Después del prolongado intercambio de amenazas e insultos entre los presidentes de Estados Unidos y de Corea del Norte, la reciente cumbre intercoreana parece haber abierto la puerta al fin del estado de guerra en la península de Corea e incluso a su desnuclearización. El analista internacional Julio Yao analiza las perspectivas del encuentro programado entre Kim Jong-un y Donald Trump.
La cumbre entre los presidentes de la República Popular Democrática de Corea, Kim Jong-un, y el presidente de la República de Corea, Moon Jae-in, en la Zona Desmilitarizada de Panmunjon, es la noticia más reconfortante desde la Guerra de Corea, así como el hito más significativo en la historia de la península.
Sin duda alguna, fue clave la contribución de China, habida cuenta de las dos reuniones “no oficiales” entre el presidente Xi Jinping, de China, y Kim Jong-un. La RPD de Corea depende comercial y parcialmente de China.
Una Corea unificada sería una potencia nada despreciable a nivel mundial. Con la contribución de voluntarios chinos, Corea del Norte infligió a Estados Unidos su primera gran derrota militar, a pesar de haber perdido la mitad de su población y la totalidad de sus ciudades y poblados en la guerra (1950-1953).
La Cumbre intercoreana decidió, entre otros logros, cesar la hostilidad entre ambas partes, desnuclearizar la península, reducir los arsenales, firmar un tratado definitivo de paz, reunir las familias separadas por la guerra y conversar sobre la reunificación.
La cumbre Kim-Moon crea un clima de paz entre hermanos de sangre que cuentan con una historia antigua de desarrollo político. Kim y Moon se reunirán nuevamente antes de la cumbre Kim-Trump, pactada para el próximo 12 de junio en Singapur.
Con la península coreana reunificada, se podría crear una zona de desarrollo, un puente, entre Japón y China, Taiwán aparte. China integraría dicha zona a su esquema de comercio global (el proyecto “una franja, una ruta” [a menudo llamado “Nueva Ruta de la Seda”]) que incluiría al Grupo de Shanghai, Rusia, toda la zona euroasiática y los países del grupo BRICS [Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica]. Ya los coreanos pactaron mantener el mar occidental lejos de todo conflicto, como Zona de Paz.
La Unión Europea y la OTAN han recibido con beneplácito las pláticas intercoreanas. Pero la Unión Europea en realidad juega un papel subalterno.
¿Y qué piensa Trump?
Donald Trump ha dicho que la conciliación intercoreana es fruto de la presión que él ejerció sobre Kim, a quien había llamado despectivamente «hombre-cohete». Kim había ripostado entonces llamándolo «hombre senil». Ahora, el mandatario estadounidense tendrá que considerar la presencia de los 28 500 soldados de Estados Unidos apostados en Corea del Sur y cuya retirada ahorraría miles de millones de dólares al presupuesto militar de Estados Unidos.
¿Qué haría Japón ante una reconciliación intercoreana? Japón, enemigo histórico de Corea, ocupó y saqueó la península hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. No olvidemos que el abuelo de Kim Jong-un –el mariscal Kim Il sung– lidereó la guerrilla contra los japoneses, que oprimieron al pueblo coreano, prohibieron su cultura y utilizaron sus mujeres como esclavas sexuales en bases militares niponas.
Los sectores militaristas japoneses mantuvieron una cuota importante de poder, con la venia de Estados Unidos, durante décadas de los primeros gobiernos surcoreanos, a través de dictaduras militares (por ejemplo, como la de Syngman Rhee [1]).
Japón, conforme al Tratado de Seguridad firmado con Estados Unidos al finalizar la guerra, no tendría derecho a objetar un arreglo entre las dos partes de la península y Estados Unidos, tal como se evidenció en 1989, cuando Estados Unidos invadió Panamá para sacar del poder al general Manuel A. Noriega e impedir que Japón construyera un canal a nivel en este país.
Hoy la península coreana ya no tiene para Estados Unidos la prioridad geopolítica que tenía hasta hace poco. Esa prioridad ahora la tiene Irán, país al que es necesario destruir para dominar el Medio Oriente, como intentan hacerlo Estados Unidos, Arabia Saudita, Israel y la OTAN.
Siempre se ha dicho que Corea del Norte era una forma de presionar a China, aliada de Pyongyang. No obstante, los conflictos comerciales y arancelarios entre Estados Unidos y China harán necesario atenuar, no agravar, las tensiones con Beijing.
El giro geopolítico hacia Irán explica la insólita renuncia y denuncia del Acuerdo 5+1 [JCPOA] por parte de Estados Unidos, si bien ningún otro firmante del acuerdo ni aliado lo acompaña y, antes bien, la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA) incluso elogia a Irán por su correcto cumplimiento del convenio.
También explica que Israel, Estados Unidos, Reino Unido y Francia hayan atacado Siria.
¿Qué impacto tendrán en la Cumbre Kim-Trump los dos halcones de ultraderecha que son el secretario de Estado, Mike Pompeo, y John Bolton, el consejero de seguridad de Donald Trump?
Es posible que, dada la impulsividad de Trump, nuestras consideraciones sobre Corea resulten torpedeadas y que el presidente estadounidense, asesorado por Pompeo y Bolton, acabe haciendo fracasar o abortar la cumbre, responsabilizando al presidente Kim Jong-un de patear la mesa.
Pero no es fácil intimidar o acorralar al nieto de Kim Il-sung.
[1] También conocido como Syngman Lee o Lee Seungman, Syngman Rhee (Haeju 1875 – Honolulu 1965) fue el primer presidente de Corea del Sur. Estuvo en el poder desde 1948 hasta 1960. Nota de la Red Voltaire.
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