El terrorista Posada Carriles disfruta de lo lindo su impunidad en Miami y la protección de la administración Obama.
Suelto y sin vacunar en Miami, el terrorista Luis Posada Carriles estaba anoche cenando en el “mundialmente famoso” restaurante La Rosa, ubicado en la calle 7 del NW y avenida 41. Lo acompañaban dos damas, entraditas en años y pasaditas de libras con el pelo teñido de peróxido barato.
Posada vestía guayabera blanca. Acompañó su manjar culinario con una botella de vino, otra de salsa picante tabasco y un tabacón. Combinación explosiva. Especialmente para un señor que supuestamente está muy viejo y enfermo para ir a corte con sus abogados el próximo 2 de junio.
Al final de la cena, un admirador, quien vestía una camisa azul, y coincidía con él en el restaurante, se ofreció a pagarle la cuenta. ¿Por qué no? En Miami un patriota es alguien que se ha pasado las últimas cinco décadas torturando y asesinando a cubanos, venezolanos, salvadoreños, guatemaltecos, guyaneses y coreanos a nombre de Washington.
Miami es una ciudad virada al revés, donde los antiterroristas son criminales y los terroristas héroes.
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