Los medios de comunicación conocidos como independientes, libres, comunitarios o alternativos -en este caso utilizaremos el último término–, son un indicador de la situación de la comunicación con que cuenta el país.
De las experiencias existentes en este campo en Colombia, la mayoría no trasciende su localidad, con el agravante de considerar que comunicar es un asunto que lo resuelve el medio en si mismo, convencidos por demás –y de ñapa– que los grandes medios son en muchos aspectos el punto de referencia. Panorama que denota, a toda luces, la ausencia de una mirada sobre la realidad construida con ojos propios y, por lo tanto, que el medio tenga una relación diferente con la comunidad.
La situación de los medios alternativos, sin vida social propia, es tal que si dejan de existir no sucedería nada en el país. Sin duda, a estos medios aún no los identifica un proyecto propio.
Dramática realidad que nos coloca ante el dilema histórico: «ser o no ser». Lograr superar la visión que tienen de si mismos, además de generar una nueva relación con la comunidad, plantea que la única posibilidad para que los medios alternativos tengan incidencia en la opinión pública nacional, es mediante un trabajo colectivo, mancomunado, la implementación de proyectos con mirada popular, de largo aliento, y la creación de medios propios en unión con el movimiento social.
Al respecto, entre los diferentes intentos realizados por superar el estancamiento de los medios, la Coordinación Colombiana de Medios Alternativos (CCMA) es uno de ellos. Esta propuesta surgió en mayo del año anterior, en un encuentro sobre comunicación que se realizo en Bucaramanga. Hasta la fecha sus hechos son pocos, aunque el esfuerzo de sus integrantes por lograr contacto con la opinión pública no desfallece.
Sin duda, sus integrantes se encuentran ante el reto, ¿cómo construir medios alternativos?, pero además ¿cómo construir un proyecto nacional e integrador en este campo? A la hora de resolver los interrogantes no hay que desechar el camino recorrido por el movimiento social durante décadas. Revistas como Alternativa, Colombia Hoy, Opción, las diferentes radios comunitarias, sin dejar a un lado el sistema Sutatenza, y demás experiencias escritas, visuales y de audio, son un camino lleno de enseñanzas.
Algunos problemas
Además de la ausencia de democracia que impide el derecho a la comunicación y el desarrollo de políticas participativas, encontramos en el país un conjunto de elementos en la comunicación alternativa que merecen ser tenidos en cuenta para la coordinación que está por construirse:
– El simple hecho que el medio sea pequeño, «trabaje con las uñas» y tenga el deseo de ser diferente, no lo hace alternativo, muchos viven del nombre y de glorias pasadas. Lo alternativo debe legitimarse cotidianamente.
– Entre los impulsores de lo alternativo, la tendencia es a rendirle culto al medio. Se olvida el proceso que implica la existencia y realización de cada uno. Pero también sucede que los procesos, sean sociales o políticos, terminan instrumentalizando el medio. Éste debe hacer parte de un proyecto colectivo de comunicación y cultura que trascienda las agendas inmediatas de los avatares políticos y los tiempos institucionales, pero sin supeditarse al mismo.
– Aunque no se percaten de ello, la principal fuente de los medios alternativos, son oficiales. La comunicación como proceso social, necesita construir redes sociales que hagan parte de sus fuentes.
– En general, el medio se alimenta del esfuerzo de pocas personas. Las redes sociales también deben formar colectivos que contribuyan a alimentar el medio, a su vez que este retribuye en su trabajo social.
– Se cree que los medios alternativos en si mismos son la solución. La sociedad necesita construir también otro tipo de medios y para eso los alternativos, pequeños y más grandes, apoyados en el movimiento social y popular deben aunar esfuerzos para encontrar las formas de adquirir la capacidad de incidir en la opinión pública nacional.
– Comunmente el lenguaje de los medios del movimiento social no está pensada en el otro, más allá de su propia organización. La evidencia está en el Primero de Mayo, donde no se supera el yo con yo. Quienes asisten, de manera repetitiva, se intercambian panfletos, simulando comunicarse, pero nadie se presta atención. Entonces, ¿qué interés puede despertar para la mayoría de la gente un tipo de comunicación que no convoca, ni siquiera a los que la hacen?
Un lenguaje ágil y creativo implica una manera diferente de pensarnos las distintas formas de construcción social.
Referente común y formas nuevas de organización social
El problema fundamental es que los medios de comunicación alternativos ven la realidad a través de los grandes medios, sin reconocerse en la comunicación como un escenario propio que exige que empecemos a mirar los entornos, desde nuestro ser cultural, o sea, con nuestros propios ojos.
Solo desde el reconocimiento de nuestro ser histórico como pueblo latinoamericano, desde la apropiación de las tecnologías y un proyecto de largo plazo, podemos avanzar y crear un tipo de sociedad donde la comunicación –como proceso social– posibilite una forma diferente de producción y organización social.
En tal perspectiva, la base de estos medios es la convergencia colectiva de muchos procesos y personas, que de manera diferente creen las condiciones para articularse y para construir. Una dinámica que permita generar un conocimiento y acumulado de experiencias que den un enfoque diferente al ángulo desde donde se mira lo social. Este sería un referente común en permanente construcción que le daría vitalidad y sentido a los medios por surgir.
Esta demanda no es casual. Las sociedades se transforman, y ahora se requieren medios que incidan en las diferentes esferas de la vida nacional, más aún hoy cuando los medios tradicionales se proyectan desde los formatos de Miami para Latinoamérica.
Necesidad aún más imperiosa toda vez que los medios se concentran en pocas manos, reducidos a proteger el poder. Como dice Ignacio Ramonet, el cuarto poder ya no existe. Es la hora del ‘quinto poder’.
«La cuestión cívica que se nos plantea de ahora en adelante es la siguiente: ¿cómo reaccionar? ¿cómo defenderse? ¿cómo resistir a la ofensiva de este nuevo poder que, de alguna manera, ha traicionado a los ciudadanos y se ha pasado con todos sus bártulos al enemigo?. Es necesario, simplemente, crear un ‘quinto poder’. Un ‘quinto poder’ que nos permita oponer una fuerza cívica ciudadana a la nueva coalición dominante. Un ‘quinto poder’ cuya función sería denunciar el superpoder de los medios de comunicación, de los grandes grupos mediáticos, cómplices y difusores de la globalización liberal». Este nuevo poder estaría constituido por movimientos sociales, centros de formación, periodistas y ciudadanos en general
La propuesta de Ramonet es constituir un contrapoder. Lo que en nuestro contexto ayudaría a crear un referente organizativo, de conocimientos y prácticas de una forma de hacer comunicación como construcción social de la realidad.
Si pensamos en los diferentes medios de comunicación y en las formas en que estos pueden construir tejido social, vamos a encontrar la oportunidad de una revolución en las comunicaciones, en la cultura, etc., potenciando mil maneras de relacionamiento de las que el movimiento social aún no se ha apropiado y que al ser asumidas socialmente crearán las bases para nuevas formas de organización de la sociedad.
Coordinación Colombiana de Medios Alternativos: ¿avanzar o repetir?
Podemos aseverar con este contexto, que los tiempos dentro de esta Coordinación no pueden ser los del afán, los de la angustia por el dinero o por las formalidades (estatutos). La forma puede ser importante, pero lo fundamental es el contenido estratégico que estructure las bases de un proyecto que responda a las necesidades del país. Resuelto esto el dinero llegará, así como los demás aspectos secundarios que ahora parecen prioritarios.
Pero para llegar a este nivel, hay que sensibilizar al mismo movimiento social, hoy ajeno de toda iniciativa en comunicaciones, con una visión ajena a la cultura, a los usos y consumos, a las formas de ver y percibir, a los relacionamientos, a otras maneras de resistencia que ganan audiencia en la sociedad, a la opinión pública, etcétera.
Este es un debate abierto. En la medida que sea asimilado permitirá avanzar en lo alternativo, de lo contrario se corre el riesgo de perderse en la coyuntura, los tiempos del establecimiento y el internet, que no le llega a todo el mundo, y que es muy bueno para que entre nosotros nos rebotemos la información como en un juego de pin pong.
Cualquier tipo de coordinación que pretenda jugar un papel en los cambios de la sociedad, necesita tener propuestas, para animar la acción social, pero también para que diversos actores sientan que tienen un espacio a desempeñar, además de la posibilidad de disputar la hegemonía vigente. Como propuesta desde abajo hemos colocado al debate y al servicio del conjunto del movimiento social:
– Dos periódicos
– Un radio periódico
– Una revista especializada en temas agrarios
– Un fondo editorial con más de cincuenta títulos publicados en siete años.
– Una visión sobre el arte y la éstetita, reflejada en múltiples campañas que han retomado los muros como parlantes ante toda la ciudadanía.
Pero además, y como complemento de estos avances, la necesidad de construir una agencia nacional de prensa independiente, un sistema nacional de radio comunitaria, un enlace de realizadores de documentales (para hacer de la imagen distribuida por canales alternativos el embrión de un sistema de televisión independiente).
En fin, les proponemos crear un Sistema nacional de comunicación independiente, base y sustento de la lucha por una nueva hegemonía.
* RAMONET, Ignacio. “El quinto poder”. Le Monde diplomatique, edición Colombia No.17, octubre 2003, pp. 26-27.
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