Cientos de desplazados por la guerra que azota la región del Nilo Azul, en Sudán, pasan hambre y sed; decenas de ellos mueren de inanición, neumonía o diarrea. A esta tragedia que enfrentan los más de 100 mil refugiados se le suma el olvido de la comunidad internacional. En breve, las lluvias profundizarán la crisis humanitaria en la región, alertan organizaciones civiles
Jamam, Sudán del Sur. Hamid Yussef Bashir caminó durante 17 días con su esposa y sus cinco hijos para llegar a un campamento de refugiados en Sudán del Sur. Ahí, en Jamam, se unió a otras 37 mil personas que también huyeron de la guerra que azota la región del Nilo Azul.
Las condiciones en el campamento no son las que esperaba: hay escasez de agua limpia y su familia tendrá que mudar su tienda de campaña antes de que lleguen las lluvias e inunden el lugar. De todas formas se siente afortunado de haber sobrevivido al duro viaje. “Pasamos hambre en el camino y otras personas murieron de inanición”, recuerda Bashir. “Y con las lluvias mucha gente falleció de neumonía”.
Mientras que la visita del actor estadunidense George Clooney al estado meridional sudanés de Kordofán del Sur continúa ocupando titulares a nivel mundial, agencias de ayuda se esfuerzan por responder al conflicto en Nilo Azul, que envió cuatro veces más de refugiados a Sudán del Sur.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) indica que hay aproximadamente unos 82 mil 500 refugiados procedentes de Nilo Azul, en la entidad Nororiental Sursudanés de Alto Nilo; y unos 20 mil, en Kordofán del Sur y en el norteño estado de Unidad.
La ONU y Estados Unidos advierten que cientos de miles más podrían huir cuando se acabe la comida en el Sur del país, donde el gobierno lucha contra grupos insurgentes.
Activistas acusan al gobierno de Jartum (capital de Sudán) de realizar bombardeos aéreos contra civiles. A mediados de marzo de 2012, Gran Bretaña y Estados Unidos exigieron a Sudán que dejara de realizar esos ataques, e instaron al gobierno a que cesara de proveer apoyo militar a los insurgentes.
El Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán-Norte luchó contra Jartum en una guerra civil de dos décadas que terminó con la independencia de Sudán del Sur, el 9 de julio de 2011. Después el movimiento se dividió y los políticos en Yuba (capital de Sudán del Sur) afirman que no mantienen vínculos con los insurgentes.
Andrew Omale, coordinador de Emergencias del Comité Oxford para la Lucha contra el Hambre (Oxfam Internacional), indica que llegarán más refugiados cuando los alimentos se agoten en Nilo Azul, ubicado al Sureste de Jartum, en la frontera con Etiopía, en el Cuerno de África.
“Debo decir que es muy lamentable que esta emergencia sea olvidada”, externó a periodistas el 22 de marzo de 2012, durante una visita al campamento. “Llamamos a la comunidad internacional a que apoye a los refugiados que se encuentran aquí”.
Agencias de ayuda se apresuran a mejorar el campamento antes de que comience la temporada de lluvias en las próximas semanas.
Oxfam Internacional instó a los donantes a que provean fondos ahora, pues prevé que se necesitarán tres veces más alimentos y otros suministros una vez que se inicien las precipitaciones pluviales, que dificultarán el acceso a carreteras y bloquearán por completo algunas áreas.
Las lluvias también inundarán la zona donde acampa la mayoría de los refugiados. Éstos deberán ser trasladados a lugares más altos.
Médicos Sin Fronteras (organización médico-humanitaria internacional que asiste a poblaciones en situación precaria y a víctimas de catástrofes y de conflictos armados, sin importar raza, religión o ideología política) alertó en una declaración difundida por correo electrónico, el 14 de marzo pasado, que “una pequeña ventana de oportunidad permanecía abierta antes de que la temporada de lluvias dificulte la urgente provisión de asistencia humanitaria”.
Clooney visitó el campamento de Yida, en Unidad, y cruzó la frontera hacia Kordofán del Sur, donde habló con víctimas del conflicto. Desde entonces realiza entrevistas para diversos medios de estadunidenses; también se reunió con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y testificó ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de ese país.
No obstante, el conflicto en Nilo Azul recibe muy poca atención. “Es muy difícil acceder a esta área, y probablemente es por eso que la comunidad internacional no le presta atención”, señala el coordinador Omale.
Entisar Abas el-Mak llegó hace dos meses al campamento. “Desde que llegué aquí mi hijo sufre diarrea y vomito cuatro veces al día”, expresa, mientras espera en la puerta de una clínica de Médicos sin Fronteras.
Kirrily de Polnay, médico de la organización no gubernamental, señala que se registraron casos severos de deshidratación y de diarrea en el campamento debido a la falta de agua limpia, y que el pésimo saneamiento provocaba diversas infecciones en piel y ojos.
Hy Shelow, representante adjunto del alto comisionado de la ONU para los Refugiados, explica que el agua subterránea se encontraba a un nivel tan profundo que las máquinas perforadoras disponibles en Alto Nilo no lograban obtenerla. Informa que la ONU instalaría plataformas capaces de hacer perforaciones de hasta 150 metros.
Oxfam Internacional anunció que transportaba 160 mil litros de agua diarios desde tres pozos hasta puntos de distribución para los refugiados, que reciben aproximadamente 6 litros diarios por persona (lo básico para sobrevivir).
Pero algunos refugiados, como Macda Doka Waka, dijeron que el vital líquido se había acabado en algunos puntos de distribución. Ella y otra decena de mujeres, con sus hijos, tuvieron que cavar un viejo pozo para conseguir agua.
“Hay muchas personas peleándose en el punto de distribución de agua y nosotras terminamos aquí, pues no queremos pelear”.
Waka huyó de Nilo Azul hace dos meses, al abandonar a su esposo, quien lucha en el Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán-Norte.
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