Un alto responsable de la Autoridad Palestina afirmó que el Hamas está preparando el derrocamiento del presidente palestino Mahmud Abbas para apoderarse de Cisjordania. Una operación de ese tipo ya tuvo lugar infructuosamente en junio-julio de 2015.
Aunque el parlamento palestino confirmó a Mahmud Abbas como presidente de la Autoridad Palestina, el hecho es que la legitimidad de dicho parlamento y la del cargo que ocupa Abbas tiene tan poca base legal como la del Hamas ya que las últimas elecciones realizadas en los territorios palestinos tuvieron lugar hace 13 años –en 2006.
El Hamas llegó al poder en Gaza de manera enteramente legal, como resultado de las mencionadas elecciones de 2006, pero estableció una dictadura militar que dividió en dos bandos la administración de los territorios palestinos.
Gracias al control que ejerce sobre las fronteras palestinas, Israel percibe ingresos por concepto de tasas aduanales, ingresos que debe transferir a la Autoridad Palestina. Pero el gobierno israelí ha decidido unilateralmente deducir de esos ingresos una suma equivalente al monto de lo que la Autoridad Palestina entrega a las familias de los mártires.
En consecuencia, el gobierno de Mahmud Abbas se niega a aceptar lo que queda de los ingresos que Israel debería transferirle y tiene por ello dificultades para pagar los salarios de sus funcionarios, situación que el Hamas estaría tratando de explotar sobornando a los responsables de los servicios de seguridad de Cisjordania.
Todo esto sucede en momentos en que el Hamas trata de reconciliarse con Siria. En un pasado aún reciente, el Hamas se declaraba oficialmente «rama palestina» de la Hermandad Musulmana, pero ahora sus responsables dicen haber roto sus vínculos con esa cofradía.
La dirección política del Hamas vivió durante mucho tiempo en Damasco, la capital siria, y contaba entonces con apoyo militar de Siria, pero al inicio de la llamada «primavera árabe» sus dirigentes abandonaron la capital siria y se fueron a Qatar.
Posteriormente, comandos del Hamas acompañados por elementos de al-Qaeda y oficiales de la inteligencia israelí penetraron en el campamento palestino de Yarmouk, en las afueras de Damasco, para eliminar físicamente a los líderes de otros grupos palestinos. En medio de los combates iniciados por aquel asalto, el Ejército Árabe Sirio y los combatientes del Frente Popular de Liberación de Palestina (FPLP) tuvieron que proceder a la evacuación de la población de Yarmouk mientras que Qatar acusaba al gobierno sirio de ser «peor que Israel con los palestinos». Por su parte, Mahmud Abbas agradeció al presidente sirio Bachar al-Assad la protección que aportaba a los refugiados palestinos.
La situación diplomática es hoy particularmente complicada en la medida en que, a lo largo de la guerra en Siria, Irán mantuvo relaciones con ambos bandos (tanto con los laicos como con los religiosos). En nombre de la solidaridad musulmana, el ayatola iraní Ali Khamenei mantuvo en Teherán un representante del Hamas y un embajador sirio. Por su parte, Siria y el Hezbollah libanés siempre han sido aliados de Irán, aunque no comulgan con su sistema exageradamente confesional.
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