El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, expresó reservas sobre una incorporación de Finlandia y Suecia a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), ya anunciada como inminente en el contexto de la guerra en Ucrania.
Anticipando la victoria rusa en Ucrania, el gobierno turco tiene el mayor interés en preservar sus relaciones con Moscú ya que Rusia controlaría entonces todo el Mar Negro y Siria, lo cual equivaldría a un cerco ruso sobre Turquía.
Debido a ello, Ankara no tiene intenciones de alinearse obedientemente junto a Washington, como están haciéndolo los países de la Unión Europea, sino de mantener su actual posición, a medio camino entre Estados Unidos y Rusia.
De hecho, se trata de un regreso de Turquía a la estrategia del estado mayor kemalista del ejército turco, abandonada por Ankara en tiempos del llamado «escándalo Ergenekon», en 2008.
El gobierno turco está inmerso actualmente en una negociación con el gobierno de Siria, proceso que podría desembocar en una retirada turca de Siria a cambio de una solución sobre el problema kurdo.
Ankara ya está empujando la Hermandad Musulmana, incluyendo el Hamas palestino, a salir de Turquía mientras que se dedica a reactivar sus vínculos con los países donde hay presencia de población turca o de poblaciones de lengua turca –una política denunciada por China, debido a la presencia en suelo chino de la población uigur, que habla turco aunque no es étnicamente turca.
La oposición de Turquía a una admisión de Finlandia y Suecia en la OTAN aparece en momentos en que se vislumbra un cambio de posición de Italia sobre la guerra en Ucrania.
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