En este día del padre quiero aprovechar para tomarme unos minutos del día y dedicarlos a escribir estas líneas y dirigirme a mi viejo: Herbert Mujica Rojas.
Son tantas las veces que hemos conversado, discutido, que me he caído y me has ayudado a levantarme. Que he logrado algo y me empujaste a buscar más.
Que he tenido una idea y has contribuido con los aportes de tu experiencia. Que nos has hecho renegar a todos con tu idealismo y tus sueños de trabajar por un mejor país.
Que hemos tenido que ver de muy cerca cómo valientemente y muchas veces solo, muy solo, te has enfrentado a grupos de poder, políticos corruptos y personas miserables que ningún bien le hacen al Perú.
Y por eso... hemos renegado muchísimas veces en la familia: ¿Por qué hacerlo? ¿Por qué no quedarse callado? ¿Por qué no dedicarse a cosas que den más plata en lugar de soportar hostilidades, insultos y muchas veces persecución?
¿Por qué? Y me costó muchos años entender que es tu infinito amor al Perú. Esta hermosa tierra que has recorrido en bus, tren, avión y a pie desde que eras un muchacho. Que aprendiste a amar y a dedicar el resto de tu vida desde el rol que te tocara para hacerla mejor. Ya sea como dirigente político desde joven, destapando casos de corrupción, asistiendo a padres de la patria o en las calles protestando.
Tú me hiciste darme cuenta de la gran bendición que es ser peruano y de que por haber recibido esa dicha tenemos también una enorme responsabilidad: dar lo mejor de nuestro talento y energía para construir un mejor país. Y eso es duro, muy duro. A costa de todas las infamias y crímenes que vemos todos los días y que ocurren en el aparato estatal y en las calles. He tenido la suerte de tener a mis padres en los momentos más importantes de mi vida y de mi carrera, y también de acompañarlos en momentos igual de importantes para ellos.
Cuando converso con mi abuelo -tu padre- y lo escucho que a su edad sigue reclamando por las injusticias de su municipio, agrupando a otros señores de su barrio y transmitiéndome sus experiencias... no puedo evitar soñar con que algún día, cuando forme una familia, se va a repetir la escena de mis hijos con su abuelo Herbert: reclamando injusticias, agrupando a otros señores para luchar y transmitiéndoles sus experiencias.
Tengo la bendición de tener a un gran político, periodista, pero sobre todo un espectacular ser humano de padre. Un hermoso ejemplo de trabajo dedicado a su país, pero también un gran amigo, padre y esposo.
Gracias viejo por todo: ¡seguimos en la lucha! ¡todos los días y a toda hora!
¡Feliz día!
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter