Después de la Comisión Baker-Hamilton, Estados Unidos vacila sobre cómo actuar. Trata de iniciar varias operaciones, como la «revolución verde» en Irán, y finalmente opta por el «liderazgo desde!atrás», una técnica de mando que pone en primera línea a sus aliados y evita el desgaste de las fuerzas estadounidenses. Desde la sombra, los británicos moldean la opinión pública sin que nadie lo note. En lo adelante, los que toman las decisiones evitan mostrarse en primer plano.
Este artículo este parte del libro De la impostura del 11 de septiembre a Donald Trump. Ante nuestra mirada, la gran farsa de las primaveras árabes.
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48- Revolución de color en Irán
Ya que se impone ahorrar dinero, la idea de una gran guerra contra Irán queda abandonada, pero se sigue apuntando hacia ese blanco. Tratando de derrocar a los Guardianes de la Revolución, al presidente Mahmud Ahmadinejad y al Guía Alí Khamenei, la CIA organiza una revolución de color recurriendo a las personalidades que Liz Cheney ya había seleccionado en 2006-2008. La Agencia utiliza a Mehdi, el segundo hijo del ayatola Rafsanyani, y al ex presidente iraní Mohammad Khatami.
La CIA solicita a sus aliados la creación de canales de televisión vía satélite en lengua persa, para contradecir con ellos a los canales nacionales iraníes. Irán produce series televisivas de calidad pero muy pobres en cuanto a decorados y vestuario. Hollywood, por el contrario, propone films espectaculares y vistosos. Conocedora de la rigidez moral característica de la cultura iraní, la Hermandad Musulmana ya inunda el espectro televisivo de Irán con las transmisiones de la televisión saudita MBC Persia que transmite versiones integrales de las películas más escabrosas de Hollywood –mientras que la misma MBC mutila implacablemente toda escena ligeramente picante en sus transmisiones destinadas al mundo árabe. En pocos meses, los aliados de Estados Unidos crean 70 canales de televisión en persa, lengua que se habla única y exclusivamente en Irán y Afganistán. Hasta Corea del Sur crea un canal de televisión en lengua persa.
La población iraní se identifica masivamente con la Revolución antiimperialista del imam Rulah Khomeiny, pero está dividida en cuanto a sus consecuencias. Todo un sector de los comerciantes de Teherán e Ispahán se ha visto duramente afectado por el cierre de los mercados internacionales que siguió a los intentos de exportación de la Revolución. Esa clase social, acostumbrada a viajar a Occidente, no se acomoda tampoco a la rigidez moral en materia de sexo y sueña con un “Mayo del 68”.
Hace 30 años que la CIA viene tratando de aislar a la Revolución iraní, aunque a la vez hace negocios con la clase dirigente. Durante el periodo que va de 1983 a 1986, Israel y el Estado Profundo estadounidense se las arreglaron para burlar el embargo que el Congreso de Estados Unidos había decretado sobre las ventas de armas a las partes en conflicto en Nicaragua. En una jugada que saldrá posteriormente a la luz como el «escándalo Irán-Contra», los miembros del Consejo de Seguridad Nacional Elliot Abrams y el coronel Oliver North entraron entonces en contacto con el presidente del Parlamento iraní, el ayatola Rafsanyani. Ese contacto se estableció a través de un diputado iraní, el jeque Hassan Rohani, quien ya en aquella época trabajaba con los estadounidenses Paul Wolfowitz y Robert Gates. Israel montó en aquel momento una vía de venta de armas a los contrarrevolucionarios nicaragüenses, ventas que la CIA financió por debajo de la mesa utilizando principalmente fondos provenientes del tráfico de droga. Sin ningún escrúpulo, Rafsanyani pisoteó entonces el ideal del imam Khomeiny, se puso del lado de los contrarrevolucionarios latinoamericanos, de Israel y de Estados Unidos… y logró convertirse en el personaje más adinerado de Irán.
Pero en 2009, un prudente Rafsanyani rechaza involucrarse directamente en una nueva operación contra su propio país. Designa a su hijo Mehdi para que haga de enlace, mientras que el ex presidente Khatami anuncia que va a presentarse a la elección presidencial frente a Mahmud Ahmadineyad, un Guardián de la Revolución que reactivó el movimiento de Khomeiny. Khatami alega más tarde haber sido agredido en plena calle, renuncia a su candidatura a favor de su antiguo primer ministro Mir Hossein Mussavi y viaja a Estados Unidos, donde se reúne con el multimillonario George Soros para preparar el golpe de Estado.
El 13 de junio, desde la proclamación misma de la victoria electoral de Mahmud Ahmadineyad, con el 62,63% de los votos, la NED [1] afirma que el escrutinio ha sido manipulado. Los partidarios de Mussavi, que obtuvieron un 33,75% de los votos, se lanzan a la calle. Irán vivirá entonces varios de días de extrema confusión [2]. El ayatola Rafsanyani aporta públicamente su respaldo a las protestas, pero el presidente Ahmadineyad resiste la embestida. En unas semanas, la «revolución verde» ha revelado su verdadera naturaleza: es un conflicto de clase entre la burguesía urbana y el resto del país [3].
Al año siguiente, Mahmud Ahmadineyad ofrece a su pueblo la revancha sobre aquella intentona golpista. Primero organiza, en apoyo a la Revolución, la concentración popular más grande en toda la historia de Irán. Después, desde la tribuna de la Asamblea General de la ONU, denuncia la estrategia del «choque de civilizaciones» de Bernard Lewis y Samuel Huntington –dos ex miembros del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense. Si realmente existe un conflicto para la humanidad, señala Ahmadineyad, no es un enfrentamiento entre religiones sino entre los valores materiales del capitalismo y la sociedad de consumo, por un lado, y los valores espirituales de la Revolución, que son la justicia y el heroísmo.
El presidente iraní pone después el dedo en la llaga al abordar lo sucedido en Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001. Sin entrar a mencionar la cuestión de la religión enarbolada por Osama ben Laden, el presidente de Irán resalta las relaciones personales de negocios entre las familias del jefe terrorista y del presidente estadounidense George W. Bush –vínculos que yo había revelado en 2001 en el semanario mexicano Proceso y que fueron mencionados por Cynthia McKiney ante el Congreso de Estados Unidos [4]. Después de haber demostrado que la versión de la administración Bush sobre el 11 de septiembre fue utilizada para justificar las guerras contra Afganistán e Irak, y sin tomar él mismo posición al respecto, Mahmud Ahmadineyad retoma, a nombre de la República Islámica de Irán, mi pedido de que se cree una Comisión Investigadora Internacional sobre los hechos del 11 de septiembre de 2001 [5]. Un verdadero terremoto sacude Washington.
Ese mismo día, el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos se reúne con carácter urgente. A la mañana siguiente, el presidente Barack Obama corre a ponerse ante los micrófonos de la BBC en lengua persa para calmar los ánimos, mientras que la prensa iraní habla de mis relaciones con el presidente Ahmadineyad y los diplomáticos comienzan a moverse. La entrevista de Obama con los periodistas anglo-iraníes ha sido organizada por el responsable de las comunicaciones estratégicas de la Casa Blanca, Ben Rhodes, el mismo personaje que había redactado el informe de la Comisión Presidencial de la administración Bush sobre los atentados del 11 de septiembre. Obama acusa a su homólogo iraní de haber proferido palabras de odio desde la tribuna de la ONU, pero quien se tome el trabajo de leer la intervención de Ahmadineyad podrá comprobar que eso es falso. Lo que quiere Obama es apagar el incendio antes de que se extienda. En definitiva, no sólo no habrá guerra contra Irán sino que Estados Unidos pone fin además a todo ataque directo contra ese país a cambio del silencio iraní.
49- El «liderazgo desde atrás»
Según un consejero de Barack Obama, su administración, consciente a la vez del relativo declive de Estados Unidos en relación con China y de la hostilidad que el intervencionismo estadounidense suscita en todo el mundo, concibe entonces una nueva forma de liderazgo: el leading from behind o «liderazgo desde atrás». «La defensa de nuestros intereses y la difusión de nuestros ideales requieren en lo adelante discreción y modestia, además de nuestro poderío militar», precisa. En otras palabras, aunque eso «no tiene mucho que ver con el estilo de John Wayne», Barack Obama, diferenciándose en ello de sus predecesores, no desplegará tropas estadounidenses en nuevos conflictos sino que empujará a sus aliados para que sean ellos quienes hagan el trabajo en su lugar. Para tener éxito, este método exige que quien lo aplique parezca siempre sorprendido ante acontecimientos «espontáneos» y que a la vez anime a sus aliados a reaccionar ante esos acontecimientos, antes de hacerlo él mismo.
El proyecto que los británicos habían propuesto a finales de 2004 para derrocar los gobiernos laicos árabes e instalar en el poder a gente moderadamente antiimperialista –que son los miembros de la Hermandad Musulmana– será la primera aplicación de esta nueva manera de gobernar el mundo.
En noviembre de 2010, Washington empuja Francia a firmar con el Reino Unido los Tratados de Lancaster House, que planifican los ataques contra Libia y Siria. Al igual que en 2005, se lanza un ultimátum a Siria. La Unión Europea hace saber al gobierno sirio que si no firma de inmediato un acuerdo de asociación tendrá que enfrentar una guerra. El presidente Bachar al-Assad viaja discretamente a Europa, la Unión Europea lo conmina a liberalizar la economía de su país en detrimento de la población y le exige admitir que Siria ha perdido el Golán y normalizar las relaciones con Israel. Por supuesto, la respuesta del presidente sirio es negativa. Por lo tanto, habrá guerra.
Experimento en Costa de Marfil
No obstante, por prudencia, el Pentágono –aunque no pone en duda las capacidades militares del Reino Unido– prefiere verificar las de Francia antes de poner algo en manos de los europeos. Así que estimula a París para que se lance a reconquistar Costa de Marfil, país de donde los propios estadounidenses habían expulsado a Francia en el pasado. Desde la elección del presidente Laurent Gbagbo, en el año 2000, Costa de Marfil se halla bajo control del Pentágono –a través de Simone Gbagbo, la esposa del presidente, y de los predicadores evangélicos– así como de Israel –que actúa a través del ministro del Interior, un refugiado libanés veterano del Ejército del Sur de Líbano. La primera etapa de la presidencia de Gbagbo resulta particularmente violenta. Pero, como muchos colaboradores del imperialismo, el presidente Gbagbo descubre con el tiempo que también puede hacer algo por su pueblo, en vez de seguir al servicio de los intereses extranjeros. Así que ya es hora de sacarlo del poder.
En cuanto se da a conocer el resultado de la elección presidencial de 2010, Francia afirma que el escrutinio ha sido “arreglado” en perjuicio del candidato de la oposición Alassane Ouattara, amigo personal del presidente francés Nicolas Sarkozy. Durante varios días, los dos candidatos intercambian acusaciones y se disputan la presidencia. París logra poner en crisis las finanzas de Costa de Marfil, de manera que el ejército y la policía abandonan al presidente y se pasan al bando de Ouattara. Laurent Gbadbo es arrestado y enviado a la Corte Penal Internacional, decididamente especializada en la realización de procesos que justifican el imperialismo occidental en África. Extrañamente, Bolloré y Bouygues, las dos firmas francesas que apoyaban la operación francesa de “democratización”, se pelean con Nicolas Sarkozy mientras que el Pentágono elogia la actuación de Francia. En La Haya, la Corte Penal Internacional (CPI) nunca logrará probar sus acusaciones contra el presidente derrocado.
Fase I: Túnez
A finales de diciembre de 2012, Washington y Londres fingen descubrir «con sorpresa» la sublevación en Túnez, mientras que París –que inicialmente trata de apoyar a Ben Alí– comprende, demasiado tarde, que los anglosajones han abandonado al presidente tunecino, aunque este último nunca había hecho nada que pudiese no ser del agrado de sus padrinos. Al servicio de la CIA, Ben Alí había sido formado en la Senior Intelligence School de Fort Holabird y siguió en todo momento las órdenes de París, Roma y Washington. Pero no tenía contactos en Londres y no encajaba en el grandioso plan del MI6.
En las calles de Túnez se mueven los hombres de Gene Sharp, llegados desde Estados Unidos, Alemania y Serbia para montar la «revolución del jazmín». A pedido del general William Ward, el jefe del AfriCom, el general Rachid Ammar, jefe del estado mayor tunecino, convence al presidente Ben Alí para que se vaya al extranjero mientras él se encarga de restaurar el orden. Como el shah Reza Pahlevi en el momento de la revolución iraní, Ben Alí parte creyendo que sólo será por unas cuantas semanas. La prensa internacional desata una campaña mediática que saca a la luz la fortuna escondida del dictador tunecino. Jeffrey Feltman ya está en la embajada de Estados Unidos en Túnez, base de la CIA para toda la región. El MI6 no tiene más que traer de regreso desde Londres al opositor histórico Rached Ghannouchi… miembro de la Hermandad Musulmana.
El Reino Unido cumple así con su compromiso de instalar en el poder a un «moderado» a la vez que Túnez, que anteriormente se hallaba en la esfera de influencia de Francia, pasa a la de la Corona británica.
Fase II: Egipto
Y ahora le toca a Egipto. Los hombres de Gene Sharp y las “ONGs” de la NED se apoderan de la Plaza Tahrir, iniciando así la “revolución del loto”. Esta vez será el embajador estadounidense Frank Wisner II –el padre adoptivo de Nicolas Sarkozy– el encargado de anunciar al presidente Hosni Mubarak que ha sido despedido. Al igual que Ben Alí, Mubarak siempre cumplió las órdenes de Occidente –menos en el traslado de los palestinos de Gaza al Sinaí–, pero tampoco encaja en el plan británico. Nuevamente, la prensa internacional emprende una campaña sobre la fortuna privada del dictador. Pero esta vez, todo es falso porque Mubarak no es un ladrón. Poco importa, el MI6 organiza el regreso de la Hermandad Musulmana. Completamente desorientados, los franceses se abstienen de todo comentario.
Fase III: Libia
Les llega el turno a Libia y a Siria. El senador estadounidense John McCain y el “filósofo” francés Bernard-Henri Levy reúnen en El Cairo a los hombres de la NED y de al-Qaeda y a los futuros dirigentes de Libia y Siria. El miembro de la Hermandad Musulmana Mahmud Jibril, número 2 del gobierno libi, es repentinamente entronizado como jefe de la oposición libia en el exilio. En Bengazi, francotiradores italianos apostados en los techos abaten a tiros manifestantes y policías, sembrando así el caos, mientras que al-Qaeda toma por asalto varios arsenales del ejército libio. En Ginebra, los miembros de la Hermandad Musulmana que componen la Liga Libia de Derechos Humanos denuncian los crímenes imaginarios del régimen libio, que supuestamente bombardea a su propio pueblo. Se habla de miles de muertos, que efectivamente morirán después de aquellas acusaciones y bajo las bombas de la OTAN. El show montado alrededor de Libia lleva el Consejo de Seguridad de la ONU a autorizar una intervención militar para garantizar la protección de una población civil a la que nadie amenaza… aparte de al-Qaeda.
En Libia, los únicos que entienden lo que está sucediendo son los trabajadores inmigrantes africanos. Al ver la llegada masiva de fuerzas especiales occidentales a Bengazi, se dan cuenta de que –como en Costa de Marfil– los occidentales van a derrocar el gobierno libio. Nadie interviene cuando la Hermandad Musulmana y la cofradía de los Senussi inician cacerías de negros en el este de Libia. Más de 800 000 trabajadores inmigrantes huyen del país por el oeste mientras que la prensa atlantista afirma descaradamente que huyen aterrorizados del «régimen de Kadhafi», que –por el contrario– en realidad los protegía.
Hasta ahí, todo va bien para los organizadores de la operación contra Libia. El presidente Obama ordena a sus aliados que ataquen Trípoli, bajo la coordinación del AfriCom y con el apoyo terrestre de los hombres de al-Qaeda.
Ese montaje le resulta insoportable al general Carter Ham, comandante del AfriCom y uno de los más altos militares estadounidenses, y se niega a luchar junto a sujetos que habían matado soldados estadounidenses en Afganistán y en Irak. La Casa Blanca se ve obligada a poner urgentemente todo el dispositivo en manos de otro alto oficial, el almirante James G. Stravridis, Comandante Supremo de las fuerzas de la OTAN. ¡Tanto peor para las anteriores declaraciones de que la intervención militar no debía aparecer como una cruzada de Occidente en las tierras del islam y de que la OTAN no debería involucrarse bajo ningún concepto!
Fase IV: Siria
A pesar de los llamados a la sublevación, nada sucede en Siria, aparte del derribo de algunas estatuas del presidente Hafez al-Assad. La Hermandad Musulmana hace algunas manifestaciones a la salida de las mezquitas, después de la plegaria del viernes. Como sólo dos tercios de la población siria es sunnita, hay que explicar por qué las manifestaciones «por la democracia» suceden sólo los viernes y únicamente a la salida de las mezquitas. ¡Ah! ¡Porque la «dictadura» es «alauita»! Con esa afirmación se oculta tanto el hecho que el Baas es un partido laico como la existencia de las numerosas minorías religiosas que conviven en Siria, como los cristianos, drusos, chiitas duodecimanos, etc.
Finalmente, Israel organiza los desórdenes de Deraa mientras que el MI6 divulga, a través de los canales de televisión qataríes y sauditas, la historia de los niños con las uñas supuestamente arrancadas por la policía.
50- El papel del MI6
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El Informe de la Comisión sobre las atrocidades atribuidas a los alemanes, elaborado en nombre del Gobierno de Su Majestad presentado por Lord James Bryce, en 1915, es el primer ejemplo conocido de propaganda militar moderna. Partiendo de hechos reales, el informe describe el ejército alemán como una «gran pandilla de Jack “el destripador”». El Buró de Propaganda de Guerra (Propaganda War Bureau) hizo publicar todo tipo de libros y artículos de prensa para propalar aquella afabulación. Al final de la Primera Guerra Mundial, la población británica exigió que la Alemania derrotada indemnizara a las familias de las víctimas belgas. Se descubrió entonces que eran pocas. Lord Arthur Ponsonby publicó entonces Falsehood in War-time, Containing an Assortment of Lies Circulated Throughout the Nations During the Great War, o sea Mentiras en tiempo de guerra, donde analizaba las manipulaciones de la verdad utilizadas para engañar a la opinión pública.
El Reino Unido sigue utilizando ese eficaz método.
Durante el conjunto de las llamadas «primaveras árabes», el MI6 se especializa en la propaganda de guerra, algo completamente normal dado que el uso de los descubrimientos de la sicología moderna para mentir a su propia población y garantizar así su respaldo es una idea inglesa, muy anterior a la URSS y al III Reich [6]. Ya en 1914, el gobierno británico creaba el «Buró de Propaganda de Guerra». Entre las características de sus métodos se destaca la de recurrir siempre a artistas ya que la estética neutraliza la lógica. En 1914, los ingleses reclutaron a los grandes escritores de la época –como Arthur Conan Doyle, H. G. Wells y Rudyard Kipling– para publicar textos que atribuían crímenes imaginarios al enemigo alemán. Luego reclutaron a los dueños de sus grandes diarios para que publicaran las “noticias” imaginarias de sus escritores.
Cuando los estadounidenses comenzaron a seguir el método británico, en 1919 con el «Comité de Información Pública», estudiaron más detalladamente los mecanismos de persuasión con ayuda del estelar periodista Walter Lippmann y del inventor de la publicidad moderna, Edward Bernays –sobrino de Sigmund Freud. Pero, convencidos del poder de la ciencia, los estadounidenses se olvidaron de la estética. La propaganda pasó de la orientación que el Poder imparte a un grupo de artistas a convertirse en narración de «historias» o «storytelling», sistemáticamente fabricadas según reglas científicas.
Llegando a esa actividad con 20 años de retraso, los nazis desarrollaron 2 conceptos nuevos: Joseph Goebbels instituyó un encuentro cotidiano en el Ministerio de Información, donde él mismo definía los «elementos de lenguaje» que los periodistas debían utilizar. Ya no se trataba simplemente de convencer sino de modificar las referencias de las multitudes. Esa misma técnica fue sistematizada en 2003 por la Casa Blanca y Downing Street con la creación de la Oficina de Comunicaciones Globales (Office of Global Communications). Los comunicadores del presidente de Estados Unidos y los del primer ministro británico se ponen en contacto diariamente, a través de una conferencia telefónica, y distribuyen a todas sus embajadas y diversas administraciones un email cotidiano –The Global Messenger (“El Mensajero Global”)– donde indican los elementos del lenguaje que deben ser utilizados.
Goebbels llegó incluso a comprometer a cada ciudadano a participar en la mentira, para que se le hiciera aún más difícil volver a la verdad, mediante una forma de adoctrinamiento que compromete a la ciudadanía. Por ejemplo, un individuo que ha desfilado portando antorchas y vistiendo el uniforme de las SS, diseñado por Hugo Boss, ya no puede darse el lujo de cuestionar las convicciones nazis sin cuestionarse a sí mismo y tener que revisar tanto su propio pasado como su visión personal del futuro. Siguiendo ese esquema, los occidentales de hoy que participaron en manifestaciones a favor de los libios supuestamente bombardeados por Kadhafi difícilmente pueden volver a la realidad y reconocer que las únicas bombas utilizadas contra los libios fueron las de la OTAN. La psicología del ser humano está hecha de tal manera que, incluso cuando por fin llegamos a descubrir las pruebas que demuestran que la verdad no es la que creíamos, todavía nos cuesta trabajo reconocer que fuimos manipulados.
En 2010, el MI6 se limita a inventar historias que permiten armar una narración continua de los acontecimientos. Por ejemplo, inventa una biografía de Mohamed Bouazizi –el joven cuyo suicidio sirvió para iniciar las manifestaciones en Túnez– e imagina las circunstancias alrededor de su muerte, convirtiendo así su suicidio en un símbolo de la opresión. Esas mentiras permiten esconder el papel de la Hermandad Musulmana, de la NED y de Gene Sharp para dar a los acontecimientos una apariencia de espontaneidad, una espontaneidad que en cierta medida existe ya que los propios tunecinos creyeron aquella fábula.
El MI6 coordina también el trabajo de las televisiones atlantistas en lengua árabe, al igual que ya coordina el de las televisiones aliadas en lengua persa. Su método es simple: cada estación cita a las demás. De esa manera, una información falsa difundida por una de ellas será repercutida por las otras. Es la aplicación del principio de Goebbels: «una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad.»
La punta de lanza de esta propaganda es la televisión qatarí Al-Jazeera. Esta televisora vía satélite fue creada en 1996 por los hermanos David y Jean Frydman, después del asesinato del primer ministro israelí Yitzhak Rabin, a quien estaban muy unidos. La idea era disponer de una televisión en lengua árabe en la cual árabes y judíos pudiesen dialogar a pesar de la guerra que los opone entre sí. Como no disponían del personal necesario, los hermanos Frydman recurrieron al MI6, que precisamente estaba planeando la creación de una redacción en Arabia Saudita. Después de algunas peripecias, el MI6 se llevó casi todo el personal de las transmisiones de la BBC en lengua árabe para crear la televisión qatarí Al-Jazeera.
La idea funcionó muy bien mientras Al-Jazeera sirvió de canal de expresión a una variedad de opiniones que nada tenían que ver con el monolitismo y el dogmatismo que hasta entonces caracterizaba los medios de difusión árabes. Durante las invasiones contra Afganistán e Irak, Al-Jazeera se convirtió sin duda alguna en la televisión que más se veía en todo el mundo árabe porque era la única que mostraba los crímenes de Estados Unidos. Pero ya vimos anteriormente que ese punto de vista aparentemente antiestadounidense no tenía nada de revolucionario sino que correspondía a la visión del MI6. En todo caso, la aureola alrededor del nombre de Al-Jazeera era tal que gran parte de las televisiones árabes comenzaron a recurrir a Al-Jazeera, o directamente a la BBC, para formar a sus periodistas. En pocos años, el MI6 ya disponía de agentes en casi todas las redacciones de los medios audiovisuales del mundo árabe, incluyendo las de Libia y Siria.
Todo cambió en 2005, cuando el MI6 inició la preparación de las «primaveras árabes». La redacción de Al-Jazeera pasó entonces a ser supervisada por la oficina JTrack, de Mahmoud Jibril –miembro de la Hermandad Musulmana y futuro líder de la “revolución” libia. Jibril trató de dar una coherencia a la televisora y le impuso un guía espiritual: el jeque Yussef al-Qaradawi, vedette de la Hermandad Musulmana.
En aquella época, yo estaba organizando la conferencia Axis for Peace, que reunió en Bruselas más de 150 personalidades procedentes de más de 40 países. Aunque Al-Jazeera era uno de los patrocinadores de la conferencia –junto a TeleSur y Russia Today–, al segundo día del encuentro recibí una llamada telefónica del director del canal qatarí, quien me anunciaba muy asustado que se veía obligado a anular su participación. Mahmoud Jibril acababa de ver la lista de participantes y se había dado cuenta de la importancia de Axis for Peace. En pocos meses, hubo una “limpieza” en la redacción de Al-Jazeera, redacción que fue puesta entonces bajo la dirección de Wadah Khanfar, otro miembro de la Hermandad Musulmana, personaje que actualmente dirige el Sharq Forum de Túnez –el tanque pensante de esa cofradía.
Al principio de las «primaveras árabes», el MI6 instaló en Doha un equipo de coordinación de las televisiones atlantistas. Al-Arabiya, Al-Jazeera, la BBC, CNN, France24 y Sky participaban en ese equipo junto a pequeñas estaciones en lengua árabe creadas por la CIA. Juntas produjeron después las imágenes de la entrada de los «revolucionarios» en la Plaza Verde de Trípoli, transmitidas por primera vez a través de Sky, durante el segundo día de la batalla por el control de la capital libia. Al observarlas detenidamente, puede verse que esas imágenes se rodaron en un estudio a cielo abierto. Algunos edificios de la verdadera plaza no fueron reproducidos detalladamente. Lo más importante es la ausencia en esas imágenes de las estructuras que los partidarios de Kadhafi habían instalado en la plaza para desplegar allí un gran retrato del Guía.
Es la primera vez que imágenes completamente falsas se transmiten como imágenes de actualidad durante el transcurso de un combate. Y, por supuesto, su efecto sobre los libios fue devastador. Convencidos de que ya estaban invadidos y de que ya habían perdido la guerra, muchos renunciaron a toda resistencia. El mismo procedimiento estuvo planificado para aplicarlo contra Siria, a mediados de 2012, pero hubo que anular esa operación de desinformación porque Siria reaccionó a tiempo y Rusia intervino para evitar el engaño mediático.
El grupo de coordinación de las televisoras atlantistas y del Golfo creado en Doha responde a la aplicación de un esquema que ya había demostrado su eficacia durante la agresión contra Irak. En aquel momento, la CIA, el MI6 y el Shin Beth israelí coordinaban la publicación de sus mentiras sobre la supuesta implicación de Saddam Hussein en los atentados del 11 de septiembre o la imaginaria capacidad de Irak para lanzar misiles químicos contra Estados Unidos. Los servicios secretos de Su Majestad no titubearon entonces en asesinar al doctor David Kelly, quien se disponía a revelar la existencia del grupo de coordinación, llamado «Rockingham» en la BBC.
En el caso de Siria, el MI6 también instaló unidades de prensa en el barrio de Baba Amro, en 2012, y en los barrios ocupados por los yihadistas en el este de Alepo, en 2016. En ambos lugares, el MI6 desplegó colaboradores sirios, supuestos «periodistas ciudadanos», que recibían a corresponsales de guerra extranjeros. Durante meses, los medios de difusión occidentales no sólo se tragaron todas las elucubraciones de aquellos individuos sino que ni siquiera se interrogaron nunca sobre sus posiciones políticas. Por ejemplo, Abu Saleh, quien se impuso como «free lance» para las televisiones France24 y Al-Jazeera, fue presentado como un «demócrata», a pesar de que participó en el Tribunal de la Charia de Baba Amro, que condenó a muerte y ordenó degollar a más de 150 civiles, entre cristianos y alauitas.
El Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH) fue creado inicialmente por los hermanos al-Abdeh –vinculados a BaradaTV, televisión financiada por la CIA– en conjunto con Osama Alí Suleimán –más conocido bajo el seudónimo de «Rami Abdel Rahmane»– antes del inicio de los acontecimientos en su país. Pero esta «ONG» no fue registrada correctamente y el último de estos 3 sujetos logró apoderarse de ella. Se ignora el motivo de la disputa entre ellos, pero lo cierto es que los tres son miembros de la Hermandad Musulmana.
El hecho es que «Rami Abdel Rahmane», vendedor de kebab en Coventry (Reino Unido), comenzó a producir en suelo británico un balance cotidiano de lo que “sucedía” en Siria, supuestamente redactado con los testimonios enviados por 230 personas presentes en suelo sirio. Su boletín, alimentado por los servicios secretos de Su Majestad, se impuso como única fuente de información de la prensa occidental. «Abdel Rahmane» siempre anuncia las cantidades de bajas de las partes en cada combate, incluso mucho antes de que el Ejército Árabe Sirio logre recoger datos al respecto. Hay que recordar que los ejércitos necesitan cierto tiempo para comprobar si sus hombres desaparecidos cayeron en combate o si han sido hechos prisioneros por la otra parte. Pero las televisiones que ya trabajan con el MI6 repiten todo lo que viene del OSDH como si fuese la Biblia, como también lo hacen las agencias de prensa AFP, Associated Press y Reuters.
La televisión siria transmite una crónica de Thierry Meyssan, en mayo de 2016.
Después de la masacre química de la Ghuta, en el verano de 2013, el MI6 tomó el control de la propaganda de los grupos armados a través de varias empresas externas de publicidad. Inicialmente en manos de Regester Larkin, la propaganda de los grupos armados que operan en Siria pasa rápidamente a estar bajo el control de la firma Innovative Communications & Strategies (InCoStrat), otra compañía creada por el coronel Paul Tilley. Ese conjunto se ocupa a la vez del conflicto en Siria y de la guerra contra Yemen. Este grupo realiza videos de propaganda sobre las «revoluciones democráticas» y diseña los logotipos, a menudo muy bien concebidos, de prácticamente todos los grupos yihadistas. Incluso llega a montar en las afueras de Damasco un desfile militar del grupo Yesh al-Islam (Ejército del Islam) con 4 blindados y unos cientos de individuos que pasan varias veces ante la cámara, como los squadricis de Mussolini, cuando pasaban ante el rey de Italia durante la Marcha sobre Roma.
Entre los grandes éxitos del MI6 merecen mención aparte los White Helmets (o «Cascos Blancos»), una organización supuestamente humanitaria que dice dedicarse a acciones de defensa civil en las zonas bajo control de los yihadistas. Estos «Cascos Blancos» son en realidad una unidad de producción de imágenes destinadas a la propaganda y están vinculados a al-Qaeda. Dicen realizar operaciones de salvamento de víctimas –todas montadas para las cámaras que siempre los filman– y recientemente enviaron varios representantes a conversar con diputados y responsables políticos en Occidente, además de haber sido nominados para el Premio Nobel de la Paz. Estos White Helmets, cuyo fundador es James Le Mesurier, un agente del MI6 nombrado Caballero del Imperio Británico por la reina Isabel II, incluso obtuvieron un Oscar en Hollywood.
Pero nadie menciona que, cuando al-Qaeda cortó el abastecimiento de agua a más de 5 millones de civiles en Damasco durante 42 días, el comunicado de los yihadistas que se proclamaban autores de ese crimen de guerra llevaba la firma, entre otros grupos, de los “humanitarios” Cascos Blancos.
La edición en español de este libro también existe en papel.
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[2] «La CIA y el laboratorio iraní» y «La “revolución de color” fracasa en Irán», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 19 y 29 de junio de 2009.
[3] «Las elecciones iraníes: la fábula del robo electoral», por Jaime Petras, Red Voltaire, 21 de junio de 2009.
[4] «Los lazos financieros ocultos entre las familias Bush y Ben Laden», por Thierry Meyssan, Proceso (México), Réseau Voltaire, 16 de octubre de 2001.
[5] “Mahmoud Ahmadinejad’s letter to Ban Ki-moon”, por Mahmud Ahmadinejad, Voltaire Network, 13 de abril de 2010 y «Déclaration de Mahmoud Ahmadinejad à la 66e Assemblée générale de l’ONU», por Mahmoud Ahmadinejad, Réseau Voltaire, 22 de septiembre de 2011.
[6] «Las técnicas de la propaganda militar moderna» y «Para Londres, la propaganda de guerra es un arte», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 16 de mayo de 2016 y 23 de agosto de 2016.
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