En tiempos en que se pretenden reeditar formas hegemónicas y opresivas de dominación, e incluso nuevos imperialismos o coloniajes, tanto externos e internos; y en tiempos en que se vive una crisis generalizada de la institucionalidad política en las naciones, incluso con la vuelta de viejas preguntas sobre la razón de ser de estas; el tema de la liberación como profundo anhelo aun inconcluso de los pueblos parece estar volviendo y, junto con él, una revalorización o re-examen de lo que pretendieron los próceres fundadores de las naciones.
Entre ellos destacan dos seres excepcionales: Simón Bolívar desde América Latina y Mahatma Gandhi desde la India. Con dos caminos aparentemente muy distintos, pero en verdad con mas en común de lo que se piensa, y en todo caso un anhelo común poderoso: la liberación humana de la opresión y la alienación.
Cerca de un siglo los separó en el tiempo. Bolívar vio extinguida su vida en 1830 a la edad de 47 años. Gandhi, en 1948, a la edad de 80. Pero ambos compartieron el haber sido grandes libertadores de sus pueblos del yugo de dos grandes imperios: el español y el inglés -respectivamente.
Gandhi fue, a través de la no violencia, libertador y padre de una gran nación de culturas diversas llamada India, de unos 300 millones de habitantes en su época; proeza que, tanto por las dimensiones de la nueva república como por su alcance universal, estaba destinada a tener repercusión mundial -como en efecto la tuvo.
De la acción libertadora y progenitora de Bolívar fueron hijas seis naciones: Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Colombia e indirectamente Panamá; aunque para él su prédica libertadora abarcaba a toda la América Latina, a la sazón habitada por decenas de millones de habitantes, a la que él veía con un destino común. La gesta de Bolívar también trascendió al resto del mundo.
Gandhi en perspectiva
Algunos han querido confinar la relevancia de lo predicado por Gandhi al particular escenario histórico en que le tocó desenvolverse, aduciendo en consecuencia que los logros de Gandhi no son fácilmente aplicables a otros casos o a nuestros tiempos. Escenario histórico particular de Gandhi caracterizado por una sociedad subyugada como la de la India de un basamento espiritual proclive a responder a sus prédicas de no violencia así como por un poder imperial que, a pesar de su basamento en la fuerza, conservaba aun ciertos escrúpulos legales-morales o de "fair play" que habrían posibilitado el desafío gandhiano.
Sin embargo, en contravención a la aseveración que pretende restringir a Gandhi a determinadas circunstancias locales o históricas, está la permanente recurrencia del Mahatma como referencia universal.
La relevancia de su mensaje mas bien parece haberse crecido en el tiempo. Sus enseñanzas sobre la No Violencia, por estar basadas en las Leyes del Creador, trascienden en verdad el escenario histórico y cultural en que le tocó a Gandhi aplicarlas y conservan vigencia universal. El mismo Gandhi dijo de ellas, con característica humildad: "Nada nuevo hay en lo que digo. Es algo tan viejo como el mundo".
Sobre la no violencia el Mahatma nos dejó los siguientes conceptos medulares, particularmente relevantes en los turbulentos tiempos actuales:
"La violencia es el arma del débil. La no violencia, del fuerte. Creo sobre todo que la no violencia es infinitamente superior a la violencia y que la clemencia es mucho mas noble que el castigo. Se puede asegurar que un conflicto se ha solucionado según los principios de la no violencia, si no deja ningún rencor entre los enemigos y los convierte en amigos".
Ello le hizo cuidar que todas las protestas sociales organizadas por él tuvieran siempre una dimensión constructiva o de edificante propuesta alternativa, pues consideraba que toda crítica sin propuesta alternativa constructiva era irresponsable. De allí que cuando organizara la protesta contra los injustos impuestos sobre la sal del monopolio inglés lo hiciera con una gran marcha al mar para que su gente reaprendiera la extracción de la sal por sus propios medios; o cuando auspiciara su campaña contra el monopolio textil de productos ingleses que los británicos pretendían instaurar en la India lo hiciera fomentando la recuperación de los textiles vernáculos indios, incluso con su incesante ejemplo de la rueca personal de hilar que el mismo manejaba.
Comprendía Gandhi que no podía haber libertad o paz donde hubiera subordinación económica o cultural; lo que le llevó a abogar por una economía descentralizada basada la máxima autosustentación de las aldeas; mas que en dominantes economías nacionales o estatales, y mucho menos mundiales. Nada de esto excluía el comercio externo; pero a este Gandhi lo consideraba mas como un complemento que un sustituto de la autosustentación máxima en base a lo local. Tal autosustentación económica iba naturalmente acompañada por la máxima autogestión política también a nivel local.
El programa de "Trabajo Constructivo" que Gandhi lanzara al inicio de la vida independiente de la India, como contrapeso o complemento de la acción de un gobierno nacional que él ya intuía se estaba quedando corto o estaba siendo vulnerable a la corrupción política, fue quizás el primer programa de desarrollo comunitario del mundo, por su basamento en lo local y por pautas para el ejército de voluntarios que lo motorizaría como las siguientes: "Abjurando de toda política partidista y dedicados al puro servicio desinteresado de los votantes seremos capaces de guiarlos e influenciarlos".
En su labor de "trabajo constructivo", supremo sitial ocuparon los mas pobres o débiles. Sobre su inquietud por éstos el Mahatma nos legó el siguiente notable aserto: "Cuando estés en duda sobre la conveniencia de un plan, sólo piensa como va a afectar al mas pobre de los pobres y al mas débil de los débiles. Si va en su beneficio, el plan es bueno; si va en su perjuicio el plan es malo".
Gandhi combatió al imperialismo inglés a través de la "desobediencia civil" no violenta, despertando la conciencia de las masas de su país, y estremeciendo la conciencia de los opresores ingleses. En su postura, Gandhi hizo a veces gala de un singular pragmatismo; como cuando dijo: "En el terreno de las armas no podemos vencer a la gran maquinaria bélica de Inglaterra, pero en el terreno moral tenemos el triunfo asegurado".
Bolívar en perspectiva
Simón Bolívar, por otro lado, fue un extraordinario visionario que probablemente trató de forzar cambios para los cuales aun no estaba preparado el mundo en que le tocó vivir. Aunque, a diferencia de Gandhi, fue gran guerrero, trató siempre de enmarcar su acción en las mas altas miras. Sus inclinaciones místicas-espirituales, manifestadas en su memorable "Delirio sobre el Chimborazo"; la orientación decisiva que le brindara su genial maestro Simón Rodríguez; su educación masónica comprometida con los valores de la libertad, la igualdad, la fraternidad y la felicidad; y su férrea voluntad, explican las singulares altas miras que mantuvo Bolívar, a pesar de todas las dificultades que tuvo que enfrentar.
En base a lo anterior Bolívar mantuvo una atención natural a honrar y aprender de las "leyes del orden natural", cuya importancia reconoció en su obra ideológica, y mantuvo un gran amor por la naturaleza y el campo. En esto último, seguramente con gran influencia de su maestro Simón Rodríguez, quien, mas devoto y profundo en ello, en lo cual se acercaba mas a Gandhi, dejó dicho: "Si los americanos quieren que la revolución política que el peso de las cosas ha hecho y que las circunstancias han protegido, les traiga verdaderos bienes, hagan una revolución económica y empiécenla por los campos: de ellos pasará a los talleres, y diariamente notarán mejoras que nunca conseguirán empezando por las ciudades".
Bolívar, influenciado por una concepción del mundo occidental, concibió al estado-nación como la unidad fundamental del nuevo orden político post-independentista. Para Gandhi, mas desde la mayor autoreferencia de su milenaria cultura nativa, tal unidad fundamental debía descansar mas bien en la aldea, el poder local -en contra de su pupilo Nerhu que privilegió también al gran Estado-Nación como fórmula para la India independiente, pero más cercano a las concepciones de Simón Rodríguez con su devoción por lo campestre-local. Pero Bolívar no desconoció la importancia de la descentralización como base de las naciones-estados, como lo muestra la siguiente aseveración: "La naciones se componen de ciudades y aldeas y del bienestar de éstas se forma la felicidad del estado".
La frase de Bolívar "Son ciudadanos virtuosos mas que leyes los que hacen las repúblicas" lo acerca en particular a la concepción de Gandhi de que "el mejor gobierno es el que menos gobierna gracias a una ciudadanía virtuosa que se autogobierna".
Su singular propuesta de que se creara en la estructura de los nuevos estados un "Poder Moral" a la par del Ejecutivo y Legislativo, muestra la importancia que le atribuía a este ámbito como base de las naciones. Fue Bolívar un constante pedagogo y educador. Lo que se hizo patente en los miles de discursos, decretos y cartas que nos legó; dirigidos a audiencias públicas, privadas y aun a miembros de su entorno familiar.
Elocuente es, a modo de ejemplo, la firmeza con que impartió cátedra a su sobrino Anacleto Clemente sobre la práctica de juegos de envite y azar, hoy lamentablemente en boga, a la cual éste se había aficionado: "..Si no abandonas ese maldito vicio del juego, te desheredo para siempre; te abandono a ti mismo. Es una verguenza para ti y para tu familia ver la infame conducta que has tenido en Bogotá, librando contra tu pobre madre sumas que no las gasta un potentado, abandonando a tu mujer, y para hacer lo que faltaba desacreditando al Vicepresidente, faltando de este modo a tu patria, a tu familia, y tu sangre...Creo que te he dicho bastante para que conozcas mi enojo." O incluso su siguiente opinión sobre el consumo de alcohol: "La franquicia del aguardiente es un azote del pueblo...aseguro a usted que si pudiera suprimir ese vicio haría el sacrificio de la renta del estado adoptando otro arbitrio que la supliera". En este tipo de inquietudes coincidió mucho con Gandhi.
Al igual que Gandhi, Bolívar fue un fervoroso abanderado de la Unidad dentro de los pueblos y entre los pueblos, pero al mismo tiempo celoso de su autodeterminación. Esto último lo llevó a tomar distancia de los inicialmente admirados Estados Unidos (sobre los cuales había reconocido: "Los Estados Unidos fueron los primeros que nos enseñaron el sendero de la Independencia"); al advertir el desmedido apetito expansionista del coloso que surgía en el Norte y la amenaza que ello podía significar a las nuevas repúblicas hispanoamericanas. En tal sentido hacia el final de su vida dejaría la siguiente profética advertencia : "Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia a plagar a América de miserias en nombre de la libertad".
Su temprano compromiso con la abolición de la esclavitud, aún entre sus propios congéneres patriotas esclavistas, lo situó en un plano análogo al de Gandhi en relación a su denuncia de la opresión de los "intocables" en la India.
Siendo de buena cuna y fortuna, hizo gala de un desprendimiento tan grande como el de Gandhi -también de origen acomodado- en su entrega a la causa de la independencia. Entendiendo lo anterior como algo que mas bien enaltecía su realización personal como ser humano (un concepto muy del orden espiritual). Así, Bolívar dejo dicho: " El que lo abandona todo por ser útil a su patria no pierde nada y gana cuanta le consagra".
A pesar de su gran voluntad, no fue sin embargo tan paciente o agudo como Gandhi para entender la importancia de no amarrarse demasiado a los resultados del obrar, la importancia por tanto de aceptar que los grandes procesos de cambio requerían también de su propia maduración y estaban sujetos en definitiva a la voluntad de Dios, y la importancia, por tanto, de que no había que frustrase ante la aparente falta de resultados. Por ello Bolívar terminó diciendo al final de su vida, contrariado por lo limitado de sus logros -en lo cual el mismo pecaba de subestimación: "He arado en el mar".... Donde Gandhi habría dicho: "He hecho lo correcto. Dios decidirá el resto".En lo mas personal, Bolívar, sin llegar a la escrupulosidad o coherencia de Gandhi, parece haber tenido también, dentro de lo que le permitió su afanosa móvil vida, hábitos de vida bastantes sanos.
Según el historiador Salcedo Bastardo: "En general, se alimentaba frugalmente, prefería la arepa de maíz al pan de trigo, comía mas legumbres que carne; casi nunca probaba dulces, pero si muchas frutas. Le gustaba a Bolívar hacer ensaladas, y se preciaba de hacerlas mejor que nadie, decía que eso lo había aprendido en Francia. No fumaba, detestaba el olor a tabaco; no bebía licor. Nadie lo vio nunca borracho."
Y, como Gandhi, fue un ferviente abanderado de la honestidad y la transparencia. Hasta el punto de llegar a decir: "Mi sinceridad es tal que me conceptúo criminal en todo aquello que reservo. Yo soy un hombre diáfano".
La herramienta principal de Bolívar para combatir el imperio español, fue la de las armas, a veces utilizadas en forma implacable y controversial como en su severo "Decreto de Guerra a Muerte". Pero al final de su vida, Bolívar comprendió los límites de los recursos guerreristas.
Al final de su carrera vertiginosa, Bolívar, en un mas alto abanderamiento por la paz, nos dejó dicho: "De la paz se deben esperar todos los bienes y de la guerra nada mas que desastres... lo que se destruye es inútil a todos". También advirtió sobre los riesgos de las revoluciones: "La revolución es un elemento que no se puede dominar. Es mas indómito que el viento". Asimismo fue particularmente magnánimo con sus adversarios, aún perdonando a aquellos que habían complotado contra su vida; como lo hizo explícito incluso en su última voluntad antes de morir.
Rectificaciones o gestos que lo acercaron a los de grandes guerreros devenidos posteriormente en altos abanderados de la paz. Como fue el caso de Ashoka, en la India, quien tornóse en magnánimo monarca que propagó al budismo por el mundo (inspiración posterior de Gandhi); o el de Seattle, en los Estados Unidos, quien devino en portavoz-maestro de la mas excelsa sabiduría indígena y la convivencia pacífica entre civilizaciones en base a las enseñanzas del Orden Natural.
Dos anhelos sobre un mismo fin
Aunque como conclusión dominante haya que decir que Simón Bolívar fue un gran guerrero con dotes de visionario estadista mientras que Gandhi fue un apóstol de la No Violencia y un líder político-espiritual, Bolívar, entre batalla y batalla, no cejó nunca en destacar la importancia de la moral y la educación, emparentadas con lo espiritual, en la conformación de las nuevas repúblicas. Pero Gandhi tampoco desconoció, como hemos dicho antes, que, en determinadas extremas circunstancias, como las de cuando todo recurso pacífico ha fallado para proteger a un prójimo a merced de un agresor implacable, la violencia defensiva no sólo puede ser un recurso válido sino hasta un deber.
Por otro lado, factores internacionales coadyuvaron para el éxito de ambas luchas de liberación. En el caso de Gandhi el estallido de la Segunda Guerra y la combinada amenaza alemana-nipona nazi, hicieron que Inglaterra -incluso bajo la presión de su aliado Estados Unidos- cediera mas ante la rebelión en la India. En el caso de Bolívar, a su vez ayudas internacionales como las del también masón Presidente de Haiti Alejandro Petión, el sibilino apoyo inglés rival de España, y aún el apoyo norteamericano -esto último más relevante en el tiempo de Miranda que en el suyo, fueron importantes para impulsar favorablemente la lucha. Como en la caso de los patriotas norteamericanos el concurso de apoyo francés y español en un momento dado fue clave para frenar el gran poderío inglés contra los rebeldes. Todo lo anterior, sin embargo, según Gandhi, caería en la "obra extra de Dios", una vez que se había hecho la parte propia.
Bolívar, en definitiva, se centró en la liberación de pueblos y en el cambio de un régimen político por otro mas libertario y justo. Gandhi, en definitiva, en la liberación de la conciencia y el corazón humanos y en un cambio de civilización.
Desde el punto de vista espiritual, en tanto que la no violencia es superior a la violencia, debemos concluir que Gandhi se mantuvo en un plano mas alto que Bolívar. Gandhi estuvo mas centrado en lo espiritual que el libertador suramericano. Pero Bolívar siempre conservó como anhelo un plano mas superior, como lo mostró sobre todo al término de su fulgurante epopeya.
Cambio de conciencia, cambio de civilización, y liberación
De lo todo lo anterior cabe ulteriormente concluir que, aunque Gandhi y Bolívar lograron la libertad política formal de sus respectivos pueblos y naciones, la tarea de fondo que ambos se propusieron aún no esta concluida Es válido decir para ambos casos que, tal independencia política formal no ha sido sucedida aún por una plena autodeterminación cultural , económica y mental del mundo occidental hegemónico que ambos combatieron. Se trata, por tanto, de una independencia inacabada, que incluso podría poner en duda la independencia formal política ganada.
Ante un mundo insustentable e inviable, el cambio imperativo hacia una nueva civilización desde una raíz propia y como aporte liberador para el mundo, que vio claramente Gandhi como su meta central y que intuyó Bolívar, aún no se ha dado. Un cambio que, mas allá de un mero nuevo régimen político y económico, requiere de algo mas profundo: Un cambio de conciencia, pues la mas trascendente revolución es la revolución dentro de cada ser humano. Un cambio de conciencia colectivo basado en el de ciudadanos con nuevas conciencias individuales.
Un cambio en que, como diría Bolívar, se comprenda que "Son ciudadanos virtuosos mas que leyes los que hacen las repúblicas", y se comprenda asimismo que "ciudadanos viciosos pueden acabar con la mas promisoria república" Una sociedad de autogobierno ciudadano ilustrado, donde se cumpla naturalmente también el aserto de Tomas Moro: "A los seres humanos los puede unir mas la bondad que los contratos, los sentimientos que las palabras".
Una sociedad de una "civilización del amor", para usar las palabras del Papa Juan Pablo II. Concepto que también resumió el objetivo supremo de Gandhi, pues él, más que la independencia política de su país, buscó reivindicar una civilización del amor y de la solidaridad inclusiva, una civilización basada en los valores espirituales, en contra de la materialista civilización occidental moderna cuya dominación en verdad era lo que él más temía pues la llegó a considerar "enferma" por su abandono de la ética y la espiritualidad. Su cátedra fue también, pues, para la propia Gran Bretaña, lo que ocasionó el agudo juicio del gran historiador Arnold Toynbee de que Gandhi no sólo había liberado a la India sino también a Gran Bretaña, de un yugo alienante para ambos.
A la luz de todo lo anterior, Gandhi resumió en el término "satyagraha" a su más poderosa "arma" en el plano político, vale decir: "la fuerza del Amor", "fuerza del Alma" o "fuerza de la Verdad", sinónimos en el plano espiritual de la misma cosa. Tal como el mismo lo dijo: "El amor y la verdad representan dos caras de una misma medalla...estoy seguro que por medio de estas dos fuerzas se puede conquistar al mundo entero...Yo sólo soy un pequeño ser, pero cuando la Verdad habla por mis labios, soy invencible".
La fuerza espiritual interior clave para la verdadera liberación personal y social. La fuerza que tuvo Gandhi, sabiéndolo. Y a la que se acercó Bolívar, intuyéndolo.
El presente artículo se basa en un más amplio trabajo del autor sobre el mismo tema a ser publicado en el próximo libro Mahatma Gandhi y Simón Bolívar: Paradigmas Libertarios, iniciativa conjunta de la Universidad de los Andes y la Embajada de la India en Caracas.
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