La prensa occidental celebra los 10 años de guerra contra Siria repitiendo hasta el cansancio su eterna versión de los hechos. Según los medios occidentales, estamos ante una rebelión contra la dictadura alauita de «Bachar» –así llaman al presidente sirio Bachar al-Assad– a quien acusan de practicar la tortura a gran escala y de ser responsable de la muerte de medio millón de sus conciudadanos.
Para confirmar esas alegaciones, los medios de difusión occidentales han estado publicando en estos días innumerables “testimonios” de «demócratas» refugiados en la región siria de Idlib, que aún se halla bajo control de grupos armados yihadistas.
Sin embargo:
– Lo que sucede en Siria es idéntico a lo que sucede en Afganistán, Irak, Libia y Yemen. En esos 4 países no existe desde hace tiempo ningún líder a quien pueda acusarse de ser un dictador y la verdadera causa de la situación existente en ellos hay que buscarla fuera de sus fronteras. Afganistán, Irak, Libia y Yemen no están sufriendo las consecuencias de guerras civiles sino de la aplicación de la doctrina estadounidense Rumsfeld/Cebrowski [1], doctrina que el presidente George Bush hijo calificó públicamente como «guerra sin fin».
– Siria no es una dictadura alauita sino una República baasista. Siempre es posible burlarse de la rigidez de ese partido, pero son incuestionables su papel central en el país y su carácter laico.
– La tortura en Siria es ante todo cosa de los yihadistas. Siria la practicó en los años 1950, cuando Estados Unidos y el Reino Unido apoyaron el golpe de Estado de Adib Chichakli. En aquella época, la OTAN envió a Siria a Alois Brunner, ex miembro de las SS, para que se ocupara de “formar” los servicios secretos sirios, que adoptaron entonces los métodos de los nazis.
Hafez el-Assad llegó al poder sólo en 1971 y despidió a Alois Brunner, aunque los oficiales “formados” por este ex nazi se mantuvieron en sus cargos.
En el año 2000, al convertirse en presidente de Siria, Bachar al Assad encarceló a Alois Brunner y prohibió estrictamente la tortura.
En 2011, a principios de la agresión exterior contra Siria, algunos funcionarios recurrieron a la tortura por propia iniciativa. Todos fueron expulsados de sus cargos y enviados a los tribunales. La mayoría huyeron de Siria y obtuvieron asilo... en Europa. Sólo algunos están siendo juzgados actualmente en Alemania.
– El presidente sirio Bachar al-Assad no es responsable de las muertes de sus conciudadanos, a los que siempre ha defendido. En cambio, Estados Unidos, el Reino Unido y Francia han aportado financiamiento y armas a los yihadistas, haciéndose así responsables de la muerte de ciudadanos sirios.
– Hoy en día, el territorio de la República Árabe Siria está divido en 3 partes: el territorio liberado por el ejército regular sirio, una pequeña parte del nordeste del país se halla ocupada militarmente por Estados Unidos y sus mercenarios kurdos y la gobernación de Idlib se halla bajo la ocupación de al-Qaeda, bajo la denominación de Hayat Tahrir al-Sham (Organización de Liberación del Levante o HTS).
La población de Idlib –que las potencias occidentales estiman en millones– en realidad no puede sobrepasar unas 100 000 personas.
Ese nuevo emirato islámico se halla bajo la protección del ejército turco. Allí es imposible reclamar democracia sin ser decapitado. Por consiguiente, los “testimonios” publicados en la prensa occidental son simplemente falsos e inventados.
Durante las últimas semanas, Hayat Tahrir al-Sham –franquicia de al-Qaeda en Siria– recibió órdenes de Washington, pero no de intensificar sus operaciones en Siria sino de preparar atentados en Moscú.
Con ese objetivo Hayat Tahrir al-Sham acaba de liberar al yihadista uzbeko Sirayuddin Mujtarov (alias «Abu Salah al-Uzbeki») [ver foto], a quien había arrestado hace 9 meses por haber entrado en conflicto con el actual emir de Hayat Tahrir al-Sham, Abu Mohamed al-Yulani (o al-Golani), quien fue sucesivamente emir de los grupos yihadistas Yabat Fateh al-Sahm (de 2016 a 2017) y Frente al-Nusra (de 2012 a 2016).
Mujtarov fue el jefe del grupo terrorista que perpetró el atentado contra el metro de San Petersburgo en 2017 (15 muertos). Actualmente está enfrascado en la formación de comandos suicidas para operar en Rusia.
[1] «El proyecto militar de Estados Unidos para el mundo», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 22 de agosto de 2017.
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