“La historia es duración. No vale el grito aislado, por muy largo que sea su eco; vale la prédica constante, continua, persistente. No vale la idea perfecta, absoluta, abstracta, indiferente a los hechos, a la realidad cambiante y móvil; vale la idea germinal, concreta, dialéctica, operante, rica en potencia y capaz de movimiento”.
José Carlos Mariátegui, Aniversario y Balance, 1928.
El 8 de agosto de 1961, el comandante Ernesto Guevara hablaba ante los delegados de los pueblos de América Latina, se estaba desarrollando la Quinta Sesión Plenaria del Consejo Interamericano Económico y Social, en Punta del Este, Uruguay.
En esa brillante alocución de Guevara, le responde a Estados Unidos de Norteamérica y a los países que están aviniéndose a juzgar a Cuba, cuando les cuenta que en la isla se hizo una Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba, y en esa reunión se condena “la explotación del hombre por el hombre, y de la explotación de los países subdesarrollados por el capital financiero imperialista”.
Y continúa: “Aquella fue una declaración de nuestro pueblo, hecha a la faz del mundo, para demostrar nuestra decisión de defender con las armas, con la sangre y con la vida nuestra libertad y nuestro derecho a dirigir los destinos del país, en la forma que nuestro pueblo considerara más conveniente”.
Toda relación con la actualidad es, como afirmamos en las notas anteriores, la realidad de un sistema que se desnuda y en un pensamiento como el de Guevara, que no lo dejaba avanzar: “ni un tantito así”.
Como si estuviéramos viviendo la realidad actual, el Che les pregunta a los delegados de los países de nuestro continente si acaso no tienen la impresión que se les está tomando el pelo, con esta Alianza para el Progreso, donde se dan dólares para hacer carreteras, “… se dan dólares para hacer caminos, se dan dólares para hacer alcantarillas, señores, ¿con qué se hacen las carreteras, con qué se hacen los caminos, con qué se hacen los alcantarillados, con qué se hacen las casas? No se necesita ser un genio para eso. ¿Por qué no se dan dólares para equipos, dólares para maquinarias, dólares para que nuestros países subdesarrollados, para que todos, puedan convertirse en países industriales-agrícolas, de una sola vez? Realmente, es triste”.
Haciendo un balance de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, Che les dice a los delegados que Cuba ha sido y sigue siendo asediada por las distintas formas beligerantes implementadas.
“Después se estableció una verdadera obra maestra de la beligerancia y la ingenuidad política, que dio en llamarse “Libro Blanco”. Según las revistas que hablaron tanto en los Estados Unidos, que llegaron a provocar las iras del presidente Kennedy…” y continúa desnudando que uno de los autores, estaba presente, como integrante de la delegación norteamericana.
Luego desnuda los dichos del Libro Blanco donde se juzga las características revolucionarias de la revolución, y sostenía que el mismo libro decía que: La revolución ha traicionado la misma revolución, y agregaba Guevara: “… como si fuera el juez de las revoluciones, y de cómo hacer una revolución, y el gran calificador de las revoluciones en América”.
En ese mismo discurso sigue desnudando lo que decía el Libro Blanco, y cómo llamaba al propio pueblo cubano para que se levantara, llamaba al pueblo de Cuba a la subversión y a la revolución, contra el régimen de Castro. Palabras textuales de aquel informe llamado Libro Blanco, injerencia norteamericana en los temas relacionados con nuestro continente.
Mientras el 15 de abril de ese año, Kennedy sostenía que no iba a invadir Cuba, el 17 de abril de ese año, y vale que no puede haber improvisación por parte de Estados Unidos, se produce la invasión que repele el pueblo cubano.
“Acabó Playa Girón y, para no decir nada más sobre esto, porque a “confesión de partes, relevo de pruebas”, señores Delegados, el presidente Kennedy tomó sobre sí la responsabilidad total de la agresión. Quizás en ese momento no recordó las palabras que había pronunciado pocos días antes”.
Y las agresiones no habían acabado, Che cuenta que el 26 de julio, grupos contrarrevolucionarios armados en Guantánamo esperaban a Raúl Castro para asesinarlo.
Y sigue retratando la serie de agresiones que se sucedieron, donde no calla ante la presencia imperial, a diferencia de una actualidad tan llena de genuflexiones, Che nos muestra la dignidad ante los poderosos, se lucha con la fuerza de la verdad, el coraje y la convicción.
Tomando las palabras de Martí cuando sostenía que: "Todo hombre verdadero debe sentir en la mejilla el golpe dado a cualquier mejilla de hombre”, fijaba la posición de la solidaridad y las características humanistas de la revolución cubana y el apoyo irrestricto a los países que luchaban por su independencia. Sobre los territorios ocupados decía: “Apoyamos a Panamá, que tiene un pedazo de su territorio ocupado por los Estados Unidos, Llamamos Islas Malvinas, y no Falkland, a las del sur de la Argentina, y llamamos Isla del Cisne a la que Estados Unidos arrebató a Honduras y desde donde nos está agrediendo por medios telegráficos y radiales”.
Su discurso continuaba desnudando a un imperialismo que sentado a la mesa de los dominados, en aquella Alianza para el Progreso, y podemos agregar, norteamericano, Guevara no ahorra elementos donde queda involucrado lisa y llanamente la potencia imperial, utilizando todos los medios a su mano para “limpiar” las luchas por la libertad y la dignidad, por la independencia y soberanía.
Los noventa, pero podemos decir mucho antes, en el caso de nuestro sur continental durante los golpes de estado en la década del setenta, todo lo que fuera nacional, o tuviera la bandera de las naciones, todo el petróleo, los minerales, ferrocarriles, agua, energía, gas y telecomunicaciones fueron privatizadas, concesionadas, o sea, entregado el patrimonio nacional. En la actualidad hablar de nacionalización para estos gobiernos que se autodenominan “progresistas” o levantaron banderas de lucha en los años setenta, continúan a rajatabla el proceso entreguista y privatizador.
El Che decía otra cosa, vale: “Nuestra Revolución nacionalizó la economía nacional, nacionalizó las industrias fundamentales, incluyendo la minería, nacionalizó todo el comercio exterior, que está ahora, en manos del Estado, y se dedicó a su diversificación, comerciando con todo el mundo, nacionalizó el sistema bancario para tener en sus manos el instrumento eficaz con que ejercer técnicamente el crédito de acuerdo con una tabla, durante determinado número de años”.
Y continuaba… “Tomó muchas medidas de afirmación de la dignidad humana…”
Luego el Che desnuda la actitud de los países latinoamericanos, de los gobiernos “hermanos” que se fueron alineando con Estados Unidos y dejaron sola a Cuba. Y en otro tramo separa los pueblos de los gobiernos, algo que ha sido una constante en la historia de América Latina.
“Ya sabemos todos, el íntimo sentir del Departamento de Estado norteamericano: “es que hay que hacer que los países de Latinoamérica crezcan, porque si no viene un fenómeno que se llama castrismo, que es tremendo para los Estados Unidos”.
Más de cuatro décadas y el discurso de Guevara es actual, el castrismo, o más bien, el ejemplo cubano es un hecho maldito. Hoy no se llama Alianza para el progreso, esa que decía que los países iban a crecer y desarrollar. El objetivo de aquella Alianza fue que los países fueran consumidores de los productos norteamericanos, una fuente de recursos para los monopolios norteamericanos, para crear reservas para los norteamericanos para una eventual guerra de conquista.
Hoy las palabras de Ernesto Guevara nos llevan a pensar en este nuevo momento político, económico y social de nuestro continente, y la próxima llegada de alguien que resulta indeseable, genocida internacional, recibido por este gobierno como el gran mandatario mundial.
Como en aquel momento de esa intervención de Guevara, los pueblos van por un andarivel y los gobiernos representan los intereses monopólicos.
Latinoamérica se cubrió de hombres que se jugaron por los ideales y por profundas convicciones, sembraron conciencia y regaron el suelo de América Latina de grandes dosis de dignidad y valor. El oriental más sagaz sostenía que: “No venderé el rico patrimonio oriental al precio vil de la necesidad”. José Gervasio de Artigas
El 27 de julio de 1819, San Martín afirmaba: “...Andaremos en pelotas como nuestros paisanos los indios: seamos libres y lo demás no importa nada”.
"Los americanos, en el sistema español que está en vigor, y quizá con mayor fuerza que nunca, no ocupan otro lugar en la sociedad que el de siervos propios para el trabajo, y cuando más el de simples consumidores…” Carta de Jamaica – Simón Bolívar.
Che tenía una respuesta que refleja y desnuda a genocidas y genuflexos de cualquier color: En la Tricontinental sostenía defendiendo a Vietnam y cuestionando seriamente a yanquis y a aquellos que desde el socialismo no se habían jugado por Viet Nam: “El imperialismo norteamericano es culpable de agresión. Sus crímenes son inmensos y repartidos por todo el orbe”. Eso ya lo sabemos señores… y luego afirmaba: “Que grandeza la de ese pueblo. ¡Qué estoicismo y que valor, el de ese pueblo! Y que lección para el mundo entraña esa lucha…"
Han pasado más de cuatro décadas, de aquel discurso donde el Che desnuda al imperialismo, los pueblos de América Latina han sido esquilmados, sus riquezas son transportadas en grandes cargamentos hacia los grandes negocios imperiales, las materias primas son robadas en el tránsito del denominado libre mercado, la desocupación y subocupación refleja el desastre a que han llevado a nuestros pueblos, las peores pestes han vuelto a invadir nuestra tierra, la usurpación, el robo y la división entre los pobres es un logro de nuestros enemigos, hoy se los recibe con todos los honores y se permite que ingresen fuerzas armadas extranjeras para cuidar a quienes nos han quitado, robado, matado la alegría.
Si algo de este argentino nos queda para imitar, se trata de pensar en rescatar la sonrisa, en mostrar que hay dignidad en nuestros pueblos y que podemos devolvernos la alegría, porque como decía Che: "hay que endurecerse, sin perder la ternura, jamás…”.
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