Estimadas damas y caballeros,
Colegas, amigos:
Primero que todo, me gustaría expresar mi más sincero agradecimiento por la invitación a pronunciar un discurso ante los participantes en la “Mesa de Diálogo Nacional”. Es el único formato de negociación vigente entre el Gobierno y la oposición de Venezuela. Todos los demás formatos fueron probados, pero la interacción en el marco de los mismos se interrumpió, por desgracia, debido a los ultimatums formulados por las fuerzas radicales de la oposición que, por lo que se puede apreciar, está más preocupada por sus ambiciones que por el futuro de su país y de su pueblo.
Para mí es un gran honor estar presente en este evento que subraya el alto nivel de confianza mutua en las relaciones que alcanzaron nuestros Estados.
Venezuela es un antiguo socio de Rusia en América Latina y en general en el mundo. Apreciamos la línea política independiente que su país está aplicando en la arena internacional. Estamos interesados en que Venezuela, al igual que cualquier otro país, sea independiente y goce de la estabilidad política y de un fructífero desarrollo.
Por desgracia, la crisis que se está observando en estos momentos en torno a Venezuela hunde sus raíces en los intentos de lanzar una campaña de gran envergadura, cuyo objetivo ha sido derrocar al Gobierno legalmente elegido. Se recurre para ello a todos los recursos, tal como indican los autores de esta acción política, sin despreciar siquiera la opción del uso de la fuerza. Consideramos que este guión es completamente inadmisible y nos aplicaremos a fondo, para que sea condenado por la comunidad internacional. Es la línea que defendemos en nuestros contactos con Estados Unidos y en el marco del Consejo de Seguridad de la ONU. Exigimos que todos observen los compromisos derivados de la Carta de la ONU que, entre otros requisitos, contiene el de arreglar todos los conflictos por la vía pacífica y abstenerse no sólo del uso de la fuerza, sino también de la amenaza del uso de la fuerza, así como de la injerencia en los asuntos internos de los Estados soberanos.
Condenamos el uso de las palancas completamente ilegales de presión económica y financiera en Venezuela. Me estoy refiriendo a las sanciones y a los intentos de aplicar la legislación nacional de manera extraterritorial. Dichas restricciones y presión absolutamente ilegal provocaron la recesión de la economía venezolana.
El objetivo es evidente: avivar el descontento, provocar una explosión social a través del bloqueo de los sectores de las finanzas, petróleo, extracción de oro de la economía venezolana. Al mismo tiempo, queda patente que las sanciones en cuestión afectan en primer lugar a los ciudadanos de a pie, independientemente de sus posturas políticas. Es especialmente indignante el hecho de que las sanciones unilaterales introducidas por Washington estén ejerciendo una influencia negativa en la puesta en práctica de proyectos de carácter social y humanitario. Basta con mencionar la terrorífica consecuencia de las limitaciones bancarias: el bloqueo del programa de tratamiento de pacientes con oncología que se había llevado a cabo a través de un programa conjunto de Venezuela y España.
Estamos completamente convencidos de que un levantamiento urgente de las sanciones es una de las tareas principales de todos los patriotas venezolanos y que los participantes en esta “Mesa de Diálogo Nacional” le están prestando su más intensa atención al problema en cuestión.
Nuestra postura de principio consiste en que toda crisis, incluida la que está azotando a Venezuela, puede ser arreglada exclusivamente por la vía política y diplomática, a través del diálogo inclusivo entre los propios venezolanos y con el uso de los avances logrados en las anteriores negociaciones. Hemos de señalar que, gracias a las labores de su “Mesa de Diálogo Nacional”, ya se ha logrado acordar una serie de decisiones prácticas. Han podido acordar la elaboración de las vías del retorno al cauce constitucional, la superación de la escisión y la renovación de las labores de los diputados socialistas en las actividades de la Asamblea Nacional. Unas amnistías celebradas con regularidad, la renovación del Consejo electoral, los debates sobre las reformas económicas despiertan, y de eso no nos cabe la menor duda, una gran simpatía entre los venezolanos que claramente están cansados de la confrontación y de los llamamientos a lanzarse a las calles y a una intervención extranjera. Un hecho muy relevante consiste en que, a diferencia de otros formatos, su “Mesa de Diálogo Nacional” tiene un carácter realmente inclusivo, es decir, abierto a que se una al proceso cualquier partido político. Nuestros contactos así lo confirman.
Es de entender que ello provoque aversión a las fuerzas radicales en la oposición al Gobierno y a sus patrocinadores extranjeros que buscan la desacreditación de este formato de trabajo. Sin embargo, creo que no serán sino intentos fallidos. El Presidente de la Federación de Rusia, Vladímir Putin, al reunirse con el Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro el 25 de septiembre de 2019, subrayó que cualquier rechazo al diálogo era considerado por la parte rusa irracional, dañino para el país y amenazante para la prosperidad de los habitantes de Venezuela.
Estamos convencidos de que las ambiciones de determinados políticos no deben prevalecer sobre los intereses de toda la sociedad. Y, por supuesto, tal y como han acordado, contamos con que elaboren una postura común con respecto a la nueva composición del Consejo Nacional Electoral y los preparativos para las elecciones a la Asamblea Nacional que han de celebrarse en 2020. Estoy seguro de que estas elecciones representan la única posibilidad de que las fuerzas radicales no se priven de un futuro en la vida política del país, recibiendo, gracias a estas elecciones, la posibilidad de retornar al ámbito civilizado y de participar en el dictamen popular a las fuerzas políticas del país llevado a cabo por el pueblo venezolano, que es el único con poder para decidir en qué medida unos u otros políticos pueden satisfacer las necesidades del país y de sus ciudadanos.
Me gustaría finalizar mi discurso citando al gran ciudadano de Venezuela, el Libertador Simón Bolívar quien dijo:
“Sólo el pueblo sabe, qué es mejor para él y sólo el pueblo es dueño de su destino, no lo es ningún gobernante, ningún grupo político. La mayoría popular es el verdadero soberano.”
Es una gran frase y estoy convencido de que podría aplicarse a cualquier país, cualquier pueblo, cualquier época histórica.
Rusia está dispuesta a apoyar plenamente sus labores. Estoy convencido de que, si nuestros esfuerzos son solicitados en una u otra forma, corresponderemos gustosamente.
Permítanme volver a expresar mi agradecimiento por su invitación. Les deseo éxitos en su noble labor.
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