En mayo pasado, un documento firmado por diplomáticos de cinco naciones, y del que se pretendía su lectura en la Asamblea General de la ONU, desapareció sin ningún tipo de explicaciones. Las potencias acordaron destruirlo y actuar como si nunca hubiera existido. Los corporativos mediáticos que cubrieron la reunión de los 193 países miembros tampoco lo reportaron. El documento cuestionaba el poder de veto de los “cinco grandes” del Consejo de Seguridad de la ONU
Naciones Unidas, Nueva York, Estados Unidos. Cuando la Guerra Fría estaba en su apogeo, un embajador peruano, Víctor Andrés Belaúnde, manifestó escepticismo sobre la capacidad de los países pequeños de sobrevivir al poderío diplomático de las grandes potencias en la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
“La ONU es una institución en la que siempre hay algo que desaparece’”, dice una cita atribuida a Belaúnde (1883-1966) en la década de 1960.
“Cuando dos países pequeños tienen una disputa –observaba el diplomático–, la disputa desaparece. Y cuando una gran potencia y una menor están en conflicto, la que desaparece es la potencia menor”.
Eso es, supuestamente, lo que pasó en mayo de 2012, cuando cinco de los más chicos Estados miembros de la ONU, que se hacen llamar los “cinco pequeños”, desafiaron a otras tantas potencias con asiento permanente en el Consejo de Seguridad (Estados Unidos, China, Francia, Gran Bretaña y Rusia) sobre el mal uso que hacen de su poder de veto.
Horas antes del debate y votación de una resolución propuesta por los “cinco pequeños” a la Asamblea General de los 193 miembros, dicho texto desapareció sin ninguna ceremonia del sagrado recinto de la ONU, y probablemente de la faz de la Tierra.
El peruano Belaúnde, que presidió la Asamblea General y el Consejo de Seguridad, fue incluso más lejos al afirmar que “cuando dos grandes potencias tienen una disputa, lo que desaparece es la ONU”, según relata el libro Crosscurrents at Turtle Bay (Contracorrientes en Turtle Bay), publicado en 1970 por la periodista del diario The New York Times, Kathleen Teltsch.
Afortunadamente, esta vez la ONU y los “cinco pequeños” (Costa Rica, Jordania, Liechtenstein, Singapur y Suiza) no desaparecieron y viven para contarlo.
La abortada resolución, formulada en la delicada jerga diplomática, “recomendaba” a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad considerar “la contención en el uso del veto ante acciones concebidas para evitar o poner fin a genocidios, crímenes de guerra y contra la humanidad”.
Pero, desde el principio, los “cinco grandes” dejaron en claro que la Asamblea General no tenía por qué hacer tales recomendaciones al Consejo de Seguridad.
William Pace, director ejecutivo del Movimiento Federalista Mundial-Instituto para la Política Global, dice a Inter Press Service (IPS) que si bien los “cinco pequeños” se vieron obligados a retirar esa histórica propuesta, las organizaciones no gubernamentales esperan que esto sea apenas el primer paso, después de 67 años, hacia un trabajo común de la Asamblea y el Consejo para responder a la enorme necesidad de que mejore la capacidad de mantener la paz y la seguridad.
“Hay que cambiar los fundamentos disfuncionales de un Consejo de Seguridad de los tiempos de la Guerra Fría”, dice Pace. “Y un comienzo indispensable sería que ese órgano aceptara una provisión de no uso del veto para bloquear acciones sobre grandes crímenes”. La oposición a semejante recomendación fue “un escándalo”, agrega.
Para Stephen Zunes, profesor de estudios políticos e internacionales en la estadunidense Universidad de San Francisco, el retiro de la resolución muestra que los “cinco grandes” siguen mandando en la ONU. “Pero se les cuestiona cada vez más, su credibilidad se debilita y su fracaso ético es cada vez más evidente en una creciente mayoría de la comunidad internacional”, apunta Zunes.
“La importancia de la resolución radicó en que no sólo desafió el veto chino y ruso a las medidas contra el régimen sirio, que está reprimiendo de forma sangrienta a la oposición, y el de China ante el genocidio en Sudán, sino también a los de Estados Unidos, relativos a crímenes de guerra cometidos por Israel.
“Al impulsar esa resolución, esos pequeños países pusieron de relieve que las violaciones al derecho internacional humanitario son imperdonables, sin importar qué tipo de relación tengan los ‘cinco grandes’ con el gobierno acusado”, agrega Zunes, especializado en el Consejo de Seguridad.
La propuesta resultó además especialmente oportuna, no sólo por la situación de Siria, sino por la casi unánime votación en la cámara baja del Congreso de Estados Unidos que, a inicios de este mes, estableció como política oficial de ese país el veto sistemático a cualquier resolución del Consejo de Seguridad que critique a Israel, apunta Zunes.
Un diplomático del Sur en desarrollo, que solicita reserva de su nombre, dice a IPS que los cinco retiraron la propuesta el miércoles 23, el mismo día en que estaba prevista su discusión, tras la intensa presión ejercida por los “cinco grandes”, tanto en la sede neoyorquina del foro mundial como en cada una de las capitales.
La Oficina de Asuntos Legales, indica el diplomático, también embarró la cancha al señalar su opinión de que la resolución requería un apoyo de dos tercios de la Asamblea General, pues implicaba una reforma del Consejo de Seguridad.
“Probablemente la Oficina estaba haciéndoles el gusto a los ‘cinco grandes’; resulta llamativo que China hiciera circular el texto de la Oficina entre todos los Estados miembros incluso antes de que se publicara, indicando que los cinco miembros permanentes lo habían recibido con anticipación”, dice la fuente. “Esto frustra todo el impulso para reformar el Consejo de Seguridad, y también socava su efectividad”.
Al bloquear la más pequeña reforma, los “cinco grandes” pueden haber ganado momentáneamente una batalla, pero a la larga le hacen un enorme daño a la credibilidad del Consejo. “Puede haber más y más países que lo eviten o se nieguen a cumplir sus decisiones”, sostiene el diplomático.
Más allá de la oposición de las potencias, los “cinco pequeños” no lograron convencer a una cantidad suficiente de gobiernos de la conveniencia de separar la ampliación del Consejo de Seguridad, que requiere reformas a la Carta de las Naciones Unidas, de la modificación de métodos de trabajo y procedimientos del cuerpo.
Esto está limitado por una resolución que la Asamblea General adoptó en 1993 y que exige una mayoría de dos tercios de la membresía o 129 países.
“Un objetivo clave es separar las reformas que no requieran tocar la Carta de las restricciones de 1993. Y eso se logra con una decisión de la Asamblea General por simple mayoría”, dice Pace.
Si bien la ampliación del Consejo para dar lugar a más miembros permanentes es muy importante, “puede llevar años o incluso décadas”, opina Pace. Mientras las otras reformas del cuerpo deben adoptarse de inmediato, tanto por la Asamblea como por el propio Consejo.
Los “cinco pequeños”, señala el experto, no pusieron en cuestión la legitimidad del veto, sino su uso indebido, causante de millones y millones de muertes.
Al criticar el silenciamiento de esta noticia en la mayoría de los grandes medios de comunicación, Pace indica que “el hecho de que IPS y apenas un puñado más de medios en todo el mundo cubrieran la resolución de los ‘cinco pequeños’ constituye una señal aterradora del estado en que se encuentra el periodismo internacional”.
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