El partido político de la Hermandad Musulmana en Túnez, Ennahda (Movimiento del Renacimiento), decidió durante su 10º congreso nacional, el 22 de mayo de 2016, separar sus actividades religiosas de sus políticas para convertirse en un «partido civil».
Esta reforma se limitará en realidad a no conjugar funciones electivas y responsabilidades en materia de predicación. El partido seguirá definiéndose como «islámico», no renuncia a sus actividades religiosas y seguirá refiriéndose a la interpretación de la religión que hace la Hermandad Musulmana. Definitivamente, Ennahda no se convertirá en un partido laico y no cambiará en lo fundamental.
Para evaluar la sinceridad de la reforma anunciada, basta recordar simplemente que el actual presidente del partido, Rached Ghannouchi, participó en la intentona de golpe de Estado islamista de 1987, predicó en Sudán, junto a Osama ben Laden, en 1990, y nunca se ha arrepentido de nada.
Las relaciones públicas del congreso de Ennahda –incluyendo las invitaciones, con todos los gastos pagos, cursadas a más de 100 periodistas extranjeros– corrieron por cuenta del MI6 británico. Esto demuestra que, aunque Estados Unidos parece haber decidido distanciarse de la Hermandad Musulmana, Londres sigue apostando por esa cofradía.
El presidente de Túnez, Beji Caid Essebsi (ex miembro del Partido Reformista Desturiano), saludó la «reforma» de la imagen de Ennahda en un discurso que incluyó numerosas referencias religiosas, lo cual es un indicio de que la Hermandad Musulmana dispone ahora de los principales poderes en ese país.
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