Si usted es un demócrata capaz de mirar Bolivia por encima de los sesgos “institucionalistas” y “democráticos” que hoy disfrazan el conservadurismo oligárquico electoralista, o si es un luchador social capaz de defender el interés del país por encima de las ambivalentes consignas de vanguardias “de izquierda” que juegan a la derecha, entonces podrá ver que - a desdén de quién cargue la bandera - la Asamblea Constituyente es el recodo en que decanta el inextinguible clamor del pueblo boliviano por un estado más equitativo y un orden social más justo.

La Asamblea Constituyente ha dejado de ser una consigna y ha cobrado vida propia. Un fin de semana aguantaron a la presión de los poderes terrenos y celestiales los partidos que hasta el viernes usaban de bandera la realización de la Asamblea Constituyente. Para antes del sábado el MAS ya había capitulado y para la mañana de este lunes los diarios oficiales abrieron anunciando que también la NFR (Nueva Fuerza Republicana) había claudicado y aceptado “tranzar” la postergación de la Constituyente.

Sin embargo, lejos de asfixiar a la criatura del clamor popular, las defecciones de los partidos que pregonaban su realización permitieron ver que la Constituyente tiene ya vida propia. Cochabamba, sede de los dos partidos que hasta ahora sustentaron la realización prioritaria de la trascendental reforma, es el vivo ejemplo de aquello.

Una popular encuesta televisiva realizada por la red Bolivisión - una red afín al stablishment - expuso la inminencia del hecho y la contundencia de la voluntad ciudadana por encima de cualquier posibilidad de manipulación: Un 79% de los cochabambinos voto por Constituyente antes que elecciones generales y apenas un 17% prefiere comicios generales antes que Asamblea Constituyente.

Por si fuera poco, la Coordinadora de Defensa de los Recursos Naturales, una organización con fuerte influencia discursiva sobre el resto de los movimientos sociales del país, se manifestó resuelta por apoyar la magna reforma.

En un programa televisivo de canal 39 el analista y miembro de la Coordinadora Alejandro Almaráz (hijo del fallecido ideólogo de izquierda Sergio Almaráz Paz) increpó al líder cocalero Evo Morales y a la bancada del MAS, demandándoles que corrijan su posición en el Parlamento para priorizar la realización de la Asamblea Constituyente. “El pueblo quiere Constituyente antes que elecciones. Las elecciones son la opción de los poderosos”, dijo.

Mientras de forma sintomática la embajada norteamericana, la Iglesia, la media y la empresa privada “hicieron trinchera” de la defensa de nuevas elecciones generales como “salida” a la crisis, los sectores ciudadanos parecen haber roto el cerco discursivo que promovía una nueva elección para alzar elocuente la demanda de “no más parches”. Desde el viernes, panfletos artesanales y graffitis cubren muros y veredas de la tercera ciudad de Bolivia llamando al MAS a no claudicar ante la maniobra eleccionaria.

Por toda respuesta a la prensa, el Movimiento al Socialismo guarda silencio y la Nueva Fuerza Republicana se esmera en desmentir las acusaciones de haber “flexibilizado” su posición. Su Jefe nacional denuncia “manipulación” de los medios y reafirma que su bancada “no cederá un milímetro”, en la demanda de Constituyente.

“Hemos tenido que pagar un comunicado en todos los diarios del país para evitar que se distorsionen nuestras declaraciones. Estamos firmes y hacemos un llamado al MAS para no caer en el engaño de los medios. La NFR no tropieza de nuevo con esa piedra”, dice Reyes Villa en alusión a su evasión de la Megacoalición.

Pero al pueblo ya no le importa quién enarbole la bandera. Sabe por quién hablan los medios y sabe que la Constituyente ya nació. El proceso está en marcha, sin importar quiénes se suban o quiénes se bajen del carro de la historia. El cerco mediático tiene un boquete y la Constituyente es un susurro que se hace clamor.