El problema de la "falta" de tierras, paradójicamente, no tiene fronteras en América Latina. A pesar de la extensión casi ilimitada de un continente vasto y sin mayores presiones demográficas, son pocos los que poseen mucho. La gran mayoría no tiene nada, o muy poco. Bolivia no escapa a esta paradoja económico-social. Cerca de 4 millones de sus habitantes carecen de una parcela mínima para asegurar su subsistencia, tal como lo señala en entrevista exclusiva Juana Chambi, joven dirigente y responsable del trabajo con las mujeres en el Movimiento Sin Tierra (MST). Menos conocido internacionalmente que su homólogo brasilero, el MST de Bolivia vive, sin embargo, un acelerado proceso de consolidación, al calor de la protesta, la lucha social y la organización colectiva.
Promesas históricas incumplidas
- ¿Qué es el MST de Bolivia?
- Un movimiento de familias, de hombres y mujeres sin tierra. En Bolivia existe una injusta distribución de las tierras por la mala gestión que los gobiernos de turno han hecho de este tema tan sensitivo. En 1953 se implementó una reforma agraria, definiéndose retóricamente que la "tierra es de quien la trabaja". Pero al mismo tiempo se consolidaba el latifundio en el oriente del país y el minifundio en el occidente. Luego se promulgó la Ley INRA (Instituto de Reforma Agraria), por la cual la tierra es de quien tiene dinero, armas y poder. Como resultado de esta situación nace el MST, movimiento en el que nos organizamos todos los que no tenemos tierra o la poseemos insuficientemente. Nuestro objetivo principal: poder vivir y ayudar a encontrar una salida a la crisis que atraviesa nuestro país.
- Si se debiera comparar con el MST brasilero, ¿cuáles son los puntos comunes y cuáles las diferencias entre uno y otro?
- Nos animan objetivos similares. Recuperar tierras para las familias que no la tienen. Impulsar una lucha teórica y práctica en contra de los latifundistas que las acaparan para la especulación y negocios turbios. Ambos movimientos impulsan procesos de información, comunicación, consolidación y organización de las familias sin tierra. Por otra parte, lamentablemente, ambos tenemos mártires.
Las diferencias principales provienen de la historia y el desarrollo de uno y otro. El MST de Brasil tiene 20 años de existencia, nosotros sólo 4. Ellos lograron ya titular una buena parte de las tierras en conflicto, nosotros atravesamos apenas un proceso de organización con muy pocos logros de titulación de tierras ociosas a nuestro favor. El MST Brasil tiene proyectos de desarrollo en plena ejecución y cuenta con el apoyo de organizaciones internacionales. Nosotros contamos solamente con un sostén esporádico de algunas ONG y personas amigas.
- ¿Y en lo que respecta a membresía?
- Contabilizamos unos 5 mil afiliados directos, 20 mil indirectos, y cerca de 200 mil personas se han acercado al movimiento para solicitar información. De todas formas el desafío es significativo ya que existen unos 4 millones de bolivianos que hoy no tienen tierra. Es la población que emigra a los centros urbanos y periurbanos generando los cinturones de pobreza, transformándose en mano de obra barata o en verdadero ejército de desempleados.
Etapa siempre crítica
- Bolivia se ha proyectado en los últimos años como una de las naciones socialmente más dinámicas y combativas del continente. En grandes líneas ¿cuál es el momento político actual que atraviesa su país?
- Vivimos una etapa muy crítica. Desde el año 2000 los movimientos sociales cansados de tanta injusticia y exclusión se levantaron contra las políticas neoliberales y emprendieron la lucha por mejorar las condiciones de vida. Por eso, Gonzalo Sánchez de Lozada, un claro representante de las transnacionales, fue expulsado de la presidencia del país. Se produjo entonces una transferencia constitucional a manos del actual presidente Carlos Mesa quien, bajo la presión social, debió iniciar un tibio proceso de transición de una democracia representativa a una democracia participativa.
Cuando llegó al Gobierno, Mesa asumió tres compromisos principales: realizar el referéndum sobre la política del gas que se efectuó el 18 de julio pasado; abrogar la ley de hidrocarburos de Sánchez de Lozada y sustituirla según el resultado de la consulta y, por último, convocar a una Asamblea Constituyente fijada para el año próximo.
Actualmente el Gobierno no puede dar respuestas a las demandas principales y más urgentes y las movilizaciones son constantes. Al mismo tiempo, los partidos políticos tradicionales y otros sectores que fueron desplazados por la movilización social impulsan un permanente proceso de desestabilización.
- ¿Cuál es el estado actual de los movimientos populares, de las organizaciones sociales?
- Hubo reales expectativas de cambios con la salida de Lozada. Se pensó que el actual sería un "gobierno de los pobres". Pero con el paso del tiempo sólo ofreció algunas respuestas paliativas. Los movimientos populares viven una gran incertidumbre.
- El MST de Bolivia participa como su homólogo brasileño en Vía Campesina ¿Qué significa para ustedes ese referente internacional?
- Me tocó participar hace poco tiempo, del 11 al 20 de junio, en un encuentro internacional de Vía Campesina en representación de nuestro movimiento. Pude conocerla mejor. Nuestra pertenencia es clara ya que aglutina en el ámbito internacional a organizaciones de todo el mundo con objetivos similares. Nos unen nuestras luchas antineoliberales, contra las transnacionales, contra el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio, contra esos monstruos que nos afectan directamente. Vía Campesina, por otra parte, nos da fuerza para reclamar nuestros derechos humanos más básicos: a la tierra, a la educación, a la salud, a la soberanía alimentaría. Y nos fortalece y estimula en el principio de la solidaridad internacional.
- ¿Cómo percibe en tanto que mujer y militante de un movimiento popular ese nuevo proceso de acercamiento de los actores sociales de todo el planeta expresado en el Foro Social Mundial o, por ejemplo, en el reciente Foro Social de las Américas de Quito, en julio pasado?
- La mujer, especialmente la campesina, por las múltiples responsabilidades que concentra, es la más afectada por las actuales políticas mundiales hegemónicas y la pobreza que de ellas se deriva. De ahí que todo el nuevo pensamiento e intercambio alter-mundialista se hace cada día más necesario, casi imprescindible. Como mujeres, debemos tomar parte activa. El trabajo cotidiano que me toca realizar, informando y reflexionando sobre los más variados temas a otras mujeres, es una forma muy concreta de apoyar esta corriente.
Es fundamental fortalecer las alianzas y hacer crecer esos movimientos. En tanto que mujeres vivimos en primera línea los problemas cotidianos y los sentimos con más fuerza. Y de ahí la necesidad de la lucha. Sólo con la lucha de todos, mujeres, hombres, jóvenes, otra Bolivia y otro mundo será posible. ¡Un gran sueño que puede hacerse realidad!
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