Estoy impresionado por el interés de los franceses en el debate europeo, y espero que eso se traduzca en una participación elevada. Siento que el electorado tradicional de la izquierda, obreros, empleados, las capas medias, una gran parte de la juventud, opta más bien por el «no» sobre una base a la vez pro europea y a favor de una Europa diferente, más social, ciudadana. También compruebo que los argumentos de los partidarios del «sí» tienen dificultad en imponerse. Finalmente, observo que se escucha poco a las organizaciones patronales que, sin embargo, son unánimes en cuanto a apoyar este texto para utilizarlo contra el modelo social francés.
Hay que admitir que las reglas que funcionan para 6 o incluso para 15 no pueden funcionar para 25 ó 30 con países cuyas legislaciones sociales no son afines a las nuestras. La «competencia libre y no engañosa» puede ser positiva entre países con economías comparables, pero su aplicación mecánica corre el riesgo de provocar un dumping cuando los niveles sociales y fiscales son radicalmente distintos. Decir esto no significa ser racista o nacionalista, de hecho el carácter local se desvanece. Yo, por el contrario, considero que Europa debe hacer los esfuerzos financieros necesarios para acoger a los nuevos países miembros. Pero el verdadero internacionalismo no debe consistir en poner en competencia «libre» a un asalariado chino, a uno rumano y a uno francés y decir: «Que gane el que cueste menos».
Si uno o varios países dicen «no», el texto se discutirá de nuevo, está previsto, es la declaración 30, página 186. El verdadero scoop es más bien lo que yo denominaría el plan C: el plan oculto de la derecha para después del «sí». Muchas medidas se han aplazado para después del 29 de mayo en caso de que el «sí» prevalezca: publicación de cartas de tope máximo sobre la reducción del número de efectivos, negociaciones con los sindicatos acerca del control y las sanciones a los huelguistas, decreto sobre la penalización a los pacientes que no hayan designado al médico que los trate, reunión de la comisión que establece los montos de la seguridad social, aumento de las tarifas de GDF... Resumo... A nivel europeo se verá la nueva versión de la directiva Bolkestein-Barroso, el presupuesto con un tope máximo del 1% del PIB, la reforma de las ayudas a los territorios que penalicen a Francia, el texto sobre la liberalización de los transportes urbanos, etc.
Si los franceses dicen «no», todo el mundo deberá tomarlo en cuenta, pero la izquierda tendrá que trabajar en aras de la unión. No se trata de un debate entre reformistas y radicales, somos reformistas pero para lograr un reformismo efectivo, hace falta contar con los medios adecuados.

Fuente
Le Monde (Francia)

«Il y a un plan C de la droite pour l’après-oui», por Laurent Fabius, Le Monde, 21 de mayo de 2005. Texto adaptado a partir de una entrevista.