Crónica de una amistad.
Eran casi las 7 pm, traté de buscar un lugar para aparcar, no había un solo lugar libre hasta un par de cuadras.
Bajé de mi camioneta y fui corriendo a mi primer día de clases de teatro, a fines del año 2004, llegue 5 minutos tarde, para variar.
Toqué la puerta, ya me habían advertido de que si llegabas tarde él no te recibía para de esa forma disciplinarte y enseñarte a ser puntual, yo de igual forma osé a tocar la puerta.
Cuando abrió me miró a los ojos con cara muy seria y me exigió sacarme los zapatos y me pidió que ¡nunca mas fuera con ropa tan formal, que lo correcto para su clase era venir en buzo, zapatillas, el pelo amarrado y sin maquillaje!
No entendí bien porqué había que ir así a sus clases pero obedecí las indicaciones.
A la siguiente clase llegué temprano y me miró de arriba a abajo y suelto de huesos, me dijo: " eres mucho más hermosa con la carita lavada que con maquillaje y tienes unos lindos ojos, no trato de decirte que con maquillaje no te veas igual de guapa pero sin maquillaje eres la misma con tu belleza salvaje y natural".
Agradecí sus palabras y muy seriamente me dijo: "nada que agradecer, solo mírate a un espejo y verás lo que te digo y no te miento", sus palabras fueron armas de fuego para mí, me salieron las lágrimas no de miedo sino que en ese tiempo tenía la autoestima herida y con profundas cicatrices, musité: "gracias por sus palabras, señor Picho" y me dijo con voz seria y tajante: "no me vuelvas a decir señor Picho, dime solo Aristóteles.
Toda esa temporada me esforcé en ser una buena alumna, cada día se aprendían cosas nuevas y espectaculares.
Aristóteles Picho y yo, nos tuvimos un gran respeto, yo por considerarlo un excelente, maestro, actor y director y el a mí por mi disciplina y ganas de aprender.
Con el tiempo nos convertimos en muy buenos amigos, me enseñó a actuar, a desenvolverme, a no tener pánico escénico, a hacer drama, comedia , romanticismo y hasta sarcasmo, me enseñó a no tener miedo a nada ni a nadie, también me enseñó a conducir programas de radio por internet que, por cierto, tuve el honor de tenerlo como invitado, obviamente mi programa nunca tuvo la intención de hacer sentir mal a los invitados sino todo lo contrario que se estuvieran relajados y disfrutaran de la conversación que en realidad era entrevistas con mucho respeto, creo que él se divirtió mucho conmigo aquella tarde.
Me contó sobre su enfermedad y traté de darle muchos ánimos, me preguntó si yo quería ser actriz, puesto que él pensaba que yo era la más empeñosa de la clase y quien más le ponía pasión a todo lo que hacía, me propuso hacer proyectos de cine interesante y llevarlos a Hollywood, él hablaba como si nada y yo lo observaba como que me hablaba cosas de otro planeta, muy lejanas pero insistió que para él nada era imposible y que había notado cualidades, dones y talentos que yo no debía desperdiciar, la verdad lo pensé bien y no quise despreciarlo bajo ninguna circunstancia, de todos los actores del Perú, yo sólo lo admiraba a él y no solo eso: había aprendido demasiado con él, con respeto le hice entender que se lo agradecía en el alma. pero que yo tenía otros planes, sonrió y dijo: "bueno, de igual forma ya estás formada como actriz, eso te va a servir mucho en todo lo que hagas en tu vida".
Esos días en las clases mis compañeros y yo nos complementamos muy bien, no habían envidias ni chismes ni comentarios mal intencionados.
Hoy al despertar y ver las noticias, quedé impactada, me causó mucho dolor, hace poco hablamos y él tenía muchas ilusiones en sus proyectos, me dio una pena indescriptible, fue conmigo muy correcto, muy sencillo, fue un gran maestro, consejero, guía, director, dentro de toda esta tristeza que abruma me da alegría recordar que nos conocimos, fuimos amigos y estuve siempre atenta a todas sus enseñanzas.
Adiós maestro
Adiós amigo
Adiós Aristóteles
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