David Cameron y Barack Obama escuchan en silencio.‎

Este artículo este parte del libro De la impostura del 11 de septiembre a ‎Donald ‎Trump. ‎Ante nuestra ‎mirada, la gran farsa de las primaveras árabes.‎

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48- Revolución de color en Irán

Ya que se impone ahorrar dinero, la idea de una gran guerra contra Irán queda abandonada, ‎pero ‎se sigue apuntando hacia ese blanco. Tratando de derrocar a los Guardianes de ‎la ‎Revolución, al presidente Mahmud Ahmadinejad y al Guía Alí Khamenei, la CIA organiza ‎una ‎revolución de color recurriendo a las personalidades que Liz Cheney ya había seleccionado ‎en 2006-2008. La Agencia utiliza a Mehdi, el segundo hijo del ayatola Rafsanyani, y al ex presidente ‎iraní Mohammad Khatami. ‎

La CIA solicita a sus aliados la creación de canales de televisión vía satélite en lengua persa, ‎para ‎contradecir con ellos a los canales nacionales iraníes. Irán produce series televisivas de ‎calidad ‎pero muy pobres en cuanto a decorados y vestuario. Hollywood, por el contrario, ‎propone films ‎espectaculares y vistosos. Conocedora de la rigidez moral característica de la ‎cultura iraní, la ‎Hermandad Musulmana ya inunda el espectro televisivo de Irán con las ‎transmisiones de la ‎televisión saudita MBC Persia que transmite versiones integrales de las películas más ‎escabrosas ‎de Hollywood –mientras que la misma MBC mutila implacablemente toda escena ‎ligeramente ‎picante en sus transmisiones destinadas al mundo árabe. En pocos meses, los ‎aliados de ‎Estados Unidos crean 70 canales de televisión en persa, lengua que se habla ‎única y ‎exclusivamente en Irán y Afganistán. Hasta Corea del Sur crea un canal de televisión ‎en lengua ‎persa. ‎

La población iraní se identifica masivamente con la Revolución antiimperialista del imam ‎Rulah ‎Khomeiny, pero está dividida en cuanto a sus consecuencias. Todo un sector de los ‎comerciantes ‎de Teherán e Ispahán se ha visto duramente afectado por el cierre de los ‎mercados ‎internacionales que siguió a los intentos de exportación de la Revolución. Esa ‎clase social, ‎acostumbrada a viajar a Occidente, no se acomoda tampoco a la rigidez moral en ‎materia de sexo ‎y sueña con un “Mayo del 68”. ‎

Elliott Abrams conversa con el presidente Ronald Reagan durante el ‎escándalo Irán-Contras.
Foto: Ronald Reagan Library

Hace 30 años que la CIA viene tratando de aislar a la Revolución iraní, aunque a la vez hace ‎negocios con la clase dirigente. Durante el periodo que va de 1983 a 1986, Israel y ‎el Estado ‎Profundo estadounidense se las arreglaron para burlar el embargo que el ‎Congreso de ‎Estados Unidos había decretado sobre las ventas de armas a las partes en ‎conflicto ‎en Nicaragua. En una jugada que saldrá posteriormente a la luz como el «escándalo ‎Irán-‎Contra», los miembros del Consejo de Seguridad Nacional Elliot Abrams y el coronel ‎Oliver North ‎entraron entonces en contacto con el presidente del Parlamento iraní, el ‎ayatola Rafsanyani. ‎Ese contacto se estableció a través de un diputado iraní, el jeque Hassan ‎Rohani, quien ya en ‎aquella época trabajaba con los estadounidenses Paul Wolfowitz y Robert Gates. Israel ‎montó en ‎aquel momento una vía de venta de armas a los contrarrevolucionarios ‎nicaragüenses, ventas que la CIA financió por debajo de la mesa utilizando principalmente ‎fondos provenientes del ‎tráfico de droga. Sin ningún escrúpulo, Rafsanyani pisoteó ‎entonces el ideal del imam Khomeiny, ‎se puso del lado de los contrarrevolucionarios ‎latinoamericanos, de Israel y de Estados Unidos… ‎y logró convertirse en el personaje más adinerado de Irán. ‎

Pero en 2009, un prudente Rafsanyani rechaza involucrarse directamente en una nueva ‎operación ‎contra su propio país. Designa a su hijo Mehdi para que haga de enlace, mientras ‎que el ex ‎presidente Khatami anuncia que va a presentarse a la elección presidencial frente ‎a Mahmud ‎Ahmadineyad, un Guardián de la Revolución que reactivó el movimiento de ‎Khomeiny. Khatami ‎alega más tarde haber sido agredido en plena calle, renuncia a su ‎candidatura a favor de su ‎antiguo primer ministro Mir Hossein Mussavi y viaja a Estados ‎Unidos, donde se reúne con el ‎multimillonario George Soros para preparar el golpe de ‎Estado. ‎

El 13 de junio, desde la proclamación misma de la victoria electoral de Mahmud Ahmadineyad, ‎con el ‎‎62,63% de los votos, la NED [1] afirma que el escrutinio ha sido manipulado. ‎Los partidarios de ‎Mussavi, que obtuvieron un 33,75% de los votos, se lanzan a la calle. Irán vivirá ‎entonces varios de días ‎de extrema confusión [2]. El ayatola Rafsanyani aporta ‎públicamente su respaldo a las ‎protestas, pero el presidente Ahmadineyad resiste la embestida. ‎En unas semanas, la «revolución verde» ha ‎revelado su verdadera naturaleza: es un conflicto ‎de clase entre la burguesía urbana y el ‎resto del país [3].

El presidente iraní Mahmud Ahmadineyad (en primer plano) recurrió a la cooperación de ‎Thierry Meyssan (de frente) para escribir la parte de su discurso ante la Asamblea General de la ONU ‎donde se refería a los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Al año siguiente, Mahmud Ahmadineyad ofrece a su pueblo la revancha sobre aquella ‎intentona ‎golpista. Primero organiza, en apoyo a la Revolución, la concentración popular ‎más grande en ‎toda la historia de Irán. Después, desde la tribuna de la Asamblea General de ‎la ONU, denuncia ‎la estrategia del «choque de civilizaciones» de Bernard Lewis y Samuel ‎Huntington –dos ‎ex miembros del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense. Si ‎realmente existe un conflicto ‎para la humanidad, señala Ahmadineyad, no es un ‎enfrentamiento entre religiones sino entre los ‎valores materiales del capitalismo y la ‎sociedad de consumo, por un lado, y los valores ‎espirituales de la Revolución, que son la ‎justicia y el heroísmo.

El presidente iraní pone después ‎el dedo en la llaga al abordar lo ‎sucedido en Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001. ‎Sin entrar a mencionar la cuestión ‎de la religión enarbolada por Osama ben Laden, el presidente ‎de Irán resalta las relaciones ‎personales de negocios entre las familias del jefe terrorista y del ‎presidente estadounidense ‎George W. Bush –vínculos que yo había revelado en 2001 en el ‎semanario mexicano Proceso ‎y que fueron mencionados por Cynthia McKiney ante el Congreso ‎de Estados Unidos [4]. ‎Después de ‎haber demostrado que la versión de la administración Bush sobre el 11 de ‎septiembre fue utilizada ‎para justificar las guerras contra Afganistán e Irak, y sin tomar él ‏mismo posición al respecto, ‎Mahmud Ahmadineyad retoma, a nombre de la República ‎Islámica de Irán, mi pedido de que ‎se cree una Comisión Investigadora Internacional sobre ‎los hechos del 11 de septiembre de 2001 ‎‎ [5]. Un verdadero terremoto sacude Washington. ‎

Ese mismo día, el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos se reúne con carácter ‎urgente. A ‎la mañana siguiente, el presidente Barack Obama corre a ponerse ante los ‎micrófonos de la BBC en lengua ‎persa para calmar los ánimos, mientras que la prensa iraní habla ‎de mis relaciones con el ‎presidente Ahmadineyad y los diplomáticos comienzan a moverse. ‎La entrevista de Obama ‎con los periodistas anglo-iraníes ha sido organizada por el responsable de ‎las ‎comunicaciones estratégicas de la Casa Blanca, Ben Rhodes, el mismo personaje que ‎había redactado el informe de la Comisión Presidencial de la administración Bush sobre los atentados del ‎‎11 ‎de septiembre. Obama acusa a su homólogo iraní de haber proferido palabras de odio ‎desde ‎la tribuna de la ONU, pero quien se tome el trabajo de leer la intervención ‎de ‎Ahmadineyad podrá comprobar que eso es falso. Lo que quiere Obama es apagar ‎el incendio ‎antes de que se extienda. En definitiva, no sólo no habrá guerra contra Irán sino ‎que ‎Estados Unidos pone fin además a todo ataque directo contra ese país a cambio del ‎silencio ‎iraní. ‎

49- El «liderazgo desde atrás»‎‏

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Según un consejero de Barack Obama, su administración, consciente a la vez del relativo ‎declive de ‎Estados Unidos en relación con China y de la hostilidad que el ‎intervencionismo estadounidense ‎suscita en todo el mundo, concibe entonces una nueva forma de ‎liderazgo: el leading from ‎behind o «liderazgo desde atrás». «La defensa de nuestros intereses ‎y la difusión de nuestros ‎ideales requieren en lo adelante discreción y modestia, además de ‎nuestro poderío militar», ‎precisa. En otras palabras, aunque eso «no tiene mucho que ver con ‎el estilo de John Wayne», ‎Barack Obama, diferenciándose en ello de sus predecesores, no ‎desplegará tropas ‎estadounidenses en nuevos conflictos sino que empujará a sus aliados ‎para que sean ellos ‎quienes hagan el trabajo en su lugar. Para tener éxito, este método ‎exige que quien lo aplique ‎parezca siempre sorprendido ante acontecimientos ‎‎«espontáneos» y que a la vez anime a ‎sus aliados a reaccionar ante esos ‎acontecimientos, antes de hacerlo él mismo. ‎

El proyecto que los británicos habían propuesto a finales de 2004 para derrocar los ‎gobiernos ‎laicos árabes e instalar en el poder a gente moderadamente antiimperialista –que ‎son los ‎miembros de la Hermandad Musulmana– será la primera aplicación de esta nueva ‎manera de ‎gobernar el mundo. ‎

En noviembre de 2010, Washington empuja Francia a firmar con el Reino Unido los Tratados ‎de ‎Lancaster House, que planifican los ataques contra Libia y Siria. Al igual que en 2005, ‎se ‎lanza un ultimátum a Siria. La Unión Europea hace saber al gobierno sirio que si no firma ‎de ‎inmediato un acuerdo de asociación tendrá que enfrentar una guerra. El presidente Bachar ‎al-‎Assad viaja discretamente a Europa, la Unión Europea lo conmina a liberalizar la ‎economía de ‎su país en detrimento de la población y le exige admitir que Siria ha perdido el ‎Golán ‎y normalizar las relaciones con Israel. Por supuesto, la respuesta del presidente sirio ‎es ‎negativa. Por lo tanto, habrá guerra. ‎

El derrocado presidente de Costa de Marfil, Laurent Gbagbo, acusado de ‎‎4 crímenes contra la humanidad y presentado como culpable por toda la prensa internacional, ‎fue objeto de un largo proceso ante la Corte Penal Internacional (CPI)… que finalmente tuvo ‎que absolverlo. Pero, en Costa de Marfil, Occidente ya lo había sacado del poder. ‎

Experimento en Costa de Marfil

No obstante, por prudencia, el Pentágono –aunque no pone en duda las capacidades ‎militares ‎del Reino Unido– prefiere verificar las de Francia antes de poner algo en manos de ‎los ‎europeos. Así que estimula a París para que se lance a reconquistar Costa de Marfil, ‎país de ‎donde los propios estadounidenses habían expulsado a Francia en el pasado. Desde la ‎elección ‎del presidente Laurent Gbagbo, en el año 2000, Costa de Marfil se halla bajo control ‎del ‎Pentágono –a través de Simone Gbagbo, la esposa del presidente, y de los predicadores ‎evangélicos– así como de Israel –que actúa a través del ministro del Interior, un ‎refugiado ‎libanés veterano del Ejército del Sur de Líbano. La primera etapa de la presidencia ‎de ‎Gbagbo resulta particularmente violenta. Pero, como muchos colaboradores del ‎imperialismo, ‎el presidente Gbagbo descubre con el tiempo que también puede hacer algo ‎por su pueblo, ‎en vez de seguir al servicio de los intereses extranjeros. Así que ya es hora de ‎sacarlo del poder. ‎

En cuanto se da a conocer el resultado de la elección presidencial de 2010, Francia afirma ‎que el ‎escrutinio ha sido “arreglado” en perjuicio del candidato de la oposición Alassane ‎Ouattara, ‎amigo personal del presidente francés Nicolas Sarkozy. Durante varios días, los dos ‎candidatos ‎intercambian acusaciones y se disputan la presidencia. París logra poner en crisis ‎las finanzas de ‎Costa de Marfil, de manera que el ejército y la policía abandonan al ‎presidente y se pasan ‎al bando de Ouattara. Laurent Gbadbo es arrestado y enviado a la ‎Corte Penal Internacional, ‎decididamente especializada en la realización de procesos que ‎justifican el imperialismo occidental ‎en África. Extrañamente, Bolloré y Bouygues, las dos ‎firmas francesas que apoyaban la ‎operación francesa de “democratización”, se pelean con ‎Nicolas Sarkozy mientras que ‎el Pentágono elogia la actuación de Francia. En La Haya, la Corte Penal ‎Internacional (CPI) ‎nunca logrará probar sus acusaciones contra el presidente ‎derrocado.‎

El tunecino Rached Ghannouchi siempre fue agente del MI6 británico. ‎En 1990, en Jartum, defendía a Osama ben Laden e insultaba a Estados Unidos. Pero ‎en 2011, convertido por la prensa occidental en “campeón de la democracia”, utilizó su “Liga ‎de Protección de la Revolución” para asesinar a sus opositores políticos en Túnez.

Fase I: Túnez

A finales de diciembre de 2012, Washington y Londres fingen descubrir «con sorpresa» ‎la ‎sublevación en Túnez, mientras que París –que inicialmente trata de apoyar a Ben Alí–‎‎ ‎comprende, demasiado tarde, que los anglosajones han abandonado al presidente ‎tunecino, ‎aunque este último nunca había hecho nada que pudiese no ser del agrado de sus ‎padrinos. ‎Al servicio de la CIA, Ben Alí había sido formado en la Senior Intelligence School de ‎Fort ‎Holabird y siguió en todo momento las órdenes de París, Roma y Washington. Pero ‎no tenía ‎contactos en Londres y no encajaba en el grandioso plan del MI6. ‎

En las calles de Túnez se mueven los hombres de Gene Sharp, llegados desde ‎Estados Unidos, ‎Alemania y Serbia para montar la «revolución del jazmín». A pedido del ‎general William ‎Ward, el jefe del AfriCom, el general Rachid Ammar, jefe del estado mayor ‎tunecino, ‎convence al presidente Ben Alí para que se vaya al extranjero mientras él se encarga de ‎restaurar ‎el orden. Como el shah Reza Pahlevi en el momento de la revolución iraní, Ben Alí ‎parte ‎creyendo que sólo será por unas cuantas semanas. La prensa internacional desata ‎una ‎campaña mediática que saca a la luz la fortuna escondida del dictador tunecino. ‎Jeffrey ‎Feltman ya está en la embajada de Estados Unidos en Túnez, base de la CIA para toda ‎la ‎región. El MI6 no tiene más que traer de regreso desde Londres al opositor histórico ‎Rached ‎Ghannouchi… miembro de la Hermandad Musulmana.‎

El Reino Unido cumple así con su compromiso de instalar en el poder a un «moderado» a la ‎vez ‎que Túnez, que anteriormente se hallaba en la esfera de influencia de Francia, pasa a la ‎de la ‎Corona británica. ‎

El embajador estadounidense Frank G. Wisner II fue formado por Henry ‎Kissinger. Su padre, Frank Wisner, fue uno de los principales fundadores de las redes “stay-‎behind” de la OTAN en Europa. Frank G. Wisner II es además el padrastro de Nicolas Sarkozy, a ‎quien formó para convertirlo en presidente de Francia.

Fase II: Egipto‏

Y ahora le toca a Egipto. Los hombres de Gene Sharp y las “ONGs” de la NED se apoderan ‎de ‎la Plaza Tahrir, iniciando así la “revolución del loto”. Esta vez será ‎el embajador ‎estadounidense Frank Wisner II –el padre adoptivo de Nicolas Sarkozy– el encargado ‎de ‎anunciar al presidente Hosni Mubarak que ha sido despedido. Al igual que Ben Alí, ‎Mubarak ‎siempre cumplió las órdenes de Occidente –menos en el traslado de los palestinos ‎de Gaza ‎al Sinaí–, pero tampoco encaja en el plan británico. Nuevamente, la prensa ‎internacional ‎emprende una campaña sobre la fortuna privada del dictador. Pero esta vez, todo ‎es falso ‎porque Mubarak no es un ladrón. Poco importa, el MI6 organiza el regreso de la ‎Hermandad ‎Musulmana. Completamente desorientados, los franceses se abstienen de todo ‎comentario. ‎

El general Carter Ham, jefe del mando de las fuerzas de Estados Unidos en África, se niega a ‎atacar Libia junto a los yihadistas. Aunque se había señalado que una implicación de la OTAN ‎en la guerra contra Libia sería vista como una nueva colonización, será en definitiva la alianza ‎atlántica la que se encargará de destruir la Yamahiriya Árabe Libia.‎

Fase III: Libia

Les llega el turno a Libia y a Siria. El senador estadounidense John McCain y el “filósofo” ‎francés ‎Bernard-Henri Levy reúnen en El Cairo a los hombres de la NED y de al-Qaeda y a los ‎futuros ‎dirigentes de Libia y Siria. El miembro de la Hermandad Musulmana Mahmud Jibril, ‎número 2 del ‎gobierno libi, es repentinamente entronizado como jefe de la oposición ‎libia en el exilio. ‎En Bengazi, francotiradores italianos apostados en los techos abaten a tiros ‎manifestantes ‎y policías, sembrando así el caos, mientras que al-Qaeda toma por asalto ‎varios arsenales del ‎ejército libio. En Ginebra, los miembros de la Hermandad Musulmana que ‎componen la Liga Libia ‎de Derechos Humanos denuncian los crímenes imaginarios del ‎régimen libio, que supuestamente ‎bombardea a su propio pueblo. Se habla de miles de ‎muertos, que efectivamente morirán ‎después de aquellas acusaciones y bajo las bombas de la OTAN. El show montado alrededor ‎de Libia lleva el Consejo de Seguridad de la ONU a ‎autorizar una intervención militar para ‎garantizar la protección de una población civil a la ‎que nadie amenaza… aparte de al-Qaeda. ‎

En Libia, los únicos que entienden lo que está sucediendo son los trabajadores ‎inmigrantes ‎africanos. Al ver la llegada masiva de fuerzas especiales occidentales a Bengazi, ‎se dan ‎cuenta de que –como en Costa de Marfil– los occidentales van a derrocar el gobierno ‎libio. Nadie ‎interviene cuando la Hermandad Musulmana y la cofradía de los Senussi inician ‎cacerías de ‎negros en el este de Libia. Más de 800 000 trabajadores inmigrantes huyen del país ‎por el ‎oeste mientras que la prensa atlantista afirma descaradamente que huyen aterrorizados ‎del ‎‎«régimen de Kadhafi», que –por el contrario– en realidad los protegía. ‎

Hasta ahí, todo va bien para los organizadores de la operación contra Libia. El presidente Obama ‎ordena a sus aliados ‎que ataquen Trípoli, bajo la coordinación del AfriCom y con el apoyo ‎terrestre de los hombres ‎de al-Qaeda. ‎

Ese montaje le resulta insoportable al general Carter Ham, comandante del AfriCom y ‎uno de los ‎más altos militares estadounidenses, y se niega a luchar junto a sujetos que habían ‎matado ‎soldados estadounidenses en Afganistán y en Irak. La Casa Blanca se ve obligada a ‎poner ‎urgentemente todo el dispositivo en manos de otro alto oficial, el almirante James G. ‎Stravridis, ‎Comandante Supremo de las fuerzas de la OTAN. ¡Tanto peor para las anteriores ‎declaraciones ‎de que la intervención militar no debía aparecer como una cruzada de ‎Occidente en las tierras ‎del islam y de que la OTAN no debería involucrarse bajo ningún ‎concepto!‎

Los alauitas son una secta muy antigua. Se convirtieron sucesivamente al ‎cristianismo y al islam. Sienten particular veneración por el profeta Alí (en el retrato que se ve al centro), discípulo de Mahoma, y ‎lo consideran una reencarnación de Cristo. ‎

Fase IV: Siria

A pesar de los llamados a la sublevación, nada sucede en Siria, aparte del derribo de algunas ‎estatuas del ‎presidente Hafez al-Assad. La Hermandad Musulmana hace algunas manifestaciones ‎a la salida de las ‎mezquitas, después de la plegaria del viernes. Como sólo dos tercios de la ‎población siria es sunnita, hay ‎que explicar por qué las manifestaciones «por la democracia» ‎suceden sólo los viernes y únicamente a la ‎salida de las mezquitas. ¡Ah! ¡Porque la «dictadura» ‎es «alauita»! Con esa afirmación se oculta tanto el ‎hecho que el Baas es un partido laico ‎como la existencia de las numerosas minorías religiosas que conviven ‎en Siria, como los ‎cristianos, drusos, chiitas duodecimanos, etc. ‎

Finalmente, Israel organiza los desórdenes de Deraa mientras que el MI6 divulga, a través de los ‎canales de ‎televisión qataríes y sauditas, la historia de los niños con las uñas supuestamente ‎arrancadas por la ‎policía.‎ ‎ ‎

50- El papel del MI6

  • El Informe de la Comisión sobre las atrocidades atribuidas a los alemanes, ‎elaborado en nombre del Gobierno de Su Majestad presentado por Lord James Bryce, en 1915, ‎es el primer ejemplo conocido de propaganda militar moderna. Partiendo de hechos reales, ‎el informe describe el ejército alemán como una «gran pandilla de Jack “el destripador”». ‎El Buró de Propaganda de Guerra (Propaganda War Bureau) hizo publicar todo tipo de libros y ‎artículos de prensa para propalar aquella afabulación. Al final de la Primera Guerra Mundial, la ‎población británica exigió que la Alemania derrotada indemnizara a las familias de las víctimas ‎belgas. Se descubrió entonces que eran pocas. Lord Arthur Ponsonby publicó entonces Falsehood ‎in War-time, Containing an Assortment of Lies Circulated Throughout the Nations During the Great ‎War, o sea Mentiras en tiempo de guerra, donde analizaba las manipulaciones de la verdad ‎utilizadas para engañar a la opinión pública.‎
    El Reino Unido sigue utilizando ese eficaz método.

Durante el conjunto de las llamadas «primaveras árabes», el MI6 se especializa en la ‎propaganda de guerra, algo ‎completamente normal dado que el uso de los descubrimientos de la ‎sicología moderna para ‎mentir a su propia población y garantizar así su respaldo es una idea ‎inglesa, muy anterior a la URSS y al III ‎Reich [6]. Ya en 1914, el gobierno británico creaba el «Buró de Propaganda de ‎Guerra». Entre las características de sus ‎métodos se destaca la de recurrir siempre a artistas ‎ya que la estética neutraliza la lógica. En 1914, los ‎ingleses reclutaron a los grandes escritores ‎de la época –como Arthur Conan Doyle, H. G. Wells y Rudyard ‎Kipling– para publicar textos que ‎atribuían crímenes imaginarios al enemigo alemán. Luego reclutaron a los ‎dueños de sus grandes ‎diarios para que publicaran las “noticias” imaginarias de sus escritores. ‎

Cuando los estadounidenses comenzaron a seguir el método británico, en 1919 con el «Comité ‎de ‎Información Pública», estudiaron más detalladamente los mecanismos de persuasión ‎con ayuda del estelar ‎periodista Walter Lippmann y del inventor de la publicidad moderna, Edward ‎Bernays –sobrino de Sigmund ‎Freud. Pero, convencidos del poder de la ciencia, los ‎estadounidenses se olvidaron de la estética. La ‎propaganda pasó de la orientación que el Poder ‎imparte a un grupo de artistas a convertirse en narración ‎de «historias» o «storytelling», ‎sistemáticamente fabricadas según reglas científicas. ‎

Llegando a esa actividad con 20 años de retraso, los nazis desarrollaron 2 conceptos nuevos: ‎Joseph ‎Goebbels instituyó un encuentro cotidiano en el Ministerio de Información, donde ‎él mismo definía los ‎‎«elementos de lenguaje» que los periodistas debían utilizar. Ya ‎no se trataba simplemente de convencer ‎sino de modificar las referencias de las multitudes. ‎Esa misma técnica fue sistematizada en 2003 por la ‎Casa Blanca y Downing Street con la ‎creación de la Oficina de Comunicaciones Globales (Office of Global ‎Communications). ‎Los comunicadores del presidente de Estados Unidos y los del primer ministro ‎británico ‎se ponen en contacto diariamente, a través de una conferencia telefónica, y distribuyen ‎a todas sus embajadas y diversas administraciones un email cotidiano –The Global Messenger ‎‎(“El Mensajero ‎Global”)– donde indican los elementos del lenguaje que deben ser utilizados. ‎

Goebbels llegó incluso a comprometer a cada ciudadano a participar en la mentira, para que ‎se le hiciera ‎aún más difícil volver a la verdad, mediante una forma de adoctrinamiento que ‎compromete a la ‎ciudadanía. Por ejemplo, un individuo que ha desfilado portando antorchas y ‎vistiendo el uniforme de las ‎SS, diseñado por Hugo Boss, ya no puede darse el lujo de cuestionar ‎las convicciones nazis sin cuestionarse a ‎sí mismo y tener que revisar tanto su propio pasado ‎como su visión personal del futuro. Siguiendo ese ‎esquema, los occidentales de hoy que ‎participaron en manifestaciones a favor de los libios supuestamente ‎bombardeados por Kadhafi ‎difícilmente pueden volver a la realidad y reconocer que las únicas bombas ‎utilizadas contra los ‎libios fueron las de la OTAN. La psicología del ser humano está hecha de tal manera ‎que, ‎incluso cuando por fin llegamos a descubrir las pruebas que demuestran que la verdad no es ‎la que ‎creíamos, todavía nos cuesta trabajo reconocer que fuimos manipulados. ‎

En 2010, el MI6 se limita a inventar historias que permiten armar una narración continua de ‎los ‎acontecimientos. Por ejemplo, inventa una biografía de Mohamed Bouazizi –el joven cuyo ‎suicidio sirvió ‎para iniciar las manifestaciones en Túnez– e imagina las circunstancias alrededor de ‎su muerte, ‎convirtiendo así su suicidio en un símbolo de la opresión. Esas mentiras permiten ‎esconder el papel de la ‎Hermandad Musulmana, de la NED y de Gene Sharp para dar a los ‎acontecimientos una apariencia de ‎espontaneidad, una espontaneidad que en cierta medida ‎existe ya que los propios tunecinos creyeron aquella ‎fábula. ‎

El MI6 coordina también el trabajo de las televisiones atlantistas en lengua árabe, al igual que ya ‎coordina ‎el de las televisiones aliadas en lengua persa. Su método es simple: cada estación cita ‎a las demás. De esa ‎manera, una información falsa difundida por una de ellas será repercutida ‎por las otras. Es la aplicación del ‎principio de Goebbels: «una mentira repetida mil veces ‎se convierte en una verdad.»‎

La punta de lanza de esta propaganda es la televisión qatarí Al-Jazeera. Esta televisora vía satélite ‎fue ‎creada en 1996 por los hermanos David y Jean Frydman, después del asesinato del primer ‎ministro israelí ‎Yitzhak Rabin, a quien estaban muy unidos. La idea era disponer de una televisión ‎en lengua árabe en la cual árabes y judíos pudiesen dialogar a pesar de la guerra que los opone ‎entre sí. Como no disponían del ‎personal necesario, los hermanos Frydman recurrieron al MI6, ‎que precisamente estaba planeando la creación de una redacción en Arabia Saudita. Después de ‎algunas peripecias, el MI6 se llevó casi todo el ‎personal de las transmisiones de la BBC ‎en lengua árabe para crear la televisión qatarí Al-Jazeera.

La idea ‎funcionó muy bien mientras Al-‎Jazeera sirvió de canal de expresión a una variedad de opiniones que nada ‎tenían que ver con el ‎monolitismo y el dogmatismo que hasta entonces caracterizaba los medios de ‎difusión árabes. ‎Durante las invasiones contra Afganistán e Irak, Al-Jazeera se convirtió sin duda alguna ‎en ‎la televisión que más se veía en todo el mundo árabe porque era la única que mostraba ‎los crímenes de ‎Estados Unidos. Pero ya vimos anteriormente que ese punto de vista ‎aparentemente antiestadounidense ‎no tenía nada de revolucionario sino que correspondía a ‎la visión del MI6. En todo caso, la aureola ‎alrededor del nombre de Al-Jazeera era tal que ‎gran parte de las televisiones árabes comenzaron a recurrir ‎a Al-Jazeera, o directamente a ‎la BBC, para formar a sus periodistas. En pocos años, el MI6 ya disponía de ‎agentes en ‎casi todas las redacciones de los medios audiovisuales del mundo árabe, incluyendo las de ‎Libia ‎y Siria.‎

Más de 150 personalidades de más de 40 países respondieron al llamado ‎de la Conferencia fundadora de Axis for Peace, realizada en Bruselas en 2005. De izquierda ‎a derecha, Helga Zepp-LaRouche (Schiller Institute), el general Frank Vargas Pazzos (ex jefe ‎del estado mayor de las fuerzas armadas de Ecuador), Thierry Meyssan (presidente-fundador ‎de Red Voltaire), James Petras (sociólogo estadounidense de la Universidad de Nueva York), ‎el general Leonid Ivashov (ex jefe del estado mayor de las fuerzas armadas de la Federación ‎Rusa) y el general Vinod Saighal (ex director de la formación en las fuerzas armadas de ‎la India).‎

Todo cambió en 2005, cuando el MI6 inició la preparación de las «primaveras árabes». ‎La redacción de Al-‎Jazeera pasó entonces a ser supervisada por la oficina JTrack, de Mahmoud ‎Jibril –miembro de la ‎Hermandad Musulmana y futuro líder de la “revolución” libia. Jibril trató de ‎dar una coherencia a la ‎televisora y le impuso un guía espiritual: el jeque Yussef al-Qaradawi, ‎vedette de la Hermandad ‎Musulmana. ‎

En aquella época, yo estaba organizando la conferencia Axis for Peace, que reunió en ‎Bruselas ‎más de 150 personalidades procedentes de más de 40 países. Aunque Al-Jazeera era uno de ‎los ‎patrocinadores de la conferencia –junto a TeleSur y Russia Today–, al segundo día del ‎encuentro recibí una ‎llamada telefónica del director del canal qatarí, quien me anunciaba muy asustado que se veía obligado a ‎anular su participación. Mahmoud Jibril acababa de ver la lista ‎de participantes y se había dado cuenta de ‎la importancia de Axis for Peace. En pocos meses, ‎hubo una “limpieza” en la redacción de Al-Jazeera, ‎redacción que fue puesta entonces bajo la ‎dirección de Wadah Khanfar, otro miembro de la Hermandad ‎Musulmana, personaje que ‎actualmente dirige el Sharq Forum de Túnez –el tanque pensante de esa ‎cofradía.

Al principio de las «primaveras árabes», el MI6 instaló en Doha un equipo de coordinación de ‎las ‎televisiones atlantistas. Al-Arabiya, Al-Jazeera, la BBC, CNN, France24 y Sky participaban ‎en ese equipo ‎junto a pequeñas estaciones en lengua árabe creadas por la CIA. Juntas ‎produjeron después las imágenes ‎de la entrada de los «revolucionarios» en la Plaza Verde ‎de Trípoli, transmitidas por primera vez a través de ‎Sky, durante el segundo día de la batalla por ‎el control de la capital libia. Al observarlas detenidamente, puede ‎verse que esas imágenes ‎se rodaron en un estudio a cielo abierto. Algunos edificios de la verdadera plaza ‎no fueron ‎reproducidos detalladamente. Lo más importante es la ausencia en esas imágenes de ‎las ‎estructuras que los partidarios de Kadhafi habían instalado en la plaza para desplegar allí un ‎gran retrato ‎del Guía. ‎

Es la primera vez que imágenes completamente falsas se transmiten como imágenes ‎de ‎actualidad durante el transcurso de un combate. Y, por supuesto, su efecto sobre los libios ‎fue devastador. ‎Convencidos de que ya estaban invadidos y de que ya habían perdido la guerra, ‎muchos renunciaron a toda ‎resistencia. El mismo procedimiento estuvo planificado para aplicarlo ‎contra Siria, a mediados de ‎‎2012, pero hubo que anular esa operación de desinformación porque ‎Siria reaccionó a tiempo y Rusia ‎intervino para evitar el engaño mediático. ‎

El grupo de coordinación de las televisoras atlantistas y del Golfo creado en Doha responde a la ‎aplicación de ‎un esquema que ya había demostrado su eficacia durante la agresión contra Irak. ‎En aquel momento, la ‎CIA, el MI6 y el Shin Beth israelí coordinaban la publicación de sus ‎mentiras sobre la supuesta implicación ‎de Saddam Hussein en los atentados del 11 de septiembre ‎o la imaginaria capacidad de Irak para lanzar ‎misiles químicos contra Estados Unidos. ‎Los servicios secretos de Su Majestad no titubearon entonces en ‎asesinar al doctor David Kelly, ‎quien se disponía a revelar la existencia del grupo de coordinación, llamado ‎«Rockingham» en ‎la BBC.‎

En el caso de Siria, el MI6 también instaló unidades de prensa en el barrio de Baba Amro, ‎en 2012, y en los ‎barrios ocupados por los yihadistas en el este de Alepo, en 2016. En ambos ‎lugares, el MI6 desplegó ‎colaboradores sirios, supuestos «periodistas ciudadanos», que recibían ‎a corresponsales de guerra ‎extranjeros. Durante meses, los medios de difusión occidentales ‎no sólo se tragaron todas las ‎elucubraciones de aquellos individuos sino que ni siquiera se ‎interrogaron nunca sobre sus posiciones políticas. ‎Por ejemplo, Abu Saleh, quien se impuso como ‎‎«free lance» para las televisiones France24 y Al-Jazeera, fue ‎presentado como un ‎‎«demócrata», a pesar de que participó en el Tribunal de la Charia de Baba Amro, que ‎condenó a ‎muerte y ordenó degollar a más de 150 civiles, entre cristianos y alauitas. ‎

El Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH) fue creado inicialmente por los hermanos ‎al-Abdeh ‎‎–vinculados a BaradaTV, televisión financiada por la CIA– en conjunto con Osama Alí ‎Suleimán –más ‎conocido bajo el seudónimo de «Rami Abdel Rahmane»– antes del inicio de los ‎acontecimientos en su país. ‎Pero esta «ONG» no fue registrada correctamente y el último de ‎estos 3 sujetos logró apoderarse de ella. ‎Se ignora el motivo de la disputa entre ellos, pero ‎lo cierto es que los tres son miembros de la Hermandad ‎Musulmana. ‎

El hecho es que «Rami Abdel Rahmane», vendedor de kebab en Coventry ‎‎(Reino Unido), ‎comenzó a producir en suelo británico un balance cotidiano de lo que “sucedía” ‎en Siria, ‎supuestamente redactado con los testimonios enviados por 230 personas presentes ‎en suelo sirio. Su ‎boletín, alimentado por los servicios secretos de Su Majestad, se impuso como ‎única fuente de ‎información de la prensa occidental. «Abdel Rahmane» siempre anuncia las ‎cantidades de bajas de las ‎partes en cada combate, incluso mucho antes de que el Ejército Árabe ‎Sirio logre recoger datos al respecto. Hay ‎que recordar que los ejércitos necesitan cierto tiempo ‎para comprobar si sus hombres desaparecidos ‎cayeron en combate o si han sido hechos ‎prisioneros por la otra parte. Pero las televisiones que ya ‎trabajan con el MI6 repiten todo lo que ‎viene del OSDH como si fuese la Biblia, como también lo hacen las ‎agencias de prensa AFP, ‎Associated Press y Reuters. ‎

La televisión siria transmite una crónica de Thierry Meyssan, en mayo de 2016.

Después de la masacre química de la Ghuta, en el verano de 2013, el MI6 tomó el control de la ‎propaganda ‎de los grupos armados a través de varias empresas externas de publicidad. ‎Inicialmente en manos de ‎Regester Larkin, la propaganda de los grupos armados que operan ‎en Siria pasa rápidamente a estar bajo el control de ‎la firma Innovative Communications ‎& Strategies (InCoStrat), otra compañía creada por el coronel Paul ‎Tilley. Ese conjunto se ocupa ‎a la vez del conflicto en Siria y de la guerra contra Yemen. Este grupo realiza ‎videos de ‎propaganda sobre las «revoluciones democráticas» y diseña los logotipos, a menudo muy ‎bien ‎concebidos, de prácticamente todos los grupos yihadistas. Incluso llega a montar ‎en las afueras de Damasco un ‎desfile militar del grupo Yesh al-Islam (Ejército del Islam) con ‎‎4 blindados y unos cientos de individuos que ‎pasan varias veces ante la cámara, como ‎los squadricis de Mussolini, cuando pasaban ante el rey de Italia ‎durante la Marcha ‎sobre Roma. ‎

Entre los grandes éxitos del MI6 merecen mención aparte los White Helmets (o «Cascos ‎Blancos»), una organización supuestamente humanitaria que dice dedicarse a acciones de defensa ‎civil en las zonas bajo ‎control de los yihadistas. Estos «Cascos Blancos» son en realidad una ‎unidad de producción de imágenes ‎destinadas a la propaganda y están vinculados a al-Qaeda. ‎Dicen realizar operaciones de salvamento de ‎víctimas –todas montadas para las cámaras que ‎siempre los filman– y recientemente enviaron varios ‎representantes a conversar con diputados y ‎responsables políticos en Occidente, además de haber sido ‎nominados para el Premio Nobel de la ‎Paz. Estos White Helmets, cuyo fundador es James Le Mesurier, un ‎agente del MI6 nombrado ‎Caballero del Imperio Británico por la reina Isabel II, incluso obtuvieron un ‎Oscar en Hollywood. ‎

Pero nadie menciona que, cuando al-Qaeda cortó el abastecimiento de agua a más ‎de ‎‎5 millones de civiles en Damasco durante 42 días, el comunicado de los yihadistas que ‎se proclamaban ‎autores de ese crimen de guerra llevaba la firma, entre otros grupos, de los ‎‎“humanitarios” Cascos ‎Blancos.‎

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[2«La CIA y el laboratorio iraní» y «La ‎“revolución de color‎”‎ fracasa en Irán», por ‎Thierry Meyssan, Red Voltaire, 19 y 29 de junio de 2009.

[3«Las elecciones iraníes: la fábula del robo electoral», por Jaime Petras, Red Voltaire, 21 de junio de 2009.

[4«Los lazos financieros ocultos entre las familias Bush y Ben Laden», ‎por Thierry Meyssan, Proceso (México), Réseau Voltaire, 16 de octubre de 2001.

[5Mahmoud Ahmadinejad’s letter to Ban Ki-moon”, por Mahmud ‎Ahmadinejad, Voltaire Network, 13 de abril de 2010 y «Déclaration de Mahmoud Ahmadinejad ‎à la 66e Assemblée générale de l’ONU», por Mahmoud Ahmadinejad, ‎‎Réseau Voltaire, 22 de septiembre de 2011.

[6«Las técnicas de la propaganda militar moderna» y «Para Londres, la propaganda de guerra es un arte», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 16 de mayo de 2016 y 23 de ‎agosto de 2016.