Con más de 63% de abstención, los macedonios se pronunciaron –sin votar siquiera– contra la incorporación de su país a la OTAN y a la Unión Europea.
Los electores de la antigua República Yugoslava de Macedonia fueron llamados a participar, el 30 de septiembre de 2018, a un referéndum cuya pregunta era la siguiente: «¿Es usted favorable una adhesión a la OTAN y a la Unión Europea aceptando el acuerdo concluido entre la República de Macedonia y la República Helénica?» [1]
El acuerdo con Grecia fue negociado por el embajador de Estados Unidos en Atenas, Geoffrey R. Pyatt, organizador en Ucrania –junto al partido nazi ucraniano Pravy Sektor (Sector Derecho)– del putsch de la Plaza Maidan. Se trata de un acuerdo que prevé modificar el nombre de la República de Macedonia para rebautizarla como «Macedonia del Norte». En ese mismo acuerdo esta ex República yugoslava se comprometía a renunciar a toda referencia a Alejandro Magno como figura histórica nacional.
Este conflicto data de la época de la proclamación de independencia de Grecia, en 1822, cuando Atenas pretendió liberar toda Macedonia de la ocupación otomana. De hecho, la Macedonia histórica abarca parte de la actual Grecia y Alejandro Magno es considerado una figura histórica nacional tanto en Grecia como en la Macedonia ex yugoslava, en cuya capital –Skopie– se erigió en 2011-2012 un gran monumento ecuestre dedicado a ese personaje de la Antigüedad (ver foto).
Alejandro Magno, o sea Alejandro III de Macedonia, fundador de un vasto imperio que abarcó territorios de Oriente y Occidente, nació en la parte de la Macedonia histórica que hoy es parte de Grecia. Pero los griegos de la Antigüedad lo consideraban un «bárbaro» y sólo reconocieron su autoridad bajo la presion del poderío bélico del Alejandro Magno conquistador.
Alejandro Magno, que había sido alumno de Aristóteles, creó un imperio que respetaba las características culturales de los pueblos conquistados –incluyendo a los griegos– y mantuvo en el poder a los soberanos que había derrotado en el campo de batalla. Pero la OTAN y la Unión Europea siguen la línea del romano Julio César, presentándose como bloques cuyos integrantes se someten a «valores comunes» obligatorios. Se trata, evidentemente, de dos modelos históricos inconciliables.
El secretario de Defensa estadounidense, James Mattis, viajó a Skopie expresamente en ocasión del referéndum organizado en la República de Macedonia. Ningún miembro del gobierno estuvo presente a su llegada al aeropuerto, donde fue recibido solamente por el embajador de Estados Unidos.
La mención simultánea de la OTAN y la Unión Europea en la pregunta que planteaba el referéndum a los electores macedonios ilustra el punto de vista estadounidense, que ve la OTAN simplemente como la estructura militar de un todo cuya fachada civil es la Unión Europea.
El referéndum mostró la división existente entre las autoridades macedonias. Mientras que los socialistas y musulmanes del gobierno del primer ministro Zoran Zaev hacían campaña a favor del «Sí», los nacionalistas y la mayoría de confesión ortodoxa, a la que pertenece el presidente de la República Gjorge Ivanov, llamaban a boicotear la consulta.
La prensa de Europa occidental y los medios atlantistas resaltan que el 91,46% de los votantes se pronunciaron por el «Sí» [2]. Pero silencian el hecho que el 63,09% de los electores no acudió a las urnas, lo cual implica que los partidarios del «Sí» son sólo un 33,75% del total de electores macedonios.
La Constitución de la República de Macedonia fija un porciento de participación mínimo, no alcanzada en este caso, necesario para considerar válido el resultado de un referéndum, lo cual obligó la comisión electoral a anular el resultado de la consulta.
[1] República Helénica es la denominación oficial de Grecia. Nota de la Red Voltaire.
[2] « Déclaration de l’Otan et de l’UE sur le référendum en Macédoine », Réseau Voltaire, 1er octobre 2018.
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