Recientemente, el ex premier Pedro Cateriano Bellido, junto a Editorial Planeta, lanzó una nueva edición del libro El Caso García. Este texto da cuenta de las investigaciones, hallazgos y anécdotas que pasaron las Comisiones de la Cámara de Diputados (90 al 92) que investigaron el presunto enriquecimiento ilícito de Alan García Pérez (85 al 90).
El libro narra con meticuloso detalle todo lo que tuvo que pasar la Comisión, el enfrentamiento mediático, el acoso político (en Perú y el extranjero), el obstruccionismo de varios frentes, para que las investigaciones no prosperaran, las trabas en el Poder Judicial para, en primera instancia, archivar y luego formular acusación cuando García ya no podía ser juzgado y demás. Así como cosas que están muy vigentes como los innumerables recursos de oratoria y carisma del ex presidente (“su ser natural”, dirían algunos) y el juego en el que ha caído su colectividad desde hace muchos años: obstaculizar, aniquilar políticamente opositores con mucha complicidad de algunos medios y una propaganda ideológica al mejor estilo del nazi Goebbels (miente, miente que algo queda).
Sin ánimo de arruinar el examen del libro porque debe ser el lector quien juzgue, me permito algunas reflexiones cortas:
- Es muy probable que la verdadera putrefacción de la clase política peruana nazca durante estos años cuando el Partido Aprista llegó con García al gobierno y éste se fue en medio de escándalos de corrupción y violaciones a los derechos humanos y al Estado de Derecho.
- La alianza fujimorismo–aprismo data de los años 90: en la campaña electoral del “Chino”, el espionaje del SIN en contra del Fredemo, la obstrucción en el Congreso, el autogolpe donde se cerró el Congreso y las investigaciones archivadas, la “persecución política” a García, la no extradición mientras se dio la gran vida en París, todo eso y más surge durante esa época.
- La destrucción del verdadero aprismo que comenzó con la muerte del fundador Haya de la Torre y se acentuó con el liderazgo de García quien llegara al gobierno 2 veces. También estoy leyendo 1932: El año de la barbarie de Guillermo Thorndike, donde se narra la historia del levantamiento aprista de 1932 en Trujillo, contra el gobierno de Sánchez Cerro y vaya que hay diferencias entre los rebeldes del 32 desde el punto de vista ideológico y sus causas cívicas y los que han elegido a García hace poco como presidente del APRA y a Elías Rodríguez como secretario general de su partido tras 4 congresos partidarios cancelados, renuncias de dirigentes y denuncias de dádivas, fraudes y demás.
A diferencia de la ficción, El Caso García no tuvo final feliz: las acusaciones de García prescribieron, nunca fue juzgado a pesar de las pruebas y todos los indicios que se encontraron y para colmo de males volvió a ser presidente del Perú (2006-2011) en otro gobierno que no fue el desastre económico que el anterior pero que estuvo plagado de inicio a fin por la corrupción y el entreguismo (Petroaudios, Odebrecht, soberanía aérea con Chile y mucho más).
El año pasado García fue un desastre en las elecciones (5.8%) y mañosamente el APRA se salvó de perder su inscripción, hoy muchos protestan y piden renovación pero ayer eligieron a García y a Rodríguez en los máximos cargos de su partido, otros siempre dirán que hay que ser fiel al líder que los llevó 2 veces al gobierno y que es lo más grande que ha tenido el APRA, otros dirán que no hay pruebas y que todo es cosa juzgada, de Odebrecht dirán “no son apristas” y mucho más se dirá…
El Caso García sirve para entender al ex presidente AGP que, nos guste o no, es parte importante de la historia republicana reciente del Perú y es un caso a estudiar, comprender y en base a eso sacar nuestras conclusiones.
Quienes amamos el país tenemos un compromiso con la historia para procurar que condenables y bochornosos hechos no se repitan. No se puede permitir el regreso de personajes oscuros al manejo del poder…
Los verdaderos apristas deberían reflexionar si Haya de la Torre hubiera llevado el Estado en la forma como lo hizo García y sus aliados… y si el partido al que pertenecen respeta la ideología y principios que propuso su líder histórico, si están contentos bien y si no es así, es momento de que hagan cambios que solo a los militantes les corresponde hacer.
Por nuestro lado, a leer y estudiar la historia porque un pueblo que no conoce su historia: está condenado a repetirla.
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