El gobierno del presidente ucraniano Volodimir Zelenski condenó la apertura de una oficina del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en la ciudad rusa de Rostov del Don para atender las necesidades de los refugiados ucranianos que están llegando a Rusia.
El gobierno de Kiev rechaza la apertura de corredores humanitarios hacia Rusia y amenaza con llevar ante los tribunales, bajo acusaciones de traición, a todo ucraniano desplazado por la guerra que busque refugio en suelo ruso.
La semana pasada, Kiev incluso cerró el corredor humanitario que las fuerzas rusas habían establecido en Mariupol, o sea el gobierno del presidente Zelenski prefirió que los civiles ucranianos permanecieran atrapados en medio de los combates en vez de dejarlos escapar hacia Rusia.
Al igual que los “banderistas” que Moscú considera neonazis, el gobierno del presidente Zelenski establece una diferencia entre ucranianos “verdaderos” –de origen germánico o escandinavo– y “falsos” ucranianos –los de origen eslavo.
Según Kiev, el Comité Internacional de la Cruz Roja no puede reconocer como legítimos los corredores humanitarios abiertos hacia territorio ruso.
Por su parte, el Comité Internacional de la Cruz Roja negó estar participando en algún tipo de «evacuación forzosa de la población ucraniana hacia Rusia».
El CICR recordó a través de Twitter que es «una organización neutral, imparcial y humanitaria» y que el objetivo de la Cruz Roja es «ayudar a todos, estén donde estén».
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