Luego de más de media centuria de existencia, el criminal bloqueo de EE.UU. contra Cuba permanece vigente, inamovible, y por sobradas razones se le reconoce como el principal obstáculo para el desarrollo a plenitud de las potencialidades nacionales, entre ellas el auge del turismo para el cual el territorio insular exhibe un grupo de bondades competitivas.
A pesar de haber fracasado en la consecución de sus fines, el cerco de Washington versus La Habana resulta responsable de un daño económico ocasionado al pueblo cubano hasta diciembre de 2011, considerando la depreciación del dólar frente al valor del oro en el mercado internacional, ascendente a un billón 66 mil millones (1,066,000,000,000) de dólares.
Tal cifra ilustra la magnitud del enseñamiento imperial que no soslaya ningún ramo o actividad de la vida en la Isla, tras una abierta política de asfixia económica, que no en balde ha puesto sus ojos, bien enfocados, hacia la local industria del ocio en un ascenso en espiral, de seguro superior y más ágil, de no tener semejante enemigo al acecho constante para impedir negociaciones encaminadas a insuflar nuevo aires al determinante rubro.
Ese sector representa la segunda fuente de entrada de divisas para Cuba, con ingresos anuales de unos dos mil millones de dólares, después de la exportación de servicios técnicos y profesionales, fundamentalmente médicos.
Su necesaria expansión requiere continuar su avance con oportunidades de participación para los inversionistas extranjeros en la infraestructura hotelera y extra-hotelera, así como también la construcción de campos de golf, entre otras opciones.
A esas posibilidades no pueden acceder las empresas de Estados Unidos, con trayectoria en el giro de la hostelería y con fuertes inversiones en la región caribeña, debido a las referidas prohibiciones.
La esfera turística, en el período comprendido entre marzo de 2011 a marzo de 2012, continuó experimentando severas limitaciones, provocadas por esa arbitraria decisión de la Casa Blanca, en importantes direcciones relacionadas con servicios, operaciones y aseguramientos logísticos vitales para este campo, cuya afectación se estima en dos mil 068 millones 043 mil 657 dólares.
Sin embargo, frente a tales barreras conservadas por la Administración Obama, se han ido imponiendo los disímiles atractivos de un destino seguro y con un desarrollo sustentable.
Las estadísticas dan fe de tal realidad: Al cierre de 2011 llegaron a Cuba dos millones 708 mil 964 visitantes, cifra que superó en 7,3 por ciento a la del 2010. Y más recientemente, Xiomara Martínez, viceministra del sector y delegada a la 54 Comisión Regional de la Organización Mundial de Turismo para Las Américas, afirmó en Quito (Ecuador), que la ínsula espera recibir este año 2.9 millones de visitantes.
La vicetitular dijo entonces que se potencian los esfuerzos por diversificar el producto más allá del sol y la playa, a partir de alternativas como el llamado turismo de incentivos, de naturaleza, de eventos y de la práctica del multidestino.
Al país también se le conoce por sus programas de salud y culturales, entre otras modalidades que han corrido mejor suerte, por ejemplo, que el crucerismo.
Las agencias turísticas Cubatur y Viajes Cubanacán tienen entre sus objetivos la captación de los cruceros que navegan por el Caribe. Frente a La Habana y otras ciudades antillanas navegan 140 embarcaciones de esa índole que operan en el área.
Los grupos navieros estadounidenses, que dominan el mercado mundial, se muestran ansiosos de enviar sus naves al vecino territorio, vedado hasta ahora por la propia guerra sin cuartel mantenida por Washington contra la Isla. De no existir esa legislación, se calcula que de siete millones de norteños que compran vacaciones de cruceros en el mencionado entorno geográfico, al menos un millón visitaría anualmente las terminales cubanas.
El bloqueo continúa siendo una política absurda, obsoleta, ilegal y moralmente insostenible, que no ha cumplido, ni cumplirá el propósito de doblegar al pueblo cubano de preservar su soberanía, afirmó recientemente el canciller Bruno Rodríguez Parrilla durante la presentación del informe “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”, que próximamente será puesto a consideración de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
De ese documentado texto se extrajeron un grupo de datos reflejados en este artículo, que en apretada síntesis ha pretendido exponer en qué difíciles condiciones la nación caribeña trabaja por su presente y futuro, con énfasis en las ramas que más rápidamente pueden generarle los recursos financieros para garantizar el sostenimiento de su modelo económico, sometido hoy día a una rigurosa actualización.
En tanto, tal medida injerencista y extraterritorial sigue siendo un fardo demasiado pesado, de cuyas consecuencias no escapa ninguna actividad. Y aunque se le reconoce como el principal freno para el desarrollo, el país no ceja en sus aspiraciones y marcha por el camino escogido, testigo en el caso del turismo de la recepción ya en el 2012, en tiempo récord, del turista dos millones, pese a no contar con su mercado natural, a solo 90 millas.
Haciendo caso omiso de tan encarnizada postura, los turistas siguen apostando por el Destino Cuba. Tantos no pueden estar equivocados, solo no lo admiten quienes desde Washington continúan apelando a estrategias que en 50 años únicamente han demostrado su inoperancia.
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