En une serie de discursos al pueblo norteamericano, George W. Bush comparó el terrorismo actual con la amenaza que representó en el pasado el totalitarismo comunista. ¿Es válida esta comparación?
Cuando el Presidente hizo esta comparación, puso implícitamente a Bin Laden al mismo nivel de Lenin, Stalin o Mao y sugiere que el disidente saudita que se oculta en unas cuevas (o que está muerto) ha creado una doctrina universal. La «yihad» tendría capacidad para dominar la mente de centenares de millones de personas. Es un buen halago para Bin Laden, pero no se justifica.
La ideología de Bin Laden sólo tendría cabida en algunas regiones del mundo, mientras que el comunismo es una doctrina de repercusión universal. Además, el comunismo era un reto ideológico global apoyado por una enorme potencia militar. Los dos bloques hubiesen podido causar la muerte de 120 millones de norteamericanos y de soviéticos en unas pocas horas en un intercambio de lanzamientos nucleares. Comparado con eso, Al Qaeda no tiene una ideología atractiva, y sus recursos, al menos por ahora, son limitados.
El temor que inspira la comparación puede tener una fuerza movilizadora a corto plazo pero, a largo plazo, sólo puede provocar el deterioro de la imagen de los Estados Unidos, que serán vistos como una nación guiada por el temor, lo cual hace de ellos un socio poco atractivo para nuestros aliados. Por añadidura, al asociar continuamente terrorismo e Islam, la fraseología estadounidense puede hacer que los musulmanes en su conjunto se sientan aludidos. Por su parte, retomando esta retórica, Vladimir Putin incluso ha podido justificar su guerra contra los chechenos.
Es un discurso contraproducente.
«Do These Two Have Anything in Common?», por Zbigniew Brzezinski, Washington Post, 4 de diciembre de 2005.
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