A sólo dos días de la cumbre Rusia-Estados Unidos prevista en Ginebra, que podría considerarse un Yalta II, los dirigentes libaneses han terminado una serie de encuentros de consulta en Moscú.
Uno tras otro pasaron por Moscú, los representantes del Hezbollah, el movimiento de resistencia y partido político de los musulmanes chiitas libaneses; el presidente de la República, el cristiano maronita Michel Aoun; y el primer ministro designado, el musulmán sunnita Saad Hariri; quedando para el final el general Abbas Ibrahim, jefe de la Seguridad General libanesa desde 2011.
Moscú está interesado en verificar que el general Ibrahim (ver foto) esté dispuesto a cooperar con el gobierno sirio y que participará activamente en el proceso de repatriación de los refugiados sirios que llegaron al Líbano como consecuencia de la guerra desatada contra la República Árabe Siria.
Sobre esa cuestión, el gobierno ruso tiene intenciones de organizar una conferencia internacional –posiblemente en Beirut– para poner en negro sobre blanco el principio de ese regreso, al cual siguen oponiéndose las potencias occidentales.
A pesar de todo el tiempo transcurrido, los dirigentes occidentales todavía se mantienen en la línea dictada por la administración estadounidense de Barack Obama, quien pretendía retener como rehenes a los refugiados sirios en Líbano hasta forzar una capitulación de la República Árabe Siria… que en definitiva ha logrado derrotar la agresión extranjera. A pesar de lo anterior, el general Ibrahim ya ha repatriado discretamente unos 200 000 refugiados sirios, sin oposición de Estados Unidos.
En cuanto al Líbano, es muy probable que los presidentes Vladimir Putin y Joe Biden decidan incluirlo en la “zona rusa”, poniéndolo bajo la tutela de Siria, que no deseaba asumir esa tarea.
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