La crisis productiva, el desempleo y la extrema desigualdad han engendrado en el último quinquenio por lo menos 800 mil nuevos pobres en Bolivia, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE)
En 1998, la población en estado de pobreza alcanzaba a 5 millones de personas, que representaban al 62 por ciento de la población total. Cinco años después, la población empobrecida ya era de 5,8 millones de personas y el porcentaje de pobreza era del 64,3 por ciento.
Estos registros que muestran el aumento de la pobreza en términos absolutos (800 mil nuevos pobres) y en términos relativos (incremento porcentual de más de dos puntos) habla a las claras del rotundo fracaso de la estrategia nacional de lucha contra la pobreza, emprendida en el país desde fines de los años 90 a un costo millonario.
Aunque los datos oficiales casi siempre tienden a minimizar la magnitud de este flagelo social, se estima oficialmente que en el 2003 un tercio de más de un tercio de la población (36,6 por ciento), que equivale a 3,3 millones de personas, estaba pasando hambre y no contaba con los recursos económicos necesarios como para alimentarse adecuadamente.
Más pobreza urbana
El ensanchamiento de la pobreza ha sido explosivo en las áreas urbanas, al influjo del creciente desempleo, la informalidad, la migración proveniente del campo y la reducción del consumo. En las ciudades y poblaciones con más de dos mil habitantes se calcula que han caído en la pobreza, en números redondos, un total de 500 mil personas en el último quinquenio.
En el área rural, el aumento de la pobreza no ha sido tan vertiginoso, aunque su intensidad y amplitud es mayor que en las ciudades. En el quinquenio 1998-2003 la población en estado de pobreza aumentó en 300 mil personas.
Este desigual avance de la pobreza ha permitido también que sean las ciudades las que concentren la mayor cantidad de pobres. Hoy, el ejército urbano de pobres ya es de 3 millones de personas, 200 mil más que las del área rural. En términos porcentuales, la pobreza alcanza al 53,5 por ciento de los hogares urbanos y al 82,1 por ciento de los hogares rurales.
La gran diferencia, sin embargo, es que la intensidad de la pobreza extrema es mucho mayor en el campo. En las ciudades, la cuarta parte de la población pasa hambre al no tener lo suficiente como para adquirir sus alimentos, mientras que en el área rural ese drama alcanza a más de la mitad de la pobladores.
Miseria en valles y llanos
Estas tendencias también están modificando paulatinamente el mapa nacional de la pobreza. Así, aunque el occidente boliviano, tanto en el área urbana como rural, se mantiene como el reducto de los mayores índices de pobreza, en los últimos años se ha constatado un acelerado deterioro de las condiciones de vida y de trabajo en los valles y en el oriente del país.
Con todo, las cifras oficiales muestran que siete de cada 10 familias del Altiplano (La Paz, Oruro y Potosí) estaban hundidas en la pobreza. Una situación similar se vivía en los valles (Cochabamba, Tarija y Chuquisaca), en tanto que en los llanos (Santa Cruz, Beni y Pando) la pobreza agobiaba a un poco más de la mitad de las familias.
Más desigualdad social
Según las autoridades, la causa del mayor empobrecimiento de Bolivia y de los bolivianos ha sido la crisis económica que ha paralizado, desde fines de 1998, a los principales sectores productivos como la industria manufacturera, la agricultura, la construcción y el comercio, en los que se concentra la mayor parte de la población trabajadora.
Sin embargo, las propias cifras oficiales muestran que la desigual distribución del ingreso, agravadas por un modelo económico que concentra el ingreso en muy pocas manos, ha contribuido en mucho para multiplicar la pobreza en el país y para agrandar la brecha entre ricos y pobres.
Datos oficiales, a los que tuvo acceso ECONOTICIAS, revelaron que en los últimos cuatro años aumentaron los índices de desigualdad social y que ahora la riqueza y la mayor parte de los ingresos se concentran en un segmento muy reducido de la población.
En las áreas urbanas del país, el índice de concentración del ingreso aumentó en 11 por ciento entre 1999 y el 2002, mientras que a nivel nacional este índice aumentó en un 5 por ciento. La brecha entre ricos y pobres se ha ensanchado desde la aplicación del modelo neoliberal, en 1985, pero ha sido en los últimos años que esta diferencia se ha ampliado en proporciones inquietantes y peligrosas.
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