El lenguaje altisonante de los expertos del Banco Mundial sobre la buena administración, la corrupción y la reducción de la pobreza no es más que una farsa. En efecto, en Chad, el Banco Mundial impuso a toda costa un proyecto de oleoducto que habría de conducir al enriquecimiento de un conocido dictador que acaba que burlarse de dicha institución de manera magistral.
El lenguaje altisonante de los expertos del Banco Mundial sobre la buena administración, la corrupción y la reducción de la pobreza no es más que una farsa. En efecto, en Chad, el Banco Mundial impuso a toda costa un proyecto de oleoducto que habría de conducir al enriquecimiento de un conocido dictador que acaba que burlarse de dicha institución de manera magistral. Mientras tanto, el pueblo de ese país se desangra para pagar una deuda colosal sin obtener el menor provecho de su propia riqueza natural. Veamos detalladamente esta caricatura de un modelo neoliberal impuesto artificialmente por instituciones internacionales al servicio de las potencias y del mundo de las finanzas.
Desde el principio mismo del proyecto, a mediados de los años 1990, numerosas organizaciones ecologistas, de defensa de los derechos humanos y de solidaridad internacional (entre ellas el CADTM) expresaron inquietud ante el apoyo del Banco Mundial a la construcción del oleoducto de 1,070 kilómetros que conectaría la región petrolífera de Doba (en Chad) a la terminal marítima de Kribi (en Camerún). Los riesgos ecológicos, humanos y financieros fueron siempre exorbitantes, tanto que Shell y Elf prefirieron retirarse. Pero el consorcio final, en el que se reunieron ExxonMobil, ChevronTexaco (de Estados Unidos) y Petronas (de Malasia), logró llevar a cabo este proyecto de 3,700 millones de dólares gracias al poderoso apoyo estratégico del Banco Mundial.
El oleoducto, terminado en 2004, se construyó sin tener en cuenta los intereses de los pobladores. Por ejemplo, las indemnizaciones propuestas inicialmente a las personas que vivían en los lugares por donde debía pasar el oleoducto eran de 25 francos CFA (3,8 céntimos de euro) por metro cuadrado destruido de plantación de maní, 5 francos CFA (0,8 céntimos de euro) por metro cuadrado de mijo perdido y 3,000 francos CFA (4,6 euros) por cada árbol de mango derribado cuando, según el diputado chadiano Ngarlejy Yorongar, la primera producción de este árbol puede representar 1,000 mangos que pueden venderse cada uno a razón de 100 francos CFA (15 céntimos de euro)… Sólo al cabo de una fuerte movilización se logró un alza de dichas indemnizaciones.
A veces la realidad es cruel. El dictador chadiano Idris Deby fue consejero militar de Hissene Habré, anterior dictador arrestado en Senegal hace sólo unos días. Militar entrenado en Francia que ascendió al poder en diciembre de 1990 como resultado de un golpe de Estado, Deby disfruta hace mucho del apoyo del presidente francés y de las redes francoafricanas. ¿Programa? Elecciones fraudulentas con llenado ilegal de urnas o inversión de los resultados, represión contra toda forma de oposición democrática o de libertad de prensa, revisión de la Constitución para posibilitar la reelección indefinida del presidente… Fue sonado el fracaso del juicio que Deby trató de orquestar contra François-Xavier Verschave, autor del libro Noir silence en el que se detallaba todo esto.
El Banco Mundial no podía apoyar abiertamente un régimen de ese tipo. Al hacer en Chad su principal inversión en África negra, impuso a Deby la utilización del 90% de los fondos provenientes de las ventas del petróleo en proyectos sociales escogidos con su aprobación y en inversiones en la región de Doba. El 10% restante debía quedar como reserva para las generaciones venideras, reserva que sería depositada en una cuenta bloqueada en el Citibank de Londres, bajo el control del Banco Mundial. Para administrar dicha cuenta, el Banco Mundial propuso la creación de una Junta de Control y de Supervisión de Ganancias del Petróleo (CCSRP, según sus siglas en francés), compuesta de nueve miembros. Pero, cinco de éstos fueron nombrados por el propio Deby… Muchos afirmaron entonces que las garantías del Banco Mundial no impedirían que Deby se hiciera del control del botín proveniente del petróleo. El Banco Mundial persistió, sin embargo, en lo que ahora se ha visto confirmado como un tremendo error.
El consorcio es el que más ganancia ha sacado de la explotación del petróleo chadiano, pero los círculos del poder no tienen de qué quejarse. La repartición de las ganancias entre el Estado chadiano y el consorcio petrolero parece muy desfavorable para el Estado, que debería obtener sólo el 12,5% de los derechos de la venta directa de ese petróleo… A ello se suman diferentes impuestos y regalías, que pasan directamente al Tesoro Público chadiano. La primera regalía, entregada como adelanto, no fue verdaderamente una operación modelo: al parecer se malversaron 7,4 millones de dólares. Además, otra malversación de 4,5 millones de dólares parece haber sido destinada a la compra de helicópteros por el hijo del presidente. El Banco Mundial, muy implicado en el proyecto, decidió principescamente hacerse de la vista gorda para no manchar su propia credibilidad.
Eso no fue suficiente para Deby. Las cifras que permiten calcular la parte que le toca a él –bueno… lo que le toca a su país– provienen de ExxonMobil y del propio consorcio. Como país, Chad no dispone ni del conocimiento especializado ni de los medios técnicos que le permitirían mantenerse al tanto de los precios y utilizar tales datos para obtener un estimado de las ganancias mediante la comparación con las cantidades de petróleo que se extraen.
Es por ello que la presidencia chadiana publicó, el 7 de octubre de 2004, un comunicado extremadamente fuera de lo común intitulado «Arnaque, opacité et fraude du consortium»[Estafa, ausencia de transparencia y fraude del consorcio. NdelT.] denunciando que las multinacionales estaban acaparando la renta petrolera y que Chad no tiene cómo controlar con precisión las declaraciones del consorcio, que el comunicado ponía en tela de juicio en duros términos.
En lo que constituye el más reciente episodio del escándalo, y de manera totalmente previsible, el mecanismo que había establecido el Banco Mundial se trabó completamente. Idriss Deby está a punto de echarle el guante a las sumas destinadas a las generaciones venideras, 27 millones de dólares como mínimo. Desestabilizado por las fuertes tensiones sociales, varios intentos de derrocamiento y la deserción del ejército, Deby no tiene seguramente la menor intención de utilizar ese dinero para reforzar los raquíticos presupuestos sociales. Lo que se vería reforzado sería probablemente el dispositivo militar y represivo, como se imagina toda la comunidad internacional.
Moraleja: El Banco mundial fue el elemento determinante en un proyecto que endeuda terriblemente a la nación chadiana, agrava simultáneamente la corrupción y la pobreza, deteriora el medio ambiente y extrae un recurso natural sin transformarlo en el país al que pertenece, todo ello en beneficio de transnacionales que reparten algunas migajas a los potentados locales a condición de que estos garanticen la inviolabilidad de su derecho a la propiedad sobre los recursos naturales que deberían, por el contrario, ser considerados patrimonio común de la población local. O sea, encontramos en este caso los principales ingredientes del cóctel que prepara y sirve el Banco Mundial de manera totalmente consciente. Un cóctel de sabor amargo que pudiera, además, resultar explosivo.
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