Al sostener la guerra de Kiev contra los ruso-parlantes de Ucrania, los straussianos estadounidenses buscaban provocar la respuesta de la Federación Rusa. Pero no calcularon bien las consecuencias de esa manipulación. Las industrias militares de Occidente ya no logran garantizar los volúmenes de armamento que se necesita. Ahora, Occidente está invirtiendo en la muerte.
La contraofensiva ucraniana se planificó durante meses por parte de Estados Unidos, país que ha proporcionado a las fuerzas de Kiev la información en tiempo real sobre los objetivos rusos que debían atacar. Asi lo revela el New York Times basándose en fuentes oficiales. Esa revelación confirma que las fuerzas de Kiev actúan bajo las órdenes de Estados Unidos y siguen la estrategia decidida en Washington.
En ese contexto, el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, convocó una reunión del «Grupo de Contacto de Defensa de Ucrania», realizada en Alemania, para incrementar el suministro de armamento a las fuerzas de Kiev.
El «Grupo de Contacto de Defensa de Ucrania» se compone de más de 50 países. Además de los miembros de la OTAN también figuran en ese grupo Japón, Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Israel y Qatar.
La cantidad de armamento enviado a Ucrania es tan grande que se ha hecho necesario un fuerte incremento de la producción.
Por ejemplo, el Pentágono ha enviado a Ucrania alrededor de 800 000 proyectiles de artillería de 155 milímetros para los 126 cañones M-777 de largo alcance que los militares ucranianos utilizan para disparar sobre los objetivos rusos indicados por la inteligencia estadounidense. El problema es que Estados Unidos tiene una sola fábrica –la instalación de General Dynamics en Pensilvania– capaz de producir ese tipo de munición y sólo puede fabricar 14 000 proyectiles al mes. Así que hay que aumentar rápidamente la capacidad de producción de esa fábrica y abrir nuevas instalaciones similares. Se inicia así en Estados Unidos, y en todo Occidente, un nuevo y colosal desarrollo del mercado de las industrias de guerra.
Entre esas industrias se encuentra la firma italiana Leonardo –en la que el ministerio [italiano] de Desarrollo tiene una participación del 30%– que hoy ocupa el lugar número 12 entre las 100 industrias de guerra más grandes del mundo y el primer lugar en la Unión Europea. En un solo año, la firma Leonardo incrementó en un 24% los ingresos de la industria militar italiana, aportando alrededor de 14 000 millones de dólares.
El 83% de los ingresos de Leonardo viene precisamente de su producción militar y esa firma italiana está integrada al gigantesco complejo militaro-industrial estadounidense encabezado por Lockheed Martin, fabricante del avión de combate F-35 en cuyo proceso de fabricación también participa la firma Leonardo.
Así sigue creciendo el poder del complejo militaro-industrial, entidad tentacular que, para seguir viviendo y desarrollarse, necesita el oxígeno que le aporta la guerra.
Breve presentación de la revista de prensa internacional Grandangolo Pangea publicada el 16 de septiembre de 2022 a las 20:30 horas en el canal italiano Byoblu
Traducido al español por Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio
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