crezca la conciencia ciudadana colectiva de que hay otra vía para acabar con la atonía económica, la desigualdad, el empobrecimiento y el sufrimiento. Clara muestra de la indecente miseria moral del Eurogrupo, el BCE y la Comisión Europea.
¿Qué oscuras razones impulsan a los acreedores de Grecia, y a sus fieles sirvientes, a impedir un acuerdo razonable? Saben que la deuda de Grecia es impagable, como dicen ya incluso los técnicos del FMI y una legión de economistas independientes. ¿Ignoran que se anulan y reestructuran deudas desde hace milenios? Desde los tiempos de Hammurabi. ¿Por qué insisten en que la deuda sea pagada a costa de la ciudadanía: desempleados, pensionistas, hijos, nietos y mujeres de las clases trabajadoras? ¿Y por qué el Eurogrupo ha cambiado de parecer y se enroca recalcitrante cuando en noviembre de 2012 aceptaba que la deuda se reestructurara?
¿Acaso no ha habido bastantes recortes en Grecia? Los ha habido, como muestran los datos de Eurostat. Como escribe Ignacio Escolar, en 2014 el gasto público total de Grecia fue de 88 millones 371 mil euros. Casi un 11 por ciento menos que en 2013. ¿No es un recorte considerable? Pero la Comisión, BCE y Eurogrupo se empeñan en acogotar más al pueblo trabajador griego. E irrita aún más que en 2013 más del 25 por ciento del total del gasto público griego fuera para rescatar a la banca, cuando en la eurozona esa partida fue sólo del 9 por ciento de gasto público.
Continúa Escolar recordando que se le prometió a Grecia en 2012 que, si hacía recortes, se reestructuraría su deuda y permanecería en el euro. Pero, tras el mayor recorte de gasto público de su historia, tras perder el 27 por ciento del PIB por ello, tras demostrarse que la Troika evidentemente ha fallado en todas sus previsiones, ese compromiso no se ha cumplido e, insaciables, exigen más recortes.
El semanario alemán Der Spiegel ha advertido a Merkel, implacable gendarme de la mal llamada austeridad, que quizás pase a la historia como responsable de que Alemania provoque una catástrofe europea, por tercera vez en 1 siglo.
Ésta es una larga batalla y no sólo de Grecia. Todos nos jugamos construir otra Europa, justa y decente. Si no se logra, vamos al desastre.
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