Por más de tres meses leímos y escuchamos algo realmente medieval: la huelga de hambre de los miembros del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) fue una vacilada, fueron manipulados por sus directivos, pretendieron algo imposible e, incluso, los tildaron de payasos.
Para el imprescindible Pelos
En diversos medios (especialmente los audiovisuales, preponderantemente las televisoras) han ignorado el conflicto o han encontrado en sus acciones agresivas y tradicionales –las marchas, por ejemplo–, los motivos para satanizarlos. Y no se diga acerca del supuesto o real enriquecimiento de sus líderes, quienes, en efecto, no son tan importantes ni apreciados como las bases convencidas, algo que sucede en todo movimiento que se precie.
La administración federal, tan despreciativa de cualquier reclamo social (ya lo vimos con las madres de los jóvenes asesinados en Salvárcar, Chihuahua; con las señoras que buscan a sus hijas desaparecidas; con los secuestrados en Oaxaca, de Edmundo Reyes Amaya y Gilberto Cruz Sánchez, y, más recientemente, en el caso de los infantes fallecidos en la guardería ABC de Hermosillo, Sonora), llegó a la ofensa y la burla con los de Luz y Fuerza.
No fue sino hasta que Cayetano Cabrera Aceves y Miguel Ángel Ibarra estuvieron al borde de la muerte que las autoridades, tímidamente, por medio de la Secretaría de Gobernación intentan encarar el problema.
Paradójico: tiempo atrás la cancillería mexicana se había congratulado porque interrumpió su ayuno el disidente cubano Guillermo Fariñas. Lo hizo ya que el gobierno de los hermanos Castro accedió a liberar a una buena cantidad de presos de conciencia, gracias a la mediación de la iglesia católica y la Unión Europea.
Bien que haya un pronunciamiento azteca en una causa que es de todos. Mal, que no se vea lo que ocurre en el frente interno, se manipule a los medios y se intente satanizar a todos aquellos que no están de acuerdo con la línea oficial.
Cuando llevaba 43 días de huelga entrevisté a Cayetano Cabrera. El hombre tenía muy claro su objetivo: vencer o morir. Es decir, que se reinstalara a sus compañeros o ir hasta las últimas consecuencias.
Quien es ingeniero por el Politécnico y maestro de esa institución, conocía muy bien el ejemplo de Boby Sands, el cual realizó una acción parecida a la suya en 1981 con resultados funestos para éste y varios de sus compañeros. Resultado, hasta la implacable Dama de Hierro, Margaret Tatcher, necesitó hacer cambios en Irlanda para que los patriotas de esa nacionalidad tuvieran mejores condiciones de vida.
Cayetano todavía leía. Entre sus textos estaba La victoria que no fue, de Óscar Camacho y Alejandro Almazán, acerca de la elección de 2006 y el fraude a Andrés Manuel López Obrador. También abrevaba en las obras de Benito Juárez y Mahatma Gandhi. Tenía símbolos diversos, entre otros, una Guadalupana y la Santa Muerte.
Hombre ecléctico, o híbrido como ahora se cataloga, tenía fe en que las autoridades, sobre todo la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), les dieran la razón en su demanda. Vana ilusión.
En ese entonces, María del Carmen Yebra Núñez, con 41 días de ayuno, fue retirada en una ambulancia porque empezó a sangrar profusamente. Sus compañeros y los pocos que estábamos, la despedimos con aplausos.
El médico, Alfredo Verdiguel (acosado y posiblemente acusado de responsabilidades), estuvo siempre atento a la salud de los “compañeros”.
En un sitio abierto, el maestro Alberto Híjar daba clases de estética, filosofía y las actuales polémicas culturales, lo que demuestra, claramente, quiénes son los que encabezaban la lucha del SME.
Regresé al campamento luego de 15 días. Rodrigo Daniel, parista, me dijo: “Mi cuerpo tiene hambre; mi espíritu lo alimenta”. Carolina Cortés Camarillo, hija de electricistas y cuyos padres angustiados pero firmes se encontraban en el lugar, afirmó que no cejaran en su batalla, ya que los despojaron a ella y su familia de todo, sin darles oportunidades de nada. Gregorio Ernesto Paredes, miembro de la dirección, justificó ampliamente que Martín Esparza y los otros líderes hagan gestiones aquí y en el extranjero a favor de sus propuestas. En igual estado combativo de ánimo estaban: Juan Carlos Trejo, Miguel Paredes y Ugal Armando Salgado. Tenían claro, además, que una de las causas de la extinción de Luz y Fuerza del Centro era entregar la fibra óptica a Televisa, lo cual así ocurrió.
Cayetano, luego de pedir una audiencia de los huelguistas y el Comité Ejecutivo del SME con Felipe Calderón, dijo: “Jamás me verán de rodillas”. Y Miguel Ángel Ibarra expresó: “Esta (lucha) no es una broma ni una farsa” y “no vinimos a salir en la foto o a sentirnos héroes”.
Cayetano y Miguel Ángel son mexicanos valerosos, honestos e inteligentes, que nadie en su sano juicio puede acusar de estúpidos o marionetas. La lentitud y torpeza de las autoridades es insolente.
El asunto del SME no se puede callar. Lo ignorarán los medios interesados, lo soslayaran quienes no desean entrar en conflicto con los que otorgan la publicidad oficial, pero será una bomba que estallará una y mil veces en este país y en el extranjero.
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