A pesar de la dominación milenaria por parte de representantes de denominaciones no hindúes que vinieron a gobernar India a través de los mares y a través de las formidables fronteras del Himalaya, la antigua herencia de las civilizaciones de India se mantuvo casi intacta.
De la misma forma, a pesar de que los ocupantes extranjeros llevaron a cabo la conversión de la población hindú a gran escala, la vasta mayoría de la población mantuvo muy firme su fe en los ancestros. Los antiguos Rishi (sabios) de India en la bruma de la antigüedad revelaron al mundo la naturaleza de «Brahman Chaitanga» (Conciencia Cósmica) algunos milenios antes de que surgieran las religiones «Abrahamicas», que se expandieron por muchas partes del mundo durante los dos últimos milenios.
Las denominaciones inspiradas en el Veda (las escrituras hindúes más antiguas en sánscrito) también se expandieron más allá de las costas de India antes de eso, particularmente hacia el Este. Pero a diferencia del Cristianismo y el Islam, el poder militar no tenía ningún papel que desempeñar en la expansión hacia el Este de la religión inspirada en el Veda y del Budismo. La expansión pacífica del pensamiento hindú tampoco condujo a grandes conflicto entre denominaciones en las regiones hasta donde llegó. Es importante recordar esta sutil pero importante diferencia al analizar la influencia que, una India económicamente revitalizada pudiera ejercer cuando el mundo se adentra en el siglo XXI.
Un aspecto a reconsiderar es la forma en que India obtuvo su independencia en 1947, justo cuando el siglo XX se acercaba a su mitad, después de haber visto dos guerras mundiales. Los historiadores en India han atribuido la independencia de su país a la «satyagraha» [1] de Gandhi; y aunque puede resultar un triste alivio pensar, que en una época envenenada por la violencia, India logró la independencia sobre los frágiles hombros de la filosofía de la no violencia promulgada por Mahatma, tal atribución se aparta considerablemente de la realidad.
La India logró su independencia como resultado del agotamiento de Gran Bretaña después de su participación en dos guerras mundiales y de su sustitución como potencia mundial por las nuevas superpotencias como los Estados Unidos y Rusia. Gran Bretaña ya no podía sostener más su imperio en India por más tiempo.
El ejército británico-hindú había desempeñado un papel importante en las victorias de los aliados en las dos guerras mundiales. Si después de 1947 los británicos hubieran retrazado la independencia de India, el ejército hindú, ya entrenado en la guerra—el mismo ejército que había apuntalado los dominios británicos por más de un siglo—se habría sublevado muy pronto y habría forzado una la penosa retirada británica del país. Ya había ocurrido una rebelión en la marina hindú y el juicio contra los prisioneros del Ejército Nacional de India (INA) traídos de Subas Chandra Bose había despertado el espíritu de un ferviente nacionalismo.
Estaban dadas las condiciones para que al llamado de un líder nacional ocurriera un gran número de amotinamientos a lo largo y ancho del país. Una vez violados la ley y el orden, los británicos se habrían visto envueltos en una llamarada. El Raj (imperio) británico en India, que duró dos siglos, se habría desplomado de un día para otro. Habría conducido a una masacre a gran escala de los británicos, algo que en su lugar sucedió en las comunidades hindúes y musulmanas cuando tuvo lugar la división de la India al anunciarse el premio Radcliffe en 1947.
Al partir, en el momento que lo hicieron, los británicos regresaron a casa llenos de gloria y recibieron el beneplácito de la Corona, tanto así que su último virrey, Lord Louis Mountbatten fue designado gobernador general de la India independiente. Fue tan expresa la aprobación que recibieron tras haber puesto punto final al coloniaje imperial, que los líderes de la India libre llegaron a convertirse en los arquitectos del Commonwealth británico de naciones.
Fue una ironía el hecho que los británicos hayan colocado por primera vez a un hindú en el trono de Delhi después de mil años de dominio extranjero. Los hindúes nunca lucharon por eso. El trono fue entregado, por así decirlo, a Pandit Jawahar Lan Nehru, Primer Ministro de la India independiente por decisión del parlamento británico, en Londres. Mientras tanto, M.K. Gandhi, el Apóstol de la Paz, que había defendido la «ahimsa» durante casi medio siglo, sólo podía observar con horror la gran matanza que tuvo lugar cuando el sub-continente fue dividido en las naciones de India y Pakistán.
Gandhi murió poco después, al recibir el impacto mortal de una bala asesina durante una reunión de fieles y a poco más de una milla del lugar desde donde Nehru, el ungido primer ministro, gobernaba la nación. Si Gandhi no hubiera sido asesinado por Nathu Ram Godse, hubiera muerto de desilusión, incapaz de soportar el peso de una de las peores matanzas que ocurrieron en la historia de India, y posiblemente la mayor masacre que, fuera de un contexto bélico, haya ocurrido en la historia de la humanidad.
Es necesario hacer una breve introducción sobre las características del surgimiento de una India moderna para poder comprender la psiquis de sus líderes a la hora de evaluar el proyectado ascenso del país al estatus de potencia mundial en el siglo XXI. ¿Hasta que punto el desarrollo económico de la India podría dar lugar a un poderío militar acorde a su tamaño geográfico y su población?
¿Trataría de seguir a China, que busca la paridad hegemónica con los Estados Unidos de América, la mayor potencia de la actualidad? ¿Existen límites para la proyección de potencia militar concebida por la India en este siglo o en los próximos? Si existen, ¿Qué o quién establece esos límites? Estas preguntas deben analizarse en el contexto del escenario mundial actual y su proyección para las próximas décadas.
Aunque Gandhi continúa teniendo una influencia importante en el discurso político y económico actual en el país, debemos decir que a pesar de que los ideales de Mahatma se citan con reverencia en la mayoría de los foros donde se discute el futuro de la India, su filosofía económica y política no ha encontrado aceptación a la hora de su aplicación práctica. Sin embargo, al final es difícil concebir una India totalmente apartada de las ideas de Mahatma, ya sea en lo relativo al gobierno, el desarrollo sostenible, la armonía de la sociedad pluralista, o en los aspectos relacionados con la conducta de las naciones en la arena internacional.
No es una sorpresa para nadie el hecho de que Gandhi continúe en el centro de interés de tanta gente en el mundo, tanto su personalidad como los ideales que defendió. Desafortunadamente, el debate sobre Mahatma se concentra principalmente en ciertos elementos que nunca fueron puestos en práctica en la tierra donde surgieron.
Si recordamos los acontecimientos del siglo XX, tanto antes como después de la independencia de India, siempre coincidiríamos en que aunque Gandhi no perdió sus esperanzas ni su fe en sus ideales, pudo haber muerto de desilusión, y si no de una inmensa tristeza debido al curso que tomaron los acontecimientos. ¿Acaso la matanza que ocurrió en el momento de la división del país, donde él predicó la ahimsa, indica que su filosofía fracasó? La violencia no terminó con la división; continúa hoy en cada lugar del sub-continente que visitó el «Padre de la Nación».
La creciente distancia que separa los principios de Gandhi de la política que implementaron los sucesores de él en India, independientemente del conocimiento político de los últimos, conlleva a preguntas esenciales. Ni el pueblo de India, ni de todo el mundo puede percibir una India real o imaginaria si en ella no prevalecen los ideales de Mahatma.
¿Cómo puede resolverse esta contradicción?, ya que, si no se analiza profundamente en lugar de hacer breve mención a ella en cada reunión pública, en el país o fuera de este, donde se haga referencia al nombre de Gandhi, India no podrá emerger ilesa de la confusa discordancia que existe entre los preceptos y su aplicación.
Al haberse apartado tanto de las enseñanzas de Gandhi, India podría rechazar su filosofía y continuar, sin mirar atrás, hacia un ideal que fue considerado impráctico, o hacia un ideal que no podría ser llevado a la práctica en un país donde la superficialidad, la hipocresía y la infidelidad están a la orden del día en la vida pública. En tal caso, sería muy fácil deshacerse del legado de Gandhi y continuar gobernando el país bajo los patrones no-Gandhianos que hoy prevalecen. Pero ese no ha sido el caso. A la vez, la falsedad y la corrupción se encuentran a un alto nivel; los mismos dirigentes que han impulsado al país en esa dirección no han podido eliminar el fuerte legado de Gandhi debido a un temor oculto que si fuera eliminado completamente, India no sólo perdería su rumbo, sino también su alma. Entonces ya no habría regreso.
La sola idea de ese final, incluso pensando que no sucederá, es algo que preocupa a la gente. Ellos saben que si se despojan de la idea de que no sucederá, no podría enfrentar a sus compatriotas, ni en las campañas electorales, ni en lugares públicos, y posiblemente tampoco en privado. A niveles más altos, no están conscientes de que el abandono total de Gandhi sería equivalente a su propia condenación en términos de Karma [2] , tan horrorosa que no querrían ni pensar en ella, ya que por muy inmoral que sea la cúpula que gobierna la nación, en lo más profundo de sus almas, son profundamente religiosos, por muy corroído que esté su sentido de lo que es ser religioso.
También saben que en India la mayoría de los ciudadanos veneran al Mahatma y que a pesar de su pobreza y de sus penurias están fuertemente identificadas con los ideales de Gandhi. Son los ideales de Vivekananda, Sri Aurobindo y de otros sabios y profetas que moldearon en carácter y el destino de India durante siglos. El destino que aguardó por India en la media noche del 15 de agosto de 1947 está aun lejano. En el fondo de la desesperanza y la confusión que aflige al país aquel destino aun sigue esperando ser conquistado.
India aun espera producir los líderes que la lleven a la cumbre que el Mahatma y los sabios que lo precedieron soñaron para conseguir la armonía global. Por tanto, ese ideal no puede perderse de vista. Los ideales de Mahatma Gandhi son vitales para la salvación de India, si es que quiere encontrar su rumbo y su verdadero destino. Por esa misma razón, es una cuestión importante también para el mundo.
Se necesita dar un paso más adelante. Se deben analizar las razones por la cuales las enseñanzas de Gandhi no han prevalecido en su país aun cuando la mayoría de los ciudadanos en India cree en ellas y los dirigentes dicen creer en las mismas. La razón principal podría ser la dificultad en transplantar el ideal de Gandhi a la actualidad. La administración extranjera que dominó el país, por haber sido extranjera fue un factor que unió al país ideológicamente (hacia la libertad) en las más tempranas décadas antes de la independencia. Las condiciones post-independencia, después de la división del país no fueron las mismas. Según pasaban los años—tras las fracasadas décadas de Socialismo—cuando la economía de mercado se expandió por casi todas partes del mundo, la implementación de aquellas ideas se hizo mucho más difícil.
Primero, como se dijo anteriormente, las condiciones cambiaron radicalmente; en segundo lugar, al haberse alejado tanto de la filosofía de Gandhi y sus preceptos económicos, fue más difícil volver atrás. Habiendo dicho esto, los esfuerzos por fortalecer el«panchayati raj» y la adhesión al principio, por no decir la práctica, del desarrollo sostenible implicarían una inclinación en la dirección de Gandhi.
Mientras tanto, un cambio sustancial ocurrió en el desarrollo del pueblo de India y del mundo. Casi sesenta años después de la muerte de Gandhi, el modelo capitalista y los factores de tipo moral que lo acompañan, se convirtieron en una norma. Incluso los países que más se opusieron a esa norma desde el principio, terminaron abrazándola, como Rusia y China.
¿Pudieron haber tenido alguna relación aquellos que vivieron los días en que Gandhi divulgaba el «charkha » con la famosa exhortación que hiciera Deng Xiao Peng a sus compatriotas cuando dijo: «es una gloria ser rico». Si ser rico fuera una gloria, entonces no quedaría nada de la filosofía de Gandhi. Si no todos, al menos la clase política y las elites de la India moderna han acogido el pronunciamiento de Deng tan fervientemente como los chinos en Beijing, Shanghai y Guangdong; y en muchos casos lo han tomado tan a pecho como los mismos estadounidenses.
Cualquiera que sea la razón para ese paso del Socialismo al Capitalismo, es innegable que regresar al idealismo económico plasmado en los escritos de Gandhi conduciría a la India a un abismo económico del cual no podría salir en un mundo como el de hoy. Quizá, cuando el consumismo que aceleradamente se apodera del mundo haga la vida misma insostenible en el planeta, los pueblos en todo el mundo comenzarán a reconsiderar la filosofía económica de Gandhi. Es por eso que el mundo no olvidará a Mahatma Gandhi tan pronto así. Por consiguiente, India se beneficiará, de alguna forma, del gran viraje en el momento que suceda a escala global.
Si India va a seguir formando parte de la economía del mundo, sin despojarse completamente de algunos de los aspectos necesarios de su pasado socialista, debe comenzar esa reconsideración ya, para beneficiarse de la visión de Gandhi donde sea posible, para transformarla en las condiciones actuales del país y del mundo. Si el mundo tiene que salvarse de su autodestrucción, el legado de no-violencia de Gandhi debe convertirse en tema principal o leimotif de un mundo globalizado, y de una estructura reformada en Naciones Unidas que establezca la no-violencia entre los estados como norma del siglo XXI.
La Organización de Naciones Unidas estableció el día 2 de Octubre, aniversario del nacimiento de Mahatma Gandhi, como Día Mundial de la Armonía. Posiblemente fue Mahatma Gandhi quien dijo: «para mis necesidades mundanas, mi aldea es mi mundo; para mis necesidades espirituales el mundo es mi aldea.»
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Charca: una rueda giratoria que se usa para trabajar el algodón.
[1] Satyagraha : la política de resistencia pacífica particularmente defendida por Mahatma Gandhi contra el colonialismo británico Radcliffe , Ann (1764–1823), Novelista Británico, exponente de la novela Gótica novel Ahimsa: El respeto por todos los seres vivientes y el rechazo a la violencia contra los demás.
[2] Karma: En el Hinduismo y Budismo es la suma de las acciones de una persona en este y en previas etapas de su existencia, que deciden su destino en existencias futuras.
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