El estado mayor del ejército iraquí anunció que la ciudad de Mosul será liberada próximamente. Bajo estricto control de la censura militar, los medios de prensa resaltan que han sido tomadas las ruinas de la mezquita Al-Nuri, donde el califa Abu Bakr al-Baghdadi había anunciado su victoria, en 2014. El primer ministro iraquí, Haider al-Abadi, concluyó que se trata de hecho del fin del Emirato Islámico (Daesh, conocido también como Estado Islámico o bajo las siglas EI, EIIL, ISIS o ISIL).
En realidad, Daesh es un instrumento creado por el ex director de la Inteligencia Nacional de Estados Unidos, John Negroponte, a partir varios grupos armados que ya operaban bajo control del MI6 británico.
La administración Obama había confiado al Emirato Islámico la creación de un «Sunnistán» para cortar la «ruta de la seda» que conectaría China con el Mediterráneo pasando por Teherán, Bagdad y Damasco, pero la administración Trump se opuso a permitir que Daesh se convierta en un Estado y ahora las actuales operaciones militares contra sus dos ciudades más importantes –Mosul, en Irak, y Raqqa, en Siria– tienen como objetivo volver a meter el diablo en la botella y reducir el sistema terrorista a sus proporciones de los tiempos de al-Qaeda.
Las inesperadas declaraciones de los responsables iraquíes parecen tener como objetivo disminuir la repercusión del anuncio, por parte de Moscú, de la muerte del autoproclamado califa de Daesh, Abu Bakr al-Baghdadi, en una incursión de la aviación rusa.
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