El daño que produce la corrupción es irreparable para la moral; hace que el dinero público engorde las cuentas de los funcionarios en paraísos fiscales; nos desangra como en una vil corrida de toros.
Pero ¿quién tira la primera piedra, cuando el techo es de vidrio? Podemos verificarlo con nuestros ex gobernantes, porque a todos les cayó, coqueteó, sonrió. Pero, así es la corrupción: embarra, quiere decir tú eres de los nuestros, todos somos corrupción.
Deslindemos con aquella desde el lugar donde estemos: escuela, universidad, trabajo, desde cualquier posición de gobierno, liderazgo o simplemente en el hogar. A la corrupción hay que decirle ¡basta!
La corrupción no es exclusividad de una persona o de un partido como desean hacerlo sentir algunos “santos” de la pantalla chica, aceptemos que está en todo lugar y a todo nivel del gobierno actual o de los pasados.
¿Qué hacer? El Estado debe ser justo no eficiente, esa bendita eficiencia que buscan los gobiernos, sacrificando las medidas de control, dejando de lado la tecnología y el principio de justicia que debe primar en el país.
Justicia para brindar oportunidades para todos, ricos y pobres, hombres y mujeres, reivindicando los derechos de los peruanos, en el marco de un estado de bienestar con salud, servicios públicos, educación de calidad, seguridad y respeto al Estado de derecho.
En su alocución en campaña, el líder español Pedro Sánchez le espetó al jefe de gobierno, Mariano Rajoy: ¡renuncie! Dijo, también, que la corrupción no es una persona, pero tiene cara; no tiene partido, pero financia todas las campañas; no candidatea en las elecciones, pero siempre las gana; asiste a todos los mítines; la corrupción no es el primer ministro, pero tiene varios miembros en el gabinete, no tiene gobierno, pero está detrás de los que gobiernan.
La corrupción se está comiendo al gobierno de PPK, no perdona, está conviviendo con usted, está fuerte y convencida que lo derrotará; pero la buena noticia es que los peruanos en su mayoría son íntegros y hay una población que con su creatividad, esfuerzo y capacidad podrá arrinconarla y, algún día, eliminarla de la vida del país.
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