El diario Miami Herald, de Florida, estado norteamericano donde vive una importante minoría cubana, muchos de cuyos miembros llegaron allí huyendo de las nacionalizaciones, toma nota con desgano del ascenso al poder del dirigente «cocalero» Evo Morales en Bolivia. El título del artículo sobre ese hecho –literalmente «Un boliviano que elogia la coca y a Fidel Castro»– subraya, con amargura, dos temas claves para la sensibilidad de sus lectores: el cultivo de la coca en Bolivia y la admiración no disimulada que siente Evo Morales por Fidel Castro. La relación de ambos temas con la llegada de Morales al poder es bastante insignificante, pero eso no importa. Por otro lado, el movimiento de los cocaleros no promueve en lo absoluto el consumo de cocaína. Se trata ante todo de un movimiento social basado en el apoyo de los agricultores que cultivan la hoja de coca, destinada a uso legal o no. De esa manera, cuando el Miami Herald señala que Evo Morales le regaló a Fidel Castro un busto de Bolívar hecho con hojas de coca, subraya que la coca es el principal componente de la cocaína pero se abstiene de mencionar que es también un ingrediente esencial de la Coca Cola y esconde deliberadamente lo que «El Libertador» Simón Bolívar representa, como personaje histórico, para millones de latinoamericanos.
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