Por ahí cerca andaba el desgobernador (y precandidato del Partido Revolucionario Institucional, PRI, para la Presidencia de la República que dejará Peña) Eruviel Ávila quien, notificado de la brutalidad con la que violaron sus derechos humanos, solamente se dedicó al clásico ofrecimiento de una disculpa a la reportera. Y para quitarse de encima el problema, la promesa de investigar el caso y tomar medidas. Esto sucedió cuando por la mañana se instalaba la Comisión Especial de Seguimiento a las Agresiones a Periodistas y Medios de Comunicación, como lo informaron Ruzzete Alcántara y Roberto Garduño (El Universal y La Jornada, l de diciembre de 2016). Comisión, que, como las otras, lleva la lista y cuenta de agresiones, desapariciones y homicidios, pero no pasa de eso.

Los integrantes de esta penúltima comisión hasta guardaron un minuto de ­silencio por los periodistas agredidos. Y fue todo. Pero persiste la impunidad en el contexto de comisiones de Gobernación, de la Procuraduría General de la República (PGR), de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión; comisiones en las entidades; de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y hasta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Para que todo no siga igual, sino peor para el ejercicio de los reporteros, quienes son los que directamente han de dar la cara y exponerse contra delincuentes y funcionarios. Uno de los integrantes de la nueva Comisión, el diputado Virgilio Caballero, lo dijo así: “Comisiones van y comisiones vienen, y el panorama es que nada parece resolverse; cada uno de los grupos parlamentarios (PAN, PRD, MC, Morena y Verde), han presentado puntos de acuerdo contra agresiones a periodistas y todos se han resuelto de manera insatisfactoria. Espero que nosotros logremos los resultados que originan la creación de esta comisión”. Empero, contra las mujeres periodistas es que hay un aumento de vilezas; que, sumadas a las que sufren los demás periodistas, parece claro que se trata de que las libertades de informar permanezcan vigentes, como un triunfo de papel, pero que no se respeten por los funcionarios.

La embestida a la reportera del periódico Reforma, ante la presencia de un Ministerio Público y el “usted disculpe” del desgobernador mexiquense, prueba que las comisiones para protección de los trabajadores de los medios de comunicación, es más de lo mismo que ha estado ocurriendo durante el peñismo, con los 32 desgobernadores y los más de 2 mil municipios: que todo permanezca en la impunidad del dejad hacer brutal, que llega hasta el homicidio. Como no se atreven a derogar e incluso a abrogar los derechos y garantías de las libertades de prensa, entonces los gobernantes permiten agredir y matar periodistas. Y crean comisiones para hacer como si fueran a sancionar a esa delincuencia de los tres poderes Federales y estatales; donde las policías –como las de Atizapán– son capaces de llegar, en el caso de las reporteras, a hechos que rayan en el feminicidio.

Siguen acosando a la periodista Carmen Aristegui, funcionarios y empresarios que no quieren que ella continúe con su deber de reportera, para exhibir los abusos y la corrupción, los homicidios, los encubrimientos y complicidades. Desde que Aristegui y su equipo dieron la información acerca de la “casa blanca” y el prólogo al libro con ese tema, no dejan ni a sol ni a sombra que prosiga su tarea. Y como no cede ni un milímetro, entonces la persiguen día y noche, como acaba de suceder con el vil saqueo sus oficinas. Y Mancera y sus funcionarios nada hacen porque a mi juicio, también son parte de esa complicidad.

Lo sucedido a la reportera del matutino Reforma es más que alarmante. Anuncia que los delincuentes como tales y los delincuentes como funcionarios, van a estar aumentando sus acciones para pasar de las agresiones, vilezas y abusos a los homicidios de periodistas. El peñismo y sus desgobernadores, los que concluyen su devastador sexenio y los que empiezan su período, a lo que más le temen es a las libertades prensa. Y a que haya reporteras, periodistas, analistas y críticos, que no cederán a esas egresiones y homicidios, con los que tratan de impedir que se busque información para darla a conocer a la opinión pública. Pero no se dará un paso atrás. Los periodistas: Lydia Cacho, Anabel Hernández, Marcela Turati, Sergio González, Diego Enrique Osorno, Emiliano Ruiz y Juan Villoro ponen el dedo en la llaga en sus ensayos bajo el título: La ira de México, para insistir en el desamparo del trabajo periodístico; pero que seguirán perseverando como manda el ejercicio de las libertades de prensa.

El periodismo en nuestro país es una profesión en la que los matones y violentos en calidad de funcionarios o descarados delincuentes, han puesto en sus listas de enemigos a los reporteros, para eliminarlos. Y orillar a las reporteras al precipicio de todas las modalidades del feminicidio para que desistan de su trabajo. Feminicidio de agresiones. Feminicidio de insultos. Feminicidio de ultrajes. Feminicidio de violaciones sexuales. Estamos, pues, ante constantes intimidaciones para que los periodistas no busquen la información de los hechos, la investigación periodística y la den a conocer, como ha sucedido con la reportera Iris Velázquez.

Fuente
Contralínea (México)