La muerte nunca pudo poner punto final a la vida militante y combativa de Guadalupe Larriva y, menos aún, a sus profundas convicciones ideológicas del más hondo de los humanismos que se concretaba en la lucha cotidiana para impulsar sus ideas, alcanzar sueños y trabajar incansablemente para servir a los demás en procura del bienestar colectivo.
El socialismo militante y combativo que practicaba Guadalupe Larriva era honesto de principio a fin y así como logró respeto, amistad y compañerismo también alcanzó respeto de sus enemigos junto al odio visceral ideológico, de esos torpes comportamientos adictos al sistema y sobre todo cipayos del imperio.
Guadalupe Larriva, nombrada Ministra de Defensa Nacional por el Presidente Rafael Correa, falleció trágicamente cuando dos helicópteros del Ejército, Gazella E-360 y E-343 chocaron en pleno vuelo en la noche del 24 de enero de 2007. Su hija Claudia y cinco militares le acompañaron en el instante fatal que no debía ocurrir jamás, si tan sólo se hubiesen seguido procedimientos comunes y normales de seguridad.
Detrás de la muerte prematura y absurda quedan dudas que quizá jamás se despejen, quedan preguntas sin respuesta, quedan profundas inquietudes envueltas en un sinnúmero de ¿por qué?
Pero bien se sabía la posición ideológico-política de la Ministra , de su simpatía y carisma. Llegó al Ministerio de Defensa en medio del aplauso de coroneles, oficiales de menor rango y tropa. Algunos generales la recibieron con respeto, admiración y franca cordialidad aunque no amistad y compañerismo y hubo generales -de esos afectados por el machismo- que la vieron llegar con antipatía o franco odio y no sólo por machistas sino porque Guadalupe era socialista, era antiimperialista, era incorruptible, era humanista y pacifista. Esos generales la miraron por encima del hombro, con recelo y temores de perder los “apoyos y ayudas de Estados Unidos”, la posibilidad de extender hasta el fin de los tiempos la presencia de militares y mercenarios gringos en Manta y en otros lugares del país.
Guadalupe, de entrada les había dicho a los generales del Comando Conjunto, que iba a trabajar para elevar los sueldos y mejorar las condiciones de vida de las tropas y oficiales de todas las jerarquías, que era de suma importancia estudiar el famoso “libro blanco” y reformarlo hasta la médula, que para el país era vital redefinir el rol de las Fuerzas Armadas y que iba a imponer el compromiso del soldado de trabajar junto al pueblo en busca del desarrollo sustentable, de la paz, la seguridad y la defensa irrenunciable de la soberanía nacional.
Había anunciado que iba proponer una auditoría integral a las empresas que son de propiedad de las Fuerzas Armadas y de la totalidad de las inversiones. Había expresado su desacuerdo total y su franco repudio al Plan Colombia, al Plan Patriota que son “guerreristas, planificados, financiados, desarrollados y ejecutados por el imperio”. ¿Imprudencia en la boca del lobo? Más aún, en forma tajante y radical había dicho que jamás se firmaría un nuevo tratado o convenio que permitiese la presencia de tropas extranjeras en territorio ecuatoriano. En consecuencia, la Base de Manta sería reintegrada soberanamente al país. Clara, precisa, enérgica, sin que siquiera se le borrara la sonrisa de sus labios. Así era Guadalupe Larriva. ¿Subversiva, la Ministra ?
En su calidad de socialista, Presidenta del Partido Socialista- Frente Amplio, tenía un perfecto conocimiento de la realidad nacional a nivel interno y externo. Sabía perfectamente que Estados Unidos tiene objetivos permanentes de dominación y expansión imperialista, sin que importe si los administradores de turno son demócratas o republicanos; pero comprendía, también, que con Bush II, la situación empeoraba por su apocada personalidad, por su falta de calidad ética, por su reconocida incultura y su torpeza guerrera que, en poco tiempo, le convirtió en el terrorista internacional de extremo peligro para la humanidad.
Esa característica del imperio -en estos tiempos- le ha conducido a desatar, sin piedad, las guerras de agresión contra Afganistán e Irán, y con el pretexto de combatir al terrorismo no le importó a Bush y sus adláteres a recurrir a violencias extremas, a cometer genocidio, a violar burdamente los derechos humanos dentro Estados Unidos contra sus propios ciudadanos y a través del mundo, en particular contra los pueblos árabes sean de Afganistán o Irak, musulmanes o cristianos.
En tan pocos días que estaba al frente del Ministerio de Defensa, Guadalupe Larriva llegó a conocer acerca de planes desestabilizadores en contra del Presidente Rafael Correa, que se proponía impulsar Estados Unidos por intermedio de su Embajada, agentes de la CIA y del DEA y de otras agencias como las AID y USAID, en franco contubernio con las derechas políticas y empresariales, grandes negociantes y comerciantes, financistas y banqueros del Ecuador, con partidos de oposición e inclusive con el uso inmoral de algunas organizaciones no gubernamentales (ONGs) que ya habían recibido dinero de Estados Unidos, para “promover” la democracia, los derechos humanos, la libertad. Sabía, también, que Estados Unidos -por intermedio del Comando Sur y agentes de la CIA, DEA- había penetrado profundamente en las Fuerzas Armadas Nacionales y en la Policía Nacional y que en esas instituciones había oficiales superiores y generales adictos y sumisos al imperio y sus dictados.
Guadalupe ya conocía de esas prácticas inmorales e injerencistas del imperio, porque era una mujer muy bien informada, porque era una mujer política y dirigente socialista con sólidos principios marxistas-leninistas, porque era maestra, madre y ministra de Estado con profundas inquietudes sociales.
Guadalupe Larriva tenía otros proyectos e inquietudes. Con algunos dirigentes de movimientos sociales y de partidos o grupos ciudadanos de izquierda, a menudo conversaba sobre el sueño de una patria libre, soberana, independiente, democrática y solidaria. Quedó pendiente una amplia explicación acerca de los graves problemas que enfrentaban y debían enfrentar los gobiernos de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina, Nicaragua y en menor escala Brasil, Uruguay y Chile que habían decidido conformar gobiernos alternativos y escogido nuevos caminos de desarrollo independiente que molestan profundamente a Estados Unidos.
Guadalupe ya conoció de cerca la posición irrenunciable de Estados Unidos respecto de la Base de Manta y, la firmeza de la nueva Ministra de Defensa Nacional para defender la soberanía ecuatoriana. Para tratar sobre ese caso, el Secretario de Estado de la Casa Blanca buscaba la oportunidad de un encuentro, de una entrevista o de un “llamamiento” para mantener y ampliar el tiempo de retención de la Base de Manta, de acuerdo con un informe proporcionado por uno de sus colaboradores militares; pero de rango inferior al del Comando Conjunto.
Con decisión y energía había solicitado toda la documentación existente acerca del próximo encuentro de cúpulas militares a realizarse en Lima-Perú, reunión en la que Estados Unidos piensa imponer la creación de una Fuerza de Reacción Inmediata. ¿Para qué? ¿Acaso el Ecuador o algún otro país latinoamericano tienen enemigos militares de alta potencia y extracontinentales? ¿Qué es eso de la Seguridad Hemisférica ? ¿Acaso esas doctrinas y prácticas militares heredadas de la “guerra fría”, no son para exclusiva utilidad del imperio? ¿Qué tienen que hacer nuestras Fuerzas Armadas para defender los intereses de Estados Unidos? ¿Por qué someter a nuestras Fuerzas Armadas y Policías Nacionales a la humillación del acatamiento a los dictados del Pentágono o del Departamento de Estado? Cuántas preguntas quedaron sin respuesta porque esas eran las inquietudes de la militante socialista, porque son las inquietudes de hombres y mujeres democráticos y progresistas del Ecuador y América Latina. Guadalupe Larriva habría sido frontal en rechazar o negar la participación del Ecuador y sus Fuerzas Armadas en los planes bélicos de Estados Unidos en contra de nuestros pueblos y en la no renunciada posibilidad de involucrar a nuestras patrias en el guerrerista Plan Colombia. Para eso y contra la “subversión”, o los gobiernos “inamistosos” es la proyectada Fuerza de Reacción Rápida.
LA OPOSICIÓN AL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI
El gobierno del Presidente Rafael Correa proclamó su adhesión al Socialismo del Siglo XXI, no para copiar al socialismo que impulsa el Presidente Hugo Chávez Frías de la República Bolivariana de Venezuela, sino para recrear el ideal socialista de acuerdo a las realidades ecuatorianas.
Ese socialismo habla del impulso a políticas sociales, de la búsqueda de la justicia social por intermedio de una mejor redistribución de la riqueza nacional, de la igualdad como condición primigenia para el desarrollo y profundización de la democracia, de la equidad de género, de la necesidad de implantar la propiedad privada con eficiente función social, del rescate de los recursos naturales para forjar el desarrollo sustentable, de la intervención del Estado para regular el mercado, del fortalecimiento de los procesos educativos y culturales con plena libertad de acceso y uso de la ciencia y tecnología y, atención consecuente e inmediata a las necesidades fundamentales de los pueblos: alimentación, vivienda, salud pública, empleo, combate a la pobreza consuetudinaria, fin de los sistemas de explotación.
A nivel internacional, se propone relaciones amistosas, diplomáticas, económicas y políticas con todos los países del mundo en igualdad de condiciones y, por tanto, pleno uso de la soberanía e independencia, e impulso a la unión sudamericana que siente las bases y procure condiciones para la unión latinoamericana.
Estas y otras de mayor profundidad y análisis eran parte del pensamiento socialista de la dirigente Guadalupe Larriva. Como toda propuesta de transformación y cambio tiene sus opositores que se vuelven furibundos fundamentalistas y dogmáticos, si creen que van a perder privilegios, el Socialismo Siglo XXI cuenta, también, con sus contrarios profundamente dogmáticos y en varios casos de inusitada violencia cercana al neofascismo.
Sectores de las derechas económicas y políticas que conforman los grupos oligárquicos del país con fuertes connotaciones financieras, empresariales y comerciales son los opositores radicales del Socialismo Siglo XXI. Estos formaron un núcleo liderado por banqueros y empresarios de la Costa y de la Sierra para “trabajar” en contra del proyecto político propuesto por el Presidente Correa y establecieron una serie de contactos con la Embajada estadounidense en Quito y con los miembros y jerarcas de algunas de las agencias del gobierno de Bush, según informan algunos líderes políticos de los movimientos sociales y de la izquierda ecuatoriana. Dinero por algunos millones de dólares y decisión clandestina se encaminan para desacreditar a Correa y su gobierno con el uso de los medios de comunicación social a fin vincularlo con el Presidente Hugo Chávez, con el Comandante Fidel Castro, con los gobiernos de Evo Morales de Bolivia y de Kirchner de Argentina. Entonces le acusan de obedecer los mandatos de Chávez, de copiar sus fórmulas políticas, de ejercer un fracasado ideario ideológico de la izquierda, de dirigir un gobierno populista, de pretender implantar un gobierno totalitario, de parálisis de inversiones extranjeras, de anticipados fracasos económicos. Curiosamente, son las mismas tácticas y estrategias utilizadas por la CIA para propiciar golpes de Estado que terminan en dictaduras militares crueles y sanguinarias. Varios dirigentes socialistas y, naturalmente, Guadalupe Larriva conocían y conocen de los planes desestabilizadores de las derechas oligárquicas uncidas al imperio.
Estados Unidos no desea que en su “patio trasero” se extienda el Socialismo Siglo XXI. Consecuentemente ejecuta actividades subversivas de carácter clandestino para acabar con los Gobiernos del Presidente Hugo Chávez, de Evo Morales, de Rafael Correa. Para ese objetivo, el imperio cuenta con las derechas criollas que no se detienen ante nada, para jamás perder un ápice de sus privilegios de clase.
EL INFORME DEL EXTRAÑO ACCIDENTE
El 24 de enero pasado, al comenzar la noche se produjo el fatal choque de dos de los helicópteros del ejército que participaban en maniobras militares. En definitiva, fue accidente extraño en las cercanías de la Base de Manta, la mejor equipada de América, la mejor vigilada de América, la más segura de nuestra América del Sur.
Conocido el trágico acontecimiento, el Presidente Correa, sin pérdida de tiempo nombró una comisión especial que dilucide las causas del accidente y solicitó la ayuda y colaboración de los gobiernos de Venezuela, Chile y Francia, este último como país fabricante de los helicópteros Gacela.
La Junta Especial de Investigaciones del Accidente Aéreo, el 27 de febrero pasado, al terminar su trabajo dijo que el choque de los dos helicópteros en que fallecieron la Ministra de Defensa, su hija Claudia y cinco militares, se debió a un error humano. Sostuvo que no existió sabotaje ni fallas técnicas.
Fueron 31 personas las que conformaron la Comisión Investigadora que comenzó su trabajo el 30 de enero y en la que intervinieron militares ecuatorianos, expertos de Chile, Venezuela y Francia a la que se unieron Rodrigo Ávila, hijo de la Ministra Guadalupe Larriva, en representación de los familiares y dos delegados del Partido Socialista. El Informe preliminar fue presentado el 15 de febrero, lo que demuestra la premura y eficiencia de la Comisión ; pero esos informes nunca fueron avalizados ni firmados por Rodrigo Ávila y los delegados del Partido Socialista.
Según el Presidente de la Junta Investigadora , Brigadier General Leonardo Barreiro, el accidente fue causado por una serie de errores que se cometieron antes y durante del accidente de los helicópteros que fueron piloteados por Richard Jurado y Hugo Acosta. Los principales errores fueron: Poco tiempo de descanso que tuvieron los pilotos el 24 de enero ya que participaron durante varias horas, de los festejos por el aniversario de la Aviación de la Fuerza Terrestre. Los pilotos Jurado y Acosta volaban esas naves, por primera vez, con visores nocturnos y cumplieron maniobras que nunca estaban previstas, ni siquiera en los entrenamientos, pues utilizando visores nocturnos se aproximaban a Manta y supuestamente podrían haber sido encandilados por las luces de la ciudad o por las luces de la pista de la Base Aérea de Manta, pero otro craso error es que volaron sin ningún plan de vuelo y al recibir un llamado de la torre de control de la Base de Manta, los pilotos “perdieron su conciencia situacional”; es decir que no supieron lo que ocurría dentro de los helicópteros y tampoco fuera de ellos. Y lo más importante: hubo negligencia o descuido en los mandos militares que no observaron los debidos procedimientos de seguridad.
El Informe Oficial fue cuestionado por el Partido Socialista, durante la Asamblea que se desarrolló en Cuenca el 24 de febrero. Allí intervinieron Trostsky Serrano. Rodrigo Ávila Larriva y Antonio Aguilar, veedores que tuvo la familia de Larriva y el Partido Socialista en la Junta Investigadora.
El ex diputado Segundo Serrano, padre de Trostsky, sostuvo que es inadmisible que se maneje la hipótesis que Guadapule Larriva haya decidido, por su cuenta subirse al helicóptero. Dijo “La conocí durante 35 años. Era una mujer ponderada, sensata…Es fácil decir que se trata de una falla humana y que los responsables son los muertos. Aquí se debe sancionar a las personas que están vivas y que son responsables”. Víctor Granda, otro de los dirigentes históricos del Partido Socialista fustigó el Informe al señalar que fue “una irresponsabilidad dar ese tipo de conclusiones y decir que Guadalupe Larriva, por su cuenta y riesgo subió al helicóptero”. Por su parte, el Presidente del Partido Socialista-Frente Amplio, Gustavo Ayala solicitó que se aclare “ qué autoridades militares autorizaron o no dieron pronunciamiento alguno respecto de la presencia de Larriva y su hija Claudia en la nave”, al tiempo que pedía explicaciones sobre los cambios ocurridos en la Agenda de la Ministra , ya que ese día tenía previsto asistir a una reunión de trabajo en el Instituto de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas.
Posteriormente el hijo de Guadalupe Larriva, Rodrigo Ávila Larriva, al rechazar el Informe Oficial de la Junta Investigadora de Accidentes dijo tajantemente: “Se eliminó como prueba el video tomado por el sargento Luis Bravo, en el que a mi madre le invitan a subir al helicóptero para trasladarse a Manta, lo que desmiente que fue ella la que solicitó participar en la práctica de tiro nocturno”. Expresó que “en esta grabación se oye claramente que mi madre pregunta qué iban a hacer (sobre su regreso a la Base Militar ), a lo que responden, nos vamos en helicóptero” También señaló con determinación que, en ese Informe, se excluyó la responsabilidad de los manejadores de la torre de control de la Base de Manta, quienes permitieron el despegue desde tierra de una aeronave de Ícaro, al mismo tiempo que debían aterrizar los helicópteros.
Los familiares y allegados a la Ministra Larriva enviaron una carta al Presidente de la República , Rafael Correa, en la que especificaron los puntos del Informe con los que no estaban de acuerdo y pidieron que se aclare la responsabilidad de los mandos militares en el accidente. Para el hijo de la Ministra fallecida, en el Informe Oficial no se determina responsabilidad penal alguna y que ciertamente el Informe tiene fallas tremendas. Por ejemplo, dijo que el Secretario de la Junta Investigadora , Coronel Hugo Villacís, fue el mismo que planificó el operativo, es decir, fue una operación que el mismo realizó, lo que significa una profunda contradicción. Así mismo cuestionó al grupo militar de Estados Unidos que ocupa la Base de Manta al afirmar que lo que se quiere es que ese grupo entregue la información recopilada, porque fue ese grupo el que llegó primero al sitio del accidente y se preguntó qué vieron, qué recogieron?
El Informe Oficial tiene errores graves. Así ¿por qué esa Junta se negó a incluir el video? La respuesta fue infantil al considerar que no se incluye la grabación porque la determinación de los culpables será responsabilidad de la Junta Evaluativa. Tampoco consta la negativa de los norteamericanos a entregar información, ni las condiciones específicas del vuelo de los helicópteros, ni las razones por las cuáles a una Ministra de Defensa y a su hija que son civiles, se les sube a un helicóptero que estuvo artillado.
La diputada socialista Silvia Salgado, fue muy precisa al manifestar : “Quienes dejaron de cumplir y vigilar las normas de seguridad militar son las Fuerzas Armadas. Exigimos, por tanto, se establezcan los nombres por las responsabilidades y la falta de seguridad dada a una Ministra de Estado: más aún, cuando su hija como civil estuvo en el vuelo”.
Guadalupe Larriva falleció en el choque de los helicópteros y su muerte prematura dejó muchísimos asuntos pendientes y entre ellos una sesión de trabajo que debía mantener con varios dirigentes del Tribunal Dignidad, Soberanía, Paz contra la Guerra, reunión que, entre otros temas, se había planificado para tratar sobre los problemas de seguridad de la Ministra de Defensa, del Presidente Correa, del Plan Colombia, de las conspiraciones latentes y del intervencionismo norteamericano en los asuntos internos de nuestro Ecuador.
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