La declaratoria de alerta roja recorre como pólvora por todo el Estado Rebelde de Chiapas controlado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), ha concluido la etapa del silencio, esa etapa tan misteriosa que permitió a los sin rostro construir las Juntas de Buen Gobierno ante lo que denominan “el mal gobierno” de Vicente Fox, en México.
Quienes tuvimos el privilegio de dejar huella en las comunidades de Oventik, Zinacantán, Elambó o La Realidad del Estado de Chiapas, convivir días y noches en territorio zapatista, ser testigos de los avances y retrocesos del proceso revolucionario de los insurrectos y compartir experiencias con los niños y ancianos, mujeres y hombres -la mayoría indígenas- sin duda, que la sentimos como una experiencia también nuestra.
“Si nosotros no hacemos nada por nosotros mismos estamos acabados. Después de más de 10 años de guerra y 21 de organización no podemos dar un solo paso atrás, todos deben ser para adelante. Del mal gobierno ya no esperamos nada, de la comunidad internacional sí, pero de quienes esperamos más es de nuestras propias fuerzas”, nos dijo Pedro, un indígena de La Realidad.
Basados en el lema: democracia, igualdad y libertad, los insurrectos fueron capaces de consolidar el poder local y la autonomía de sus municipios organizando las Juntas de Buen Gobierno para beneficiar a los indígenas tojolabales, tzotziles, tzetzales, chomes, mochós, jacaltecas, kanjobales y otros.
Aunque la pobreza -como en todo el mundo- aún es un elemento común en las poblaciones indígenas, los indígenas que están en guerra aseguran que están mejor que antes de su revolución, en los aspectos de educación, salud, vivienda, caminos, producción y comunicación.
Cada Junta de Buen Gobierno tiene sus propias autoridades, quienes por sus propios medios y el apoyo solidario de varias instituciones del mundo, construyeron escuelas, caminos, cooperativas, hospitales y microclínicas en la mayoría de las comunidades zapatistas. Como dicen “todo es para todos y nada para nosotros”.
En el Estado de Chiapas, los poblados generalmente son ordenados y limpios, diversos letreros con mensajes revolucionarios y de preservación de la ecología y el medio ambiente destacan en varios lugares, la mayoría de las viviendas están construidas de madera y techo de aluminio y casi todas tienen energía eléctrica; es común en las poblaciones insurgentes observar una serie de murales con leyendas que acompañan las imágenes de Emiliano Zapata, Ernesto “Che” Guevara y el Sub Comandante Insurgente Marcos.
Las Juntas de Buen Gobierno
Desde el 10 de agosto de 2003, los zapatistas eligieron una nueva forma de organización: de los denominados “aguascalientes” pasaron a formar los “caracoles” controlados por las Juntas de Buen Gobierno.
Estas juntas son la máxima organización de los zapatistas. Están compuestas por 14 representantes, todos con los mismos derechos y con las mismas obligaciones, cada municipio autónomo delega a dos representantes con una gestión de tres años. Si el pueblo que les manda-obedeciendo, evalúa una mala gestión, tiene la potestad de un cambio inmediato.
“Cada día tenemos un chingo (mucho) trabajo, pero como el pueblo nos mandó a cumplir con este derecho, debemos cumplir la palabra del pueblo zapatista. Una Junta de Buen Gobierno no es como el mal gobierno federal porque aquí lo primero que hacemos es cumplir con lo que prometemos. Nuestra organización no sólo es una respuesta al mal gobierno mexicano sino también al modelo neoliberal y a la política imperialista que se aplica sin piedad en nuestros pueblos”, afirmó Abraham, uno de los representantes del Municipio de Oventik.
En cada Junta de Buen Gobierno los insurrectos tienen elegidos a sus ministros de justicia, trabajo, educación, salud, vivienda, producción y otros.
En forma silenciosa, como este ejemplo de organización, el EZLN también irrumpió en el mundo con el rechazo al Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, con el movimiento antiglobalización o con la multitudinaria movilización denominada la Marcha del Color de Tierra. Así son los zapatistas.
En todo el territorio controlado por el EZLN está absolutamente prohibido el consumo de bebidas alcohólicas y sustancias nocivas para la salud, quienes no cumplen con esa prohibición, son pasibles a sanciones como los trabajos extraordinarios obligatorios, incluida la expulsión de su pueblo. La justicia comunitaria está vigente.
Durante los 11 años de insurgencia de las comunidades indígenas en Chiapas y de más de 21 años de fundación del EZLN evitaron dar pretextos al gobierno mexicano y la embajada norteamericana para una posible invasión a su territorio.
En la actualidad, el gobierno de Fox ha instruido al ejército mexicano que realice un trazado de toda la zona zapatista, colocando cuarteles e instalando campamentos militares, abriendo caminos, haciendo ejercicios de patrullaje y entrenamiento, sobretodo en la zona de Montes Azules, considerada reserva de la biósfera; además se realizan una serie de operativos para destruir cultivos de marihuana presuntamente en tierras zapatistas y evitar el tráfico de migrantes de la frontera con Guatemala.
Todo el plan responde a la estrategia de “lucha contra el terrorismo” y la falsa “lucha contra las drogas”.
La alerta roja
El 20 de junio de 2005, el comunicado del EZLN que emergió desde lo más profundo de la Selva Lacandona y firmado por el Sub Marcos, retumbó en el mundo.
Los zapatistas explicaron que se cierran los caracoles y las juntas de Oventik, La Realidad, Garrucha, Morelia y Roberto Barrios, así como todas las sedes de las autoridades de los distintos municipios autónomos rebeldes zapatistas; se procedió a la evacuación de los miembros de las distintas Juntas de Buen Gobierno y de las autoridades autónomas quienes continuarán en sus actividades en forma clandestina y se solicitó a los voluntarios y a los niños y niñas que abandonen los territorios rebeldes.
También acallaron la voz de “Radio Insurgente 97.9”, el medio de comunicación que les permitía, desde diferentes regiones de la Selva Lacandona, escuchar mensajes, saludos y también música, desde los tradicionales corridos mexicanos, pasando por los hits del momento y culminar en la música social.
Aunque es difícil de creer, los insurgentes tienen o tenían en plena selva, un sistema de comunicación sencillamente extraordinario: radios de banda lateral conectadas a las Juntas de Buen Gobierno, conexión vía internet en algunas comunidades (ejidos), varias antenas parabólicas instaladas en puntos estratégicos, algunas computadoras y, además comisiones de comunicación permanentes. Todos trabajan en un profundo misterio.
“Como vivimos en guerra, la comunicación es importante; por ejemplo, ahora en los cinco caracoles ya saben que un periodista boliviano está junto a nosotros, también saben a qué hora llega o sale un camión del municipio autónomo, si pasan tropas enemigas, tanques o aviones avisamos en forma inmediata. Todo sabemos en los cinco caracoles”, remarcó Laura.
Quienes estuvimos en el territorio de los zapatistas, nos imaginamos que el estado de alerta roja ha movilizado a los cientos y miles de insurgentes armados bajo las órdenes del EZLN y del Comité Clandestino Revolucionario Indígena con los comandantes David, Omar, Tacho, Ramona o Estela, para una consulta dicen algunos, para una reorganización dicen otros.
En esas tierras, basta una seña, una mueca o un silbido entre los indígenas para saber qué quiere una persona, qué quieren decir de otra o qué mensaje quiere ser transmitido. Ni una palabra más, ni una palabra menos, así están entrenados.
En la etapa del silencio, antes de la declaratoria de alerta roja, el Sub Marcos decía que se buscaba fortalecer la autonomía de los municipios y las Juntas de Buen Gobierno para consolidar un modelo alternativo de sociedad.
Mandar obedeciendo
Orgullosos los zapatistas comparan su organización con la vida de los caracoles.
“Los caracolitos son unos animalitos cabrones. Trabajan en silencio, caminan lentamente siempre para adelante y nunca para atrás. Si hay lluvia pueden resbalar o caer pero se levantan y siguen avanzando, si hay fuerte sol también. Incluso en el río, cuando hacen caminos, ni un turbión se los puede borrar. Y si caen, se levantan y si tropiezan siguen adelante. Nosotros debemos ser así como los caracolitos”, nos dijo Zacarías. El Sub Marcos en el comunicado “Chiapas: La Treceava Estela”, primera parte escribió: “Mira, allá el arroyo se hace un remolino y en su centro la luna titila su danza deforme. Un remolino... o un caracol."
“Dicen aquí que los más antiguos dicen que otros más anteriores dijeron que los más primeros de estas tierras tenían aprecio por la figura del caracol. Dicen que dicen que decían que el caracol representa el entrarse al corazón, que así le decían los más primeros al conocimiento. Y dicen que dicen que decían que el caracol también representa el salir del corazón para andar el mundo, que así llamaron los primeros a la vida. Y no sólo, dicen que dicen que decían que con el caracol se llamaba al colectivo para que la palabra fuera de uno a otro y naciera el acuerdo. Y también dicen que dicen que decían que el caracol era ayuda para que el oído escuchara incluso la palabra más lejana. Eso dicen que dicen que decían. Yo no sé. Yo camino contigo de la mano y te muestro lo que ve mi oído y escucha mi mirada. Y veo y escucho un caracol, el "pu”y", como le dicen en lengua acá...”
En los municipios autónomos del Estado de Chiapas no hay diferencias sociales, todos trabajan por igual: los niños y niñas aparte de asistir a las escuelas -donde se les imparte una educación autónoma- tienen sus obligaciones, los jóvenes que son formados como promotores en educación y salud son trabajadores incansables, las mujeres a la par de los tareas domésticas y artesanales deben cumplir otros deberes y los hombres y ancianos, diestros jinetes, generalmente realizan trabajos comunitarios tanto en los campos agrícolas como en sus viviendas.
Antes de la insurrección zapatista -primero de enero de 1994- las comunidades indígenas chiapanecas eran las más explotadas en todo el territorio mexicano no sólo por parte de algunas autoridades sino también por los patrones, los caciques, los camioneros y los comerciantes. Convirtieron a este grupo social prácticamente en sus esclavos.
“Ahora nuestra situación ha cambiado en nuestros municipios autónomos. Cada compa tiene su responsabilidad, sus obligaciones y sus derechos y tiene que cumplir porque así lo manda el pueblo Nosotros somos los representantes de cada municipio y también tenemos que cumplir en libertad como nos han enseñado, debemos mandar obedeciendo”, nos dijo Juan un anciano de Oventik.
El Sub Marcos, en un comunicado sobre los niños y niñas zapatistas, sobre los que estuvieron, sobre los que están y sobre los que vendrán, en un texto de amor y de guerra, escribió: “Los niños pueden producir guerras y amores, encuentros y desencuentros. Magos impredecibles e involuntarios, los niños juegan y van creando el espejo que el mundo de los adultos evita y aborrece. Tienen el poder de modificar su entorno y convertir, es un ejemplo, una hamaca vieja y deshilachada en un moderno avión, en un cayuco, en un carro para ir a San Cristóbal de Las Casas."
“Nueve son los círculos del infierno de Dante. Nueve las cárceles que encierran a los niños indígenas en México: hambre, ignorancia, enfermedad, trabajo, maltrato, pobreza, miedo, olvido y muerte”.
Los zapatistas y los indígenas de México y otras latitudes del continente y el mundo no están solos. El 4 de mayo de 2005, el presidente Vicente Fox cuando llegó para mostrar el “interés solidario” de exportar nuestro gas hacia los mercados mexicanos no sólo fue sorprendido sino sintió el rechazo y la indignación de los bolivianos y bolivianas.
En una “sesión de honor” en el Parlamento Nacional, cuatro diputados del Movimiento al Socialismo (MAS), se presentaron con los rostros cubiertos por los tradicionales pasamontañas de los zapatistas, Fox no supo qué hacer. Histórico.
Al concluir el artículo, rozamos con las manos el caracolito que nos regaló Tania, una niña indígena de 11 años en La Realidad, allí donde el lema de “Otra Patria es posible”, sí se hace realidad...
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