Estados Unidos y Reino Unido tocan el clarín llamando a la batalla en las cumbres del G7 y de la OTAN. Lo que quieren Washington y Londres es que sus vasallos cierren filas y tenerlos alineados para un enfrentamiento contra Rusia y, a más largo plazo, contra China. Pero, aunque la infantería está dispuesta a seguir prosternándose ante estadounidenses y británicos, no parece sentir demasiado entusiasmo por entrar en guerra.
Dos cumbres, una tras otra, a sólo días de intervalo, las del G7 y la OTAN, demuestran que Occidente está poniendo en el terreno todo su arsenal –militar, político y económico– con tal de mantener el predominio que está perdiendo en un mundo cada vez más multipolar, demostrado esto último por el creciente desarrollo de los BRICS (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica), grupo al que ya quieren unirse Irán, Argentina y otros países.
En cuanto a Ucrania, mientras que el G7 entrega a Kiev 30 000 millones de dólares, la OTAN envía cantidades cada vez más importantes de armamento para que sea utilizado contra Rusia.
Pero el papel de la OTAN no se limita a eso. Funcionarios del Pentágono, entrevistados por el New York Times, confirman por primera vez y con hechos precisos que el mando y la conducción de las operaciones militares en Ucrania están en manos del Pentágono y de la alianza atlántica [1].
La cumbre de la OTAN aprobó el nuevo Concepto Estratégico [2], que define a Rusia como «la amenaza más significativa contra la seguridad de los aliados», además de afirmar que «la competición estratégica está aumentando en el mundo entero».
En ese mismo nuevo Concepto Estratégico, la OTAN se refiere por primera vez explícitamente a China afirmando que «las políticas coercitivas de China desafían nuestros intereses, nuestra seguridad y nuestros valores».
El hecho es que estamos ante una estrategia única de guerra que Occidente está aplicando en todo el espacio geográfico que va desde Europa hasta el este de Asia. En Europa, la OTAN –bajo el mando de Estados Unidos– se amplía de 30 a 32 países, con la inclusión de Suecia y Finlandia, acercándose así todavía más a Rusia. En Asia y en el Pacífico aumenta el despliegue militar de Estados Unidos, respaldado principalmente por Australia y Japón [3]. Precisamente en el Pacífico se está desarrollando en este momento, bajo el mando de Estados Unidos, la maniobra naval más grande del mundo, que apunta contra China.
Por supuesto, todo eso cuesta dinero y siempre somos nosotros quienes pagamos. Según los datos oficiales de la OTAN, los gastos de Italia en el sector militar ya se elevan en 2022 a unos 29 000 millones de euros, o sea 80 millones de euros cada día. El incremento más pronunciado de esos gastos se registró durante el periodo de los confinamientos: de 21 000 millones en 2019, el gasto militar de Italia se disparó a más de 26 000 millones en 2020 y sobrepasó los 28 000 millones en 2021.
Y la OTAN ya nos avisa: «Hacer más, costará más.»
Traducido al español por Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio
[1] “Allied Commandos in Ukraine Secretly Funnel Aid to Troops”, Eric Schmitt, Julian E. Barnes y Helene Cooper, The New York Times, 16 de junio de 2022.
[2] «OTAN 2022 Concept Stratégique», Réseau Voltaire, 29 de junio de 2022.
[3] «La OTAN pretende convertirse en alianza atlántico-pacífica», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 10 de diciembre de 2019.
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