En mi opinión, fue Slobodan Milosevic quien decidió que su estado de salud debía empeorar. Tomó medicamentos a escondidas, ya fuere para ir a Moscú o para suicidarse. Seguíamos de cerca su estado de salud y desde que me anunciaron su muerte pensé en suicidio. No había nada alarmante en los informes médicos que se me entregaban, simplemente una polémica en cuanto al tratamiento a administrársele. Hay que saber lo que le provocó el infarto, pero en todo caso nos jugó una mala pasada. ¡Después de todo lo que se hizo! Es increíble. Es difícil de aceptar, pero así es.
El proceso debía terminar este verano y no esperábamos nada destacado por parte de la defensa. Si hoy me dijeran de presentarme en la corte y solicitar la pena no tendría ningún problema. Puedo hablar durante horas de la culpabilidad de Milosevic, y habría pedido cadena perpetua. Me ha decepcionado esta muerte que se me adelanta, pero voy a reaccionar. Quiero a Radovan Karadzic y a Ratko Mladic.
No creo que esta muerte tenga impacto en la cooperación serbia con el tribunal. Creo incluso que ocurrirá lo contrario, un aceleramiento.
Considero que tuvimos razón al juzgar la política de Slobodan Milosevic en su conjunto y no por cada uno de los hechos como en el caso de Sadam Husein. La justicia debe ser un hecho de reconciliación. Si alguien quiere una justicia a la carta, muy bien, pero será otro quien asuma esta responsabilidad, no un fiscal de tribunal. Un juicio no es sólo una condena. Estos procesos deben sacar a la luz la verdad, aclarar los hechos.
«Il a décidé que son état de santé devait empirer », por Carla del Ponte, Le Monde, 14 de marzo de 2006. Texto adaptado a partir de una entrevista.
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