Diversos medios de prensa en Estados Unidos especulan sobre los próximos pasos del connotado terrorista de origen cubano Luis Posada Carriles, quien se encuentra desde hace una semana en Miami, a donde llegó después de permanecer varios meses oculto en un país centroamericano.
Como es conocido, este sujeto con amplísimo historial contrarrevolucionario, fue indultado por la ex presidenta panameña Mireya Moscoso cuando cumplía una leve condena de ocho años por el intento de volar con explosivos el Paraninfo de la Universidad de Panamá, en un intento de asesinar al presidente Fidel Castro.
Todos los órganos informativos coinciden en que el genocida apadrinado de la mafia anticubana, tiene el objetivo de lograr la legalización de su residencia permanente en suelo norteamericano.
Y esa coincidencia tiene lógica, pues sin lugar a dudas jamás Posada y sus socios decidirían su traslado a Estados Unidos sin contar antes con ciertas garantías de las autoridades del Estado floridano.
Nada de extraño hay en ello dados los estrechos vínculos con las autoridades estatales de la Fundación Nacional Cubano-Americana y otras organizaciones del autotitulado “exilio anticastrista”.
De todos modos, el asunto no es nada sencillo, pues si bien en la Florida todo puede tener “arreglo”, el asunto presenta aristas más complicadas en la Unión.
Su pretendido “asilo político” pasa obligatoriamente por la decisión del presidente Bush, para quien el asunto, en las circunstancias actuales, se torna complejo.
Por una parte están los conocidos compromisos políticos del mandatario con las organizaciones contrarrevolucionarias y por la otra su autodesignado liderazgo de la cruzada antiterrorista, convertida en plataforma electoral y en piedra angular de su política exterior.
Aplicar las medidas legales que corresponden a un sujeto devenido símbolo del terrorismo, le crearía no pocos quebraderos de cabeza entre aquellos a quienes debe su elección del 2000, y que tanto pudieran hacer en el futuro por las aspiraciones del hermano Jeb.
Concederle el asilo sería como dinamitar la ya controvertida credibilidad de una lucha contra el terrorismo “tan vigorosa y decidida” que ha llevado a pretextar la invasión y ocupación de dos países árabes con más de 100 mil víctimas fatales, y más de mil 500 norteamericanos muertos.
¿Cómo saldrá el presidente de la clásica y poco cómoda posición de estar entre la espada y la pared?
Quizás sea una prueba de hasta dónde llega realmente el poder de lobby de la extrema derecha miamense, acostumbrada a lograr salvajadas mayores, y cuyo ejemplo más acabado fue el enjuiciamiento y brutales condenas a cinco jóvenes cubanos (Gerardo Hernández, René González, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y Fernando González), probados luchadores contra el terrorismo.
Para millones de hombres y mujeres, hasta en los propios Estados Unidos, les sería difícil comprender las diferencias entre el terrorismo “malo” de Osama bin Laden y el terrorismo “bueno” de Posada.
Quizás la solución, se encuentre en el montaje de un “buen teatro” para cubrir las formas...
En Estados Unidos, entre pandilleros, todo puede ser.
AIN
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter