El 26 de abril, el ex comandante Eloy Gutiérrez Menoyo, hoy autoproclamado líder de la organización anticastrista Cambio Cubano, con una buena dosis de oportunismo, saludó el triunfo del Partido Socialista Obrero Español (Psoe), en las elecciones españolas. Sin dejar pasar la oportunidad, destapó la caja de Pandora al acusar directamente a su compatriota Oswaldo Payá -premio Sajarov 2002- de apoyar el golpe de estado en Venezuela en abril de 2002.
Decíamos, en diciembre de 2002 en el mensuario venezolano Question, que con sorpresa habíamos recibido la noticia de que el Parlamento Europeo -no por consenso sino por mayoría- había otorgado el premio a Payá, autoproclamado líder del Movimiento Cristiano de Liberación, un personaje mucho más cercano al terrorismo que a la democracia.
Varios alertamos en la oportunidad a los diputados europeos sobre el destinatario del premio. Pero José María Aznar, entonces presidente del gobierno español, y la derecha europea lo impuso primero, y luego se abstuvo de publicitarlo para evitar el bochorno. Hoy a nadie le extraña que Aznar hubiera mentido sobre Payá. Sus mentiras le costaron, además del bochorno, su salida del gobierno.
Payá era prácticamente un desconocido en Latinoamérica hasta abril del 2002, cuando publicitó su adhesión al golpe en Venezuela. No le bastó con enviar una carta al expresidente socialcristiano Luis Herrera Campins, en la que insiste en su «apoyo y repeto» al breve dictador Pedro Carmona, sino que él mismos e encargó de distribuirla por todas las agencias noticias internacionales.
«Desde Cuba le expresamos nuestra más profunda admiración y solidaridad en estos momentos en que han rescatado su soberanía y su futuro. Es impresionante y verdaderamente épico el derroche de valor, firmeza y amor a la libertad demostrado por ustedes», escribió ese 11 de abril. Para ser claros, Payá respaldó un golpe de estado contra un presidente constitucional, lo que no lo convierte precisamente en un demócrata y menos en un defensor de los derechos humanos.
Mientras Payá quiso lucrar políticamente con este golpe (¿ajeno?) desde el extranjero, varios militantes en MCL en Caracas, atacaban junto a fascistas locales y otros cubano-venezolanos, con saña y grados extremos de violencia, la sede de la embajada cubana en Venezuela. Quizá a Aznar también se le olvidó contarles esto a los parlamentarios europeos.
En carta a parlamentarios europeos, señalamos en aquel momento que «al igual que centenares de periodistas latinoamericanos creo que es necesario que ustedes conozcan a fondo al personaje antes de cometer una injusticia. Así podremos seguir creyendo en el concepto europeo de democracia. Y en el de justicia».
Dicen que la carta cayó como granada sin seguro entre los «honorables» eurodiputados que, impedidos de colocarle nuevamente el seguro, optaron por preguntar los antecedentes de Payá nada menos que a Gutemberg Martínez, presidente de la Organización Demócrata Cristiana de América (Odca), personaje que no es conocido especialmente por su respeto a valores morales y principios, y que tampoco dudó en mentirles.
De la otra parte se encargó Aznar, entonces presidente de la Internacional Demócrata de Centro, presidente en ejercicio de la Unión Europea y también del gobierno español, quien presionó para que se le otorgara el premio a como diera lugar, aunque para eso tuviera que pasar por encima de otros candidatos que habían obtenido mayor cantidad de adhesiones en la comisión que lso recomendó. A Aznar, quien el 11 de abril de 2002 también festejó la caída del gobierno constitucional venezolano, no le interesó el consenso y menos aún la justicia, e impuso la mayoría mecánica de la derecha europea en el Parlamento.
Fue su triste gobierno, también, el que presionó para que se le otorgara el premio Rey de España al video sobre Puente Llaguno, a las claras un montaje publicitario antidemocrático y golpista, que intentaba responsabilizar al presidente Hugo Chávez de las muertes del 11 de abril para justificar el golpe de estado.
Lo de Aznar es historia. Su comportamiento ante los terribles atentados terroristas del 11 de marzo en España sirvió para demostrar su deficiente estructura moral: mintió otra vez, endilgándole la responsabilidad de los mismos al grupo vasco ETA. Y en esa ocasión, Payá volvió a subirse a su carro y avalar lo que dijera Aznar.
Gutiérrez Menoyo, por su parte, acusa a Payá de dialogar permanentemente con los terroristas (cubanos de Miami), desear una conflagración en Cuba para tomar el poder y de jugar la carta de una invasión estadounidense. «Habla de democracia para Cuba, pero corren cuando se enteran que ha triunfado un golpe de estado en Latinoamérica y le brindan su apoyo». Y nadie puede decir que el ex comandante hoy sea castrista...
Ni el video se merece el premio otorgado, ni Sajarov que sea insultado por un Payá antidemocrático, progolpista... y por demás mentiroso.
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