Prólogo a la tercera edición del libro Historia de las Madres de Plaza de Mayo, recientemente presentado por Ediciones Madres de Plaza de Mayo.
¿cómo nombrar con esta boca,
cómo nombrar en este mundo con esta sola boca en este mundo con esta sola boca?
(Olga Orozco, Con esta boca, en este mundo, 1994)
Este libro comienza con una lejana y ya mítica conferencia brindada por Hebe en la bodega cultural llamada Liberarte. Corrían los primeros años de la postdictadura argentina, pleno gobierno de Alfonsín, y las Madres eran borradas con esmero y saña de los medios de difusión, escritas sus casas (otra vez) con la palabra terroristas y acusadas, por el posibilismo en el poder, de antidemocráticas, ultraizquierdistas, antinacionales, desestabilizadoras.
Ellas, en tanto, vehementes y tranquilas como el torero en la arena, se dedican a contar su historia, donde las llamen. Sean cinco, ochenta o miles los escuchas. Así se abrió paso esta conferencia que, pese a existir ya por entonces algunos libros relatores de su historia, ocuparía el lugar de la síntesis, la claridad y la revelación de hechos constitutivos del movimiento, contados por primera vez con esta boca, en este mundo, como una mano tendida al pueblo por sobre el aislamiento y la impunidad pergeñados por los cómplices del genocidio.
De modo que esta es su historia contada por ellas mismas. Relato de acontecimientos que las han llevado a ser quienes son, resignificados por la mirada de las luchadoras que regresa a ellos cuando la topadora de la impunidad quiere arrasar lo que ha sido bello y digno, para quedarse sólo con la compañía siniestra de los criminales sueltos.
Y entreverado entre las palabras, un recorrido fotográfico que las encuentra una y otra vez en las calles del país y del mundo, en el centro de los conflictos sociales y políticos, tomando parte por la justicia y la vida plena.
Allí podemos observar los carteles de las Madres de Plaza de Mayo como superficies de enseñanza, denuncia y creatividad. La insondable productividad política de las siluetas, pero también el inmenso, perdurable buscados por asesinos, con las caras que el establishment democrático se negaba a socializar, a escolarizar, a poner entre rejas. Las impactantes más/caras blancas y el enorme cartel Por los 30.000 desaparecidos exigimos juicio y castigo a todos los culpables, subrayado el todos. Señores, señoras: había que llevar ese cartel, había que caminarlo por las vigiladas calles de la postdictadura. Una entretela de la historia de las Madres que este libro también cuenta: han sido muchas las manos solidarias que apoyaron, sostuvieron, acompañaron, hicieron letras y sueños junto al calor de las incansables.
En este libro heterogéneo, que permite diversas entradas a su rica historia, aumentado por ellas con cada nueva reedición, emergen como verdaderas puntas de iceberg, algunos discursos de Hebe. Conmovedores, desgarrados -lúcidos siempre- y capaces de esperanza. En ellos, la voz popular que encarna Hebe no conoce golpes bajos, trivialidades ni poses de tarima. Allí todo es sustancia, sabiduría, valor de esa boca, en este mundo. Nos debemos aún la recopilación exhaustiva de esos actos de habla y lucha. Nos debemos un oído atento para tanta sensatez liberadora, para tanta verdad anunciada en el viento de la Plaza, para tanto amor socializado.
La oralidad como parte de la identidad originaria de Nuestra América: las transcripciones de esos discursos sin papel son literales y no hallaremos en ellos titubeos ni repeticiones, sino la palabra justa dando en el centro del blanco. Manantial de vida y sentidos que fluyen con la certeza de llegar donde la sed espera. Nuestra Oradora de la Revolución.
El crítico literario Angel Rama considera que la “ciudad letrada”, es decir, la cultura dominante, occidental, ha museificado la oralidad propia de nuestros pueblos americanos. En Plaza de Mayo, cada jueves y en cada acto, se alza esa voz ancestral, profunda, instalada y en diálogo con la realidad más concreta y vigente. Desde los discursos de repudio al aniversario de los 24 de marzo (1995 en adelante) hasta el perteneciente a la última Marcha de la Resistencia organizada por las Madres (2006), desde las palabras para celebrar los “Mil Jueves” en la Plaza hasta el discurso del 1º de Mayo en la Plaza de la Revolución, La Habana, Cuba. Palabra indómita que anda, Madres tiernas y aguerridas que marchan. Mujeres revolucionarias por obra y gracia de sus hijos, que nos hablan.
También la palabra escrita se hace vibración humana en estas páginas. “Nuestras consignas”, el corpus ideológico por excelencia de las Madres, donde la teoría cotejada con y en la práctica política, las hace producir saber vivo, en constante transformación y ampliación. Interesante: ellas cambian, pero siempre hacia el futuro, ni un paso atrás rige sus mutaciones; cincelan, extienden, se internan en el sentido último de cada una de sus consignas sin perder nunca el hijo de oro de la coherencia o la fidelidad a sí mismas. Así, aparición con vida puede dar, en amalgama de años y luchas, nuestros hijos viven. Variaciones sobre la cuerda del vitalismo. Modulaciones del ser que nació a la vida para dar vida y no encuentra retroceso para esa contrafatalidad.
Así también, las consignas crecen: definiciones centrales que resuenan con escándalo en la casa vacía de las clases dominantes: las Madres asumen el antimperialismo como prenda de unidad latinoamericana y el socialismo como modo de terminar con el sufrimiento múltiple y máximo del sistema capitalista. He aquí un programa para nuestro pueblo que busca rehacerse después del genocidio y del posgenocidio y del tajo del hambre en sus gargantas niñas.
Con esta boca, en este mundo ellas han podido nombrar lo innombrable y no sólo eso, sino también hacérselo nombrar a los demás: los desaparecidos ya no son una figura evanescente trazada en el aire por las manos asesinas del dictador Videla. Ellos y ellas son nuestros compañeros, pura energía de proyectos y organización popular, fondo de toda lucha que valga la pena hoy. Presencias fundantes de la rebelión y la justicia y la felicidad del combate.
Perderse en esa voz colectiva que nombra para la vida y la realización de los deseos tal vez sea la tarea de los próximos años para quienes aspiramos a cambiarlo todo. Transmutarnos en esa fragua que no deja de entregar caminos políticos para la liberación. La historia de las Madres es un capítulo abierto, sin final, del combate heroico de un pueblo que respira por el aire luz de los pañuelos blancos.
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