Ante la pregunta inquietante e inquisidora de mis abogados a los efectivos policiales que hasta hoy, un año después, vienen investigando sobre el asalto a mi camioneta roja Patriot en plenas elecciones municipales cuando mi esposo estaba como candidato al distrito de Barranco, en Lima, las hipótesis fiscales son las siguientes: debido al porte militar de los supuestos delincuentes una teoría puede ser que algún empleado de la alcaldesa del distrito de Barranco en ese momento, algún líder enemigo con poder, alguna energúmena despechada, algún familiar envidioso o tal vez un desquiciado vengador golpeador de mujeres y la última conspiración consiste en que podrían ser empleados a sueldo del Palacio de gobierno, al singular estilo de las enigmáticas novelas de Agatha Christie; ¿quién de estos supuestos sindicados serían los verdaderos responsables de tal patraña?, el tiempo lo dirá.
Aproximadamente en mayo de este año, la revista Correo Semanal que se vende, tengo entendido, a nivel nacional, mostraba en carátula y en páginas interiores fotos de mi esposo y de mi persona sin haber solicitado ningún permiso previo, arbitrariamente y haciendo abuso de su poder o de creer que lo tienen para manchar honras y ensuciar honores de personas que ni conocen, que ni tienen idea de quiénes son y qué es lo que hacen y sin criterio alguno de inteligencia o sabiduría intelectual de códigos éticos que mínimo debe tener alguien que dice ser periodista.
Escribo hace casi dos años en este medio y lo hago ad honorem, nadie me da ni un centavo por lo que hago y si he hablado bien o de manera no tan grata de alguien lo he hecho por voluntad propia, nunca porque alguien me haya pagado o sobornado y aún cuando trabajé con el grupo Apertura de Comunicación y en el canal Best Cable del cono norte en la producción del programa político Contacto Vecinal que salió al aire años atrás, ni en la década que llevo trabajando en diferentes medios de comunicación, jamás recibí ni pedí un sol a nadie.
Diez años en periodismo te hacen aprender muchas cosas a la fuerza y a la mala. Sé identificar golpes bajos, trapos inmundos y lenguas sucias del cuarto poder, sobre todo cuando se mueven como títeres de los intereses de quienes dan para sus frejoles.
Soy solo una mujer emprendedora, empresaria y abogada de profesión que trabaja dignamente todos los días, que he entregado el corazón por causas justas, proyectos de ley, como la ley del asbesto, que el gobierno actual asolapadamente aprobó el reglamento el 4 de octubre del 2014 cuando el apogeo de la noticia en ese momento eran, las elecciones municipales, es obvio que nadie nunca tendría que reconocer mis esfuerzos, eso lo saben sólo los representantes de los ministerios de Salud, de Ambiente y actores de tal gestión.
He intervenido en procesos legales que defendí siempre de manera gratuita cuando quien solicitaba mis servicios era de escasos recursos económicos, nunca los expulsé de mi oficina en San Isidro, todo lo contrario los he ayudado entregando todo con amor. Y como lo dijo Francisco Bolognesi, hasta quemar el último cartucho.
La publicación de marras me puso en un video y en páginas interiores mostrándome como la prepotente. En resumidas cuentas: ¿enemigos políticos de la familia de mi esposo? ¿y qué culpa tengo yo?, ¿gente del gobierno?, ¿por qué algunos perderían el tiempo en seguirme y filmarme?, ¿por qué si filmaron a tanta gente, me escogieron para ponerme en tal revista como si yo fuera un personaje de la mafia siciliana?, ¿a quién le importa lo que yo diga y lo que yo haga?.
La ONG Internacional Solidarios ABC, lleva 10 años ayudando a muchas familias y lamento causar indigestión o algún dolor hepático a quienes no me quieren, soy presidenta por el mismo período, por la confianza que los miembros peruanos y extranjeros me han dado y nunca he solicitado donaciones dinerarias a nadie ni en Perú ni en ningún país. No hay depósitos millonarios, lavado de activos o de dinero con el cuento de la supuesta ayuda a los necesitados, lo mío es real, sin lucro, ni interés alguno más que el de contribuir de verdad y como siempre con los descartados, excluidos y marginados.
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