Precisamente en momentos en que Estados Unidos está a punto de dar a conocer su «Trato del Siglo» para el Medio Oriente, Egipto acaba de anunciar –el 14 de abril de 2019– que no participará en la Middle East Strategic Alliance, la «Alianza Estratégica del Medio Oriente», también llamada la «OTAN árabe». Por supuesto, la retirada de Egipto –país que dispone del ejército más numeroso del mundo árabe– pone en grave peligro todo el proyecto.
El hecho es que Egipto estima no tener ningún objetivo estratégico común con los demás Estados que pudieran conformar esa alianza, como tampoco considera que haya razones que justifiquen que el ejército egipcio se ponga bajo las órdenes de Arabia Saudita.
La participación de Qatar y del sultanato de Omán ya resultaba evidentemente improbable.
El proyecto de formar una alianza militar –que en realidad sería israelo-árabe– fue formulado por primera vez por el presidente estadounidense Barack Obama en su Doctrina de Seguridad Nacional, dada a conocer el 6 de febrero de 2015.
La Liga Árabe retomó el proyecto –sin mencionar la participación israelí– en ocasión de su cumbre de Charm el-Sheik, el 1º de abril de 2015, bajo la denominación de «Fuerza Árabe de Defensa Común». El 20 de marzo de 2018, el presidente Donald Trump impuso a Arabia Saudita desmesuradas compras de armamento estadounidense y mencionó la hipotética creación de una «OTAN árabe» bajo el mando de Arabia Saudita. La realización de ese proyecto fue anunciada después –el 10 de enero de 2019– por el secretario de Estado Mike Pompeo durante su discurso en la universidad árabe del Cairo.
El proyecto de «OTAN árabe» fue presentado a la opinión pública como una alianza contra el expansionismo iraní. Pero en la práctica sería una alianza judeo-sunnita contra los chiitas y, según un documento estadounidense revelado por la agencia Reuters, el objetivo final sería impedir la influencia de Rusia y China en el Medio Oriente.
En todo caso, la denominación de la alianza proyectada como «OTAN árabe» indica que el verdadero jefe de la cadena de mando sería el Pentágono estadounidense, con Israel desempeñando en secreto el papel que correspondió al Reino Unido en el Pacto de Bagdad, en tiempos de la guerra fría. La alianza militar supuestamente árabe se limitaría a organizar la interconexión operativa entre los ejércitos nacionales implicados pero sin realizar operaciones militares comunes. Y garantizaría principalmente la compatibilidad del armamento de los países implicados… asegurando las compras de armamento estadounidense.
El presidente Trump estima que la creación de empleos en Estados Unidos es más importante que seguir librando guerras en el Medio Oriente y la creación de la llamada «OTAN árabe» representaría un fabuloso mercado para la industria militar estadounidense.
La realización de las maniobras Arab Shield 1 (“Escudo Árabe 1”), en noviembre de 2018, parecía haber sentado las bases de la proyectada alianza militar. Los ejércitos de Arabia Saudita, Bahréin, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Jordania y Kuwait participaron en aquellas maniobras, mientras que militares libaneses y marroquíes asistían en calidad de observadores.
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