El nueve de agosto de 1976, los funcionarios diplomáticos cubanos Crescencio Galañena Hernández y Jesús Cejas Arias, acreditados en la embajada de Cuba en Buenos Aires, Argentina, fueron interceptados en plena vía pública y secuestrados por elementos desconocidos.
Después de ser torturados y asesinados, los cuerpos de ambos fueron desaparecidos. Según versiones no oficiales, sus restos yacen en los cimientos de uno de los edificios que estaban en construcción en la capital argentina por esa época.
En la medida en que avanzaban las investigaciones aparecieron involucrados los grupos cubanos que trabajaban para la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA). Según sus propios comentarios, llevaban adelante “la guerra por los caminos del mundo”, en la cual cometieron centenares de crímenes.
Era la conocida Operación Cóndor, concebida para perseguir y asesinar a quienes se interpusieran en el camino del sistema de dominación imperialista en el continente.
El coronel Robert Scherrer, del FBI, agregado de la embajada norteamericana en Argentina, envió a Washington el informe en el cual mencionaba al agente de la CIA y la DINA (policía política argentina) Michael Townley, como participante en los interrogatorios realizados a Galañena y Cejas por oficiales argentinos y chilenos y elementos contrarrevolucionarios cubanos.
Es oportuno recordar que la primera acción realizada por la Operación Cóndor fue en agosto de 1975, con el frustrado atentado al embajador cubano en Argentina, Emilio Aragonés, y que Townley estuvo a cargo del que costó la vida en septiembre de ese año a Orlando Letelier, ex ministro de Relaciones Exteriores del gobierno chileno de Salvador Allende.
El ex general Manuel Contreras, número uno de la Operación Cóndor y Jefe de la DINA, dijo a la jueza María Servini que Townley y el terrorista cubano Guillermo Novo Sampoll, habían viajado a Argentina el propio día del secuestro para interrogar a los cubanos. “Ellos cooperaron en la tortura y el asesinato de los diplomáticos cubanos”, sostuvo Contreras.
La Operación Cóndor patrocinó al tristemente conocido Orlando Bosch, quien a instancia de George Bush (padre), creó en 1976 la Coordinadora de Organizaciones Revolucionarias Unificadas (CORU), con activa participación de los terroristas de origen cubano Luís Posada Carriles, Guillermo e Ignacio Novo Sampoll, Gaspar Jiménez Escobedo, Dionisio Suárez, Alvin Ross, y otros de igual calaña.
Este grupo de mafiosos tuvo que ver con numerosos actos criminales en Estados Unidos, Centroamérica y el Caribe, y especialmente en Cuba, como el secuestro y asesinato de funcionarios del servicio exterior, atentados con bombas a misiones diplomáticas, naves aéreas, centros turísticos y otros.
El cobarde crimen de Galañena y Cejas, de 27 y 22 años respectivamente, a pesar de las numerosas evidencias existentes, ha quedado impune durante 35 años.
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