La decisión de Ankara de suspender el proyecto de adhesión de Turquía a la Unión Europea, proceso que desde 1987 se había desarrollado con el respaldo de Estados Unidos, está vinculada a una posible apertura de negociaciones de adhesión turca a la Unión Económica Euroasiática.
Desde la creación de la Turquía moderna, en 1920, ese país ha venido planteándose la posibilidad de unirse a Europa, a Asia o al mundo musulmán.
La Unión Económica Euroasiática, surgida en 2015, después de la Unión Aduanera y como sucesora de la Comunidad Económica Euroasiática, se compone actualmente de Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán y Rusia, mientras que Tayikistán y Siria han comenzado oficialmente el proceso de admisión. Moscú plantea además la posible incorporación de Moldavia, de la región del Donbass –que aspira a separarse de Ucrania– y de los Estados del Cáucaso.
Si Turquía presentara oficialmente su solicitud de admisión, esta iría acompañada de un pedido similar por parte de Azerbaiyán. Ambas solicitudes de admisión plantearían sin embargo graves problemas a Armenia, que exigiría entonces una serie de garantías, como el arreglo del diferendo sobre el Alto Karabaj (o Nagorno Karabaj).
La posible adhesión de Turquía a la Unión Económica Euroasiática pondría fin de facto a su condición de miembro de la OTAN, cuyos servicios secretos ya han tratado varias veces de asesinar al presidente Recep Tayyip Erdogan. Todo ello explica los pasos que las fuerzas armadas de Turquía han dado últimamente para tratar de adquirir los sistemas rusos de defensa antiaérea s-400.
El presidente Erdogan ya confirmó la próxima organización en Turquía de un referéndum sobre este posible cambio de rumbo.
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