El 21 de junio de 2005, las redes de información repitieron las declaraciones del Pentágono sobre la muerte de 47 enemigos al oeste de Irak. El pasado mes eran 125 personas las que habían sido asesinadas en la frontera siria. Estas dos «victorias» anunciadas sólo constituyen los últimos avatares de los gritos de alegría de la administración Bush con relación a Irak. Estos anuncios no son más que nuevas mentiras luego de aquellas sobre los vínculos entre Irak y los atentados del 11 de septiembre o sobre la acogida triunfal que recibirían nuestras tropas. Hoy, cada vez que la administración Bush habla de un momento crucial en Irak no hace más que fomentar un poco más el escepticismo.
De hecho, la guerra constituye un verdadero momento crucial, pero no en Irak, sino en Estados Unidos. Cada nueva mentira socava la credibilidad del gobierno. En estos momentos, sólo el 39% de la población apoya la guerra de Irak. Pat Lang, ex responsable de la Defense Intelligence Agency (DIA) en el Medio Oriente, considera que la situación es peor que en Vietnam, país en el que también prestó sus servicios. Las mentiras de la administración Bush son semejantes a las de Johnson durante la guerra de Vietnam. Ello acabará por crear un síndrome semejante. A fuerza de invocar la luz al final del túnel, George W. Bush se hace contraproducente.
«Blinded by the light at the end of the tunnel», por Sidney Blumenthal, The Guardian, 23 de junio de 2005.
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